jueves, 9 de agosto de 2018
CAPITULO 14 (QUINTA HISTORIA)
Paula despertó a la mañana siguiente, con apenas treinta minutos para prepararse para el trabajo. Ella no había querido arrastrar su trasero de la cama, y ella no estaba segura de si era realmente el alcohol que había consumido la noche anterior, o el hecho de que iba a tener que hacer frente a Pedro.
Oh Dios, realmente le pedí que me besara?
Ella frunció el ceño a sