sábado, 11 de agosto de 2018
CAPITULO 20 (QUINTA HISTORIA)
Arrancó su boca de la de ella, su respiración pesada. Paula estaba sin aliento y dejó caer la cabeza hacia atrás, dándole acceso a la sensible piel de su cuello mientras exploraba con la lengua, la mandíbula barbuda abrasivo contra la mejilla. Ella cerró los ojos, cada nervio de su cuerpo palpitante, electrificada.
-Por favor - dijo entre dientes, pidiendo a Pedro para poner fin a su tormento.
-Dime que me quieres - Pedro ordenó, su cálido aliento acariciando su oreja.
-Por favor - repitió, incapaz de decir nada más.
Pedro se acercó y la agarró de los brazos, inclinando su espalda hasta que yacía tirada en su escritorio.
-Te ves como mi jodido sueño húmedo -gruñó, sus ojos salvajes y fieros.
Sus ojos capturados y mantenidos cuando Pedro se inclinó hacia delante, con los antebrazos apoyados a ambos lados de ella.
Para Paula, era como si el tiempo se detuviera por completo por sólo un instante, y ella podía ver su propia pasión reflejada en el líquido de los ojos oscuros de Pedro. Rompió la mirada mientras su cabeza bajaba a pechos, sus manos acariciando su copa y le chupó los pezones, mordiendo suavemente en uno de los picos más sensibles. El dolor y el placer casi la rompieron, debajo de él con el deseo insatisfecho.
Alcanzando entre sus cuerpos, Pedro soltó su pezón y deslizó sus dedos por debajo de sus bragas delicadas, su toque era nada más que el calor líquido.
-¡Mierda! Estas tan húmeda y caliente maldita sea - Pedro gruñó con voz estrangulada. Su mano rompió las bragas frágiles y las arranco de
su cuerpo con un fuerte tirón, el tejido se desgarro y cayendo al suelo cuando Pedro puso en libertad, su mano volvió a su desnuda vagina.
-Puedo oler tu excitación. Me quieres. Quieres esto Él separó sus muslos, su dedo índice jugando sin piedad con su clítoris, moviéndose
sobre el haz de nervios húmedo sin esfuerzo.
Paula cerró los ojos y gimió.
-Sí.- Ella no sólo queria que; lo necesitaba. Todo su cuerpo estaba rígido, enrollado apretadamente y listo para desentrañar.
Él usó su otra mano para enterrar un dedo en el canal.
-Jesús, estas tan apretada - Acomodó otro dedo dentro de ella, moviéndose dentro de ella hasta que se retorcía. Pedro parecía saber exactamente dónde tocar, cómo rozaban con aquellas áreas sensibles dentro de ella que la tenían lista para aliviar el tormento.
Sus caderas se levantaron, necesitando más.
-Más. Por favor - Ella levantó sus manos sobre su cabeza y se agarró al borde de la mesa hasta que estuvo con los nudillos blancos, sus gemidos necesitados haciendo eco contra las paredes de la oficina.
Sus dedos metidos más duro, más rápido, mientras continuaba acariciando a través de sus pliegues suaves, moviéndose más sobre su
clítoris.
-Dime lo que quieres - exigió en trozos grandes.
-Di mi nombre. Dime con quién quieres acabar.
-Sí por favor. Haz que acabe - Paula estaba fuera de su mente con el deseo, la cabeza contra la mesa mientras sus piernas temblaban y sentía algo apretado y caliente en espiral en su vientre.
-¿Quién?- Él la penetró profundamente, bajando la cabeza para morder la piel suave que fue expuesto en el muslo por encima de las medias,
como si quisiera dejar su huella.
-Oh Dios. Sí - Su mordedura no era suave. Era lo justo para obtener en Paula un espiral sobre el borde de la sensación - Pedro - ella finalmente gimió, su cuerpo temblando cuando su clímax la
golpeó con toda su fuerza.
-Ven por mí. Quiero ver que - Pedro ordenó cuando se enderezó, con la mirada fija en su rostro, su toque y los golpes de los dedos firmes e inflexibles.
-Pedro -gritó ella, siéndose encendida, todo su cuerpo temblando por su liberación explosiva.
-Mírame - ordenó, alargando intencionadamente su orgasmo mediante el mantenimiento de su asalto en su clítoris sensible.
Paula abrio los ojos, sin aliento, su mirada desenfocada por satisfacer su ardiente mirada mientras su cuerpo todavía ondulaba con olas de éxtasis.
- Pedro? - Jadeó ella, de repente se sintió muy cruda y muy vulnerable. Su cuerpo nunca había reaccionado así antes, y fue un poco desalentador darse cuenta de la cantidad de necesidad y la pasión de este hombre podía sacar hacia fuera de ella. Y ni siquiera se había quitado la ropa.
La levantó suavemente, envolviendo sus brazos alrededor de ella y sosteniéndola con fuerza contra su cuerpo, como si supiera cómo se
sentía y que estaba tratando de calmarla.
-Yo tenía razón. Viéndote acabar es lo más satisfactorio que he visto nunca - dijo Pedro voz ronca en su oído mientras acariciaba el lado de su cara.
Paula respiró hondo y soltó el aire lentamente.
Dejó que su mano se deslice hacia abajo a la parte delantera de sus pantalones y suavemente tomó la erección dura, de tamaño considerable que podía sentir debajo del material fino.
-Quiero sentirte dentro de mí - admitió con voz temblorosa.
-No - Él le cogió la mano y se la llevó alrededor de su cuello.-No tengo control en este momento y no tengo un condón. No llevo exactamente
uno conmigo en caso de que tenga la oportunidad de cumplir una fantasía con mi asistente en mi escritorio.
-Estoy tomando la píldora. Y estoy limpia. Lo comprobé sólo para asegurarme después de que rompí con Ricardo -Su desesperación por
Pedro que estaba mostrando, y ella lo odiaba, pero ella no podía evitar querer calmar los latidos necesitados de tenerlo en su interior.
-Estoy limpio, también. Y si dices una palabra más para convencerme de que no tengo ninguna razón para no follarte en este momento, voy a tener que inclinarte sobre esta mesa - Pedro le advirtió en voz salvaje.- Y vamos a estar aquí hasta mañana.
Paula salió de su aturdimiento con un destello de la realidad.
-¿Mañana? Oh Dios. Tengo que ir a trabajar. Se me hace tarde.-Ella se apartó de mala gana de
Pedro, al instante sintió la falta de abrigo de su cuerpo caliente. Sully se había desvanecido por
completo de su cerebro mientras ella estaba en el medio del clímax más increíble que había tenido nunca.
Ella se enderezó rápidamente la parte de arriba, tirando de su sostén y sacudió hacia abajo la parte superior del tanque. Agarrando sus pantalones vaqueros, ella se los puso, con el ceño fruncido viendo sus bragas rotas en el suelo. Se inclinó para recogerlos, pero Pedro se le adelantó, recogiendo el material roto y se lo metió en el bolsillo de la chaqueta.
-No tienes que ir - dijo rotundamente.
-Tengo. Es mi trabajo -argumentó ella, recuperando su pinza de pelo del suelo.
-No lo haces. No trabajas más ahí - Pedro le dijo con una voz grave.
Paula se quedó asombrada con Pedro, preguntándose si él había bebido un par de copas antes de volver a la oficina, pero no había olido alcohol.
-No entiendo.
-Has terminado - explicó pacientemente, con el rostro una vez más tranquilo, sus ojos de hielo.
Comprensión amaneció lentamente.
-Me despidieron?- Paula preguntó, confunda.
Pedro inclinó una cadera contra el escritorio y se cruzó de brazos.
-Yo no diría eso exactamente. Tú fuiste técnicamente despedida. Tuve una pequeña discusión con el señor Sullivan antes de regresar a la oficina.
Paula sintió la ira en su interior, una rabia tan explosiva que su cuerpo empezó a temblar.
-¿Cómo conseguiste que estuviera de acuerdo? ¿Lo amenazaste?
-No tuve que hacer eso. El dinero siempre funciona - Pedro respondió con frialdad.
-¿Cómo me puedes hacer esto a mí? Sabías que necesitaba ese trabajo.
Paula se odiaba a sí misma por haber confiando en Pedro. Había utilizado lo que le había dicho en su contra.
-¿Qué he hecho yo para que me puedas hacer algo como esto? Esa es mi media vida, mi
supervivencia .
-Este trabajo es tu supervivencia- contradijo Pedro.-Y es suficientemente exigente. Quiero que estés libre en caso de que te
necesite.
La mirada fría en la cara, y su despido ocasional que él lo había hecho, jugó con ella en ese momento, Paula perdió por completo.
CAPITULO 19 (QUINTA HISTORIA)
Ella dejó escapar un suspiro de alivio cuando entró en la oficina y se encontró que Pedro se fue, al parecer, a las reuniones para el resto del día, conforme a la breve nota que había dejado para ella. Estaba agradecida por el aplazamiento, y trató de negar a sí misma que estaba también ligeramente decepcionada. Ella en realidad puso una de sus conferencias?
La tarde transcurría con celeridad. Con Pedro fuera de la oficina, tuvo que hacer frente a lo que ella podía manejar, además de terminar una montaña de papeles que tenía que hacer. Antes de que se diera cuenta, alzó la vista hacia el reloj y ya era hora de que se vaya.
Necesito llegar a Sully!
Cerrando rápidamente su computadora, ella abrió el gran cajón de su escritorio y sacó un poco de ropa de repuesto que ahora dejó en la oficina por si acaso se olvidaba de sus ropas casuales para el servicio. Cogiendo un top rojo tanque, vaqueros y sus zapatillas, dudó un momento antes de salir corriendo a la oficina de Pedro y cerrar la puerta. Ella se podría cambiar en un minuto, y que no quería ir por el pasillo hasta el baño porque estaba corta de tiempo. Las persianas estaban abiertas, pero la oficina estaba tan arriba que nadie podía verla a menos que se encontraban en el edificio de al lado, e incluso entonces, probablemente necesitará binoculares.
Ella camino sobre sus talones y rápidamente se despojó de su vestido, tirando de la parte superior del tanque por encima de su cabeza.
Ella sólo estaba subiendo sus vaqueros cuando la puerta de la oficina de Pedro se abrió, dejando escapar un grito de horror.
Y luego... hubo un silencio total.
Paula se congeló, su mirada en Pedro, su mano todavía en el pomo de la puerta mientras la miraba a ella, sus hambrientos ojos por encima de su cuerpo. Había planeado encubrirse la ropa interior atractiva que llevaba con sus vaqueros, y tirando de sus zapatillas las medias. Pensando en la imagen que estaba viendo justo en ese momento, ella se sonrojó, toda su cara ardiendo de vergüenza. Lo único que llevaba era la parte superior del tanque rojo apretado, el atractivo "apenas allí" bragas negras, y un juego de liga cinturón y medias. Y con sus caderas, estaba bastante segura de que ella no se veía exactamente como una gatita sexual.
-Lo siento. Me tenía que cambiar y no pensé que ibas a volver.
La tensión era palpable, y Pedro no hizo ningún intento de salir. Él se quedó allí con su traje
impecable y corbata, con el rostro ilegible, casi la quema con el calor en sus ojos.
Incómoda, Paula buscó sus pantalones vaqueros de nuevo.
-No - ladró Pedro, cerrando la puerta detrás de él. Se dirigió hacia ella, sus ojos oscuros sin dejar de verla, casi como si tuviera miedo de que
había cerrojo.
Paula no podía moverse, no podía hablar, no podía hacer nada más que observarlo mientras se movía lentamente y deliberadamente a través del cuarto. Pedro estaba acechando, y era la cosa más caliente que había visto nunca, pero también un poco más aterrador. Era peligroso cuando estaba así, impredecible. Ella podía manejar que era un asno Pedro, el jefe que peleo con ella todos los días. Pero este hombre, este macho oscuramente atractivo y hermoso que se detuvo frente a ella, con los ojos todavía recorriendo con avidez sobre su cuerpo con poca ropa, era posiblemente más de lo que podía manejar.
Alcanzó el clip en el pelo y despojo los rizos mientras gruñía.
-¿Él te veia así? ¿Usabas esto para él?
Paula trago antes de responder. Ella sabía lo que Pedro estaba pidiendo.
-No. Fue una compra impulsiva, algo que nunca vio y los únicos que tengo. No hacía falta usar estos. Yo esperaba que fueran pantimedias -
ella con nerviosismo divagaba.
-Bueno. Eres hermosa, Paula - él retumbó, metiendo la mano en sus rizos y el jugando con su pelo.-No puedo soportar la idea de que
alguien te vea esta manera de, excepto yo.
Paula se estremeció, pero no con el frío. Los ojos de Pedro se volvieron de un chocolate negro, casi negro, y su fiereza la convirtieron en una manera que nunca había experimentado antes.
-Siento haber usado tu oficina. Tengo que irme. -Dios, era débil, con el deseo y mortificada al mismo tiempo. Alcanzó los vaqueros de nuevo, pero Pedro la cogió por la muñeca, deteniéndola.
-¡Mierda! No puedo dejarte ir. Ahora no.-Sonó atormentado. Usó su cuerpo para apoyarla contra su enorme escritorio, una mano en su culo y la otra sin soltarla de su cabello - Esto me vuelve loco. Lo único que quiero cuando te miro ahora es ver acabar.
Paula tragó saliva mientras lo miraba a los ojos, como si estuvieran teniendo una batalla privada, y Pedro estaba ganando. Su cuerpo traicionero respondió a sus palabras, su cercanía, y ella no estaba segura de que él podía negar este momento. El aire entre ellos estaba vibrando con la tensión, y su cuerpo estaba gritando de dolor insoportable al tener un pedazo de este hombre, incluso si sólo era una aventura. Sólo por una pequeña longitud de tiempo robado, Paula quería... sentir. Pedro la deseaba. Había dejado eso muy claro. Y Dios, Cómo lo deseaba.
Pedro aligeró su agarre en su cabello, sus dedos alisando los hilos enredados.
-Dime que no deseas esto, Paula - Su voz era tensa, dura. Él estaba desafiándola cuando su gran cuerpo lleno de ella lo tenía contra el
escritorio.
Paula sacudió la cabeza.
-No te lo puedo decir. Pero te garantizo que vamos a lamentarlo más tarde - Ellos trabajaron juntos.
Él era su jefe. Haría que su relación de trabajo aún más incómoda. Pero nada de eso parecía importar cuando los pezones se le endurecieron, dolorosos cuando Pedro envolvió su brazo alrededor de su cintura y llevó a su cuerpo con fuerza contra él.
-El infierno lo haremos - Pedro retumbó contra sus labios mientras su boca descendió sobre la de ella. Lanzó todo en su escritorio haciendo
una colisión ruidosa y luego una caída en el suelo alfombrado con un solo golpe de su poderoso brazo detrás de ella. Sus manos fueron a su culo mientras la levantaba sobre la mesa, dándole un mejor acceso a la boca. Él gimió contra sus labios, sus manos presionando debajo del tanque para tocar su piel desnuda.
Paula envolvió sus brazos alrededor de su cuello, disfrutando de la sensación del pelo grueso entre sus dedos mientras clavó sus manos en su pelo. Intoxicada por los golpes magistrales de la lengua de Pedro, se estremeció y se abrió más a él, dándole el acceso se le exige sin piedad. Deslizó una mano debajo de su pelo, acariciando la parte posterior de su cuello, la acción, a la vez sensual y dominante, mientras sostenía su cabeza en su lugar, por su posesión áspera.
Ella gimió en su boca mientras acariciaba la piel de su abdomen, y luego tiró su sujetador y dejo que se derrame un pecho en su mano. Él no era suave, pero lo último que quería Paula era ternura en este momento. Su cuerpo estaba en llamas, su núcleo inundado de calor y apretando con necesidad. El toque de Pedro era lo que necesitaba: duro, caliente, e implacable. Y se lo dio a ella. Se apretó y acarició, primero un pezón y luego el otro, repitiendo la acción, mientras que el saqueo de su boca hasta que la tensión en el cuerpo de Paula estaba casi haciendo locuras.
CAPITULO 18 (QUINTA HISTORIA)
-Estás despedida!- Paula tenía que sostener el teléfono celular de la oreja para disminuir el sonido de la voz en pleno auge de Pedro. -Yo estaba en una reunión con un grupo de hombres de edad muy tensos cuando me llamaste. Me pareció que todos iban a tener un ataque al corazón.
Paula sofocó una risa mientras se ponía el teléfono a la oreja.
-Lo siento, señor Alfonso, pero estoy en mi almuerzo en este momento. No dude en reprenderme tan pronto como regrese a la oficina.- Ella hace clic en el botón de apagado en el teléfono, cortando lo que estaba seguro será otra larga charla de Pedro -Me ha despedido.
Paula suspiró y sonrió maliciosamente a Sofia Alfonso. Ella y Paula se habían convertido en amigas desde Sofia se había casado con Kevin, las dos estaban en contacto con la frecuencia que podían.
Hoy en día, Sofia le había traído un ramo de flores por su cumpleaños, y ha insistido en llevarla a almorzar. Estaban sentadas actualmente en un restaurante italiano informal, devorando platos pecaminosos de pasta.
Paula estaba radiante, embarazada y feliz, y ese hecho hizo que Paula sonriera genuina.
Después de todo Sofia se merecía la felicidad que había encontrado con Kevin. A diferencia de Pedro, Kevin era un hombre muy agradable, y casi todo lo contrario de su gemelo.
Mientras que Pedro estaba a oscuras, tanto en apariencia y personalidad, Kevin era rubio y precioso, un ex jugador de fútbol profesional, que casi siempre parecía estar usando una sonrisa, especialmente desde que se había casado con Sofia.
-Sabes... no es como Pedro no podría simplemente comprobar su teléfono y desactivar el tono de llamada - Paula pensó, limpiándose la boca con la servilleta.-Es un hombre brillante, lo suficientemente inteligente como para pensar en hacer que todos los días.
Paula a menudo había contemplado la misma pregunta.
-Creo que le gusta una razón para luchar. Es obstinado en esa manera - respondió ella, tomando un sorbo de agua para lavar la pasta.
Tanto para mi dieta. Yo también podría tomar el fettuccini y aplicarlo directamente a mis caderas.
-Creo que lo hace a propósito - respondió Sofia. -Así tiene una razón para buscarte fuera.
Paula resopló.
-Lo dudo Él me evita como la peste. Él ha sido un poco... diferente. Sólo ha sido un poco menos que un grano en el culo desde que rompí con mi
novio. -Le había dicho a Sofia acerca de su ruptura en el camino hacia el restaurante.
Y ahora le ha dado por besarme hasta quitarme el aliento! Paula decidió no compartir ese pequeño hecho con Sofia. Lo más probable es que se lo contaría a Kevin.
-¿Qué tan diferente? - Sofia cuestionó con curiosidad.
Paula se encogió de hombros.
-Él me escucha de vez en cuando. Y él me dejó conducir su Ferrari hoy porque era mi cumpleaños.
Sofia dejó escapar un silbido.
-Eso es importante - dijo con sinceridad. -Rara vez incluso le permite a Kevin conducir sus vehículos.
Ella dejó el tenedor sobre el plato y cogió agua.
-Creo que lo tienes loco por ti. Y lo mismo ocurre
con mi marido guapo.
Paula casi se atragantó con el agua, tragando con dificultad. De hecho, ella se sonrojó al pensar en el beso que Pedro le había dado esa mañana.
-Soy su ayudante, y me irrita el infierno fuera de él. Dudo mucho que él está deseándome- Paula negó, dando a Sofia una mirada dudosa. Podría
haberla besado, y tal vez él realmente la habría cogido, pero Paula sospechaba de que era sólo porque ella estaba sola ahora, conveniente y disponible.
-Lo he visto cuando estás cerca. Está codiciándote - Paula reiteró con firmeza.-Y ninguno de los hombres de Alfonso alguna vez ha estado jugando. Kevin tenía una novia de toda la vida a quien le fue fiel durante años, a pesar de que la perra lo dejó caer en el momento que no era perfecto físicamente. Y Kevin dijo que Pedro nunca se ve con una
mujer. Tenía unas cuantas relaciones breves en la universidad, pero no hay mucho desde entonces.
Sofia tenía razón. Pedro hizo todo solo.
-¿Estás tratando de decirme que Pedro Alfonso nunca se puso? - Preguntó con curiosidad a Sofia.
-Si lo hace, él está tranquilo al respecto- Sofia respondió pensativo - Pedro le gusta jugar pateando culos, pero tiene un corazón. Ha hecho algunas cosas maravillosas con sus obras de caridad.
-Lo sé - admitió Paula. -Él no es un asno como parece, probablemente lo adoro porque es un
brillante hombre de negocios y humanitario.
-Creo que ya que él es el más mayor, se siente totalmente responsable de reparar el nombre de
Alfonso tras el escándalo con sus padres. Toda la familia estaba completamente humillada y perseguida sin piedad por la prensa. Su vida era un infierno desde hace mucho tiempo.
Aunque no lo había conocido a Pedro en ese momento, sabía sobre el escándalo Alfonso; ella sabía que el padre de los hermanos había matado a su madre y luego se quitó la vida.
-Tuvo que haber sido horrible para todos ellos- Paula admitido, con el corazón sangrante de Pedro más joven y más vulnerable.
Paula asintió.
-Fue. Y Kevin dice que Pedro siempre llevó la peor parte de su padre porque él siempre estaba tratando de protegerlos.- Paula se estremeció visiblemente.-El hombre estaba completamente loco, y sólo puedo imaginar el tipo de abuso que Pedro sufrió. Yo sé lo que pasó por Kevin, pero él jura que Pedro tomó la mayor parte de ello.
El corazón de Paula se apretó en su pecho. El pensamiento de un Pedro muy joven sintiendo el abuso de su padre la hizo apretar el puño en indignación. Había tenido una infancia caótica y una humillante, pero ella sospechaba que su triste infancia con su padre alcohólico, probablemente no había sido nada comparado con lo que Pedro había sufrido a manos de un loco.
-¿Qué hay de su madre?
Sofia dudó momento antes de responder.
-No sé, pero por lo que Kevin me ha dicho, no estoy segura de que estaba allí. Estaba aterrorizada de su marido, y no hizo nada para
proteger a los niños.
-Así que todos estaban completamente locos- Paula reflexionó en voz alta.
-Hablando de dejarse tocar, ¿cómo lo llevas después de lo sucedido con tu prometido? - Preguntó Sofia en voz baja.-¿Estás realmente bien, Paula?
Paula miro a Sofia mientras jugueteaba con su pasta.
-Yo lo estoy. Tengo algunas cosas que aclarar, pero sobreviviré.
-Espero que el karma lo muerda en el culo- dijo Sofia con veneno. -Me dirías si necesitas algo,
¿verdad?
Paula probablemente no, porque rara vez se le pidió nada a nadie, sino para hacer a Sofia sentirse mejor, ella respondió: -Sí. Estoy bien. Sólo hay que limpiar el desorden y seguir adelante. Algunos son por mi culpa. Estaba tan cegada por mis planes y lo que quería para nuestro futuro que nunca vi las señales de que era una vibora.
-Lo siento tanto, te lastimó, Paula. Pero me alegro de que no te casaras con él. Así que estás de las vacaciones la próxima semana, ¿deseas reunirte con Magda, Mia, Karen y yo? Hacemos el almuerzo una vez a la semana. Es muy divertido. Todos nos quejamos del dolor de la protección, de los asnos que son nuestros maridos, y luego nosotras suspiramos por las cosas dulces que hacen. - Sofia rió suavemente. -Pero podríamos centrarse más en atacarlos por ti.
Paula rió.
-Me gustaría eso. No he tenido mucho tiempo para los amigos en los últimos años.-No había tenido tiempo, pero quería. A pesar de que no estaba tan bien informada de las otras mujeres, a todos le gusta. Se deslizo fuera de su asiento, agarró su bolso para sacar algo de dinero para su almuerzo.
-Supongo que debería volver a la oficina para que Pedro me puede dar su conferencia diaria y
contratarme de nuevo.
Sofia se puso de pie y agarró la muñeca de Paula.
-Yo invito. Es tu cumpleaños - Sofia entregó al camarero la pequeña carpeta llena de dinero en
efectivo.
-Gracias, Sofia. Y gracias por las flores, Kevin en caso de que no lo vea hoy en día. Son preciosas.-Ella se abrazó a la esbelta mujer india, agradecida de que las dos se habían convertido en amigas.
-No tengo ninguna duda de que puedes manejar a Pedro. Siempre lo haces. Creo que eres la única que puede - respondió Sofia, apretando a Paula antes de dejarla ir.
Paula quería contarle a Sofia que sus habilidades en el manejo de Pedro se habían apagado un poco últimamente, desde que la había arrojado fuera de equilibrio con su extraño comportamiento y besos pantyfusión.
Pero ella simplemente le dijo adiós a su amiga,
comprometiéndose a llamarla por el almuerzo la semana siguiente, y regresó al edificio Alfonso.
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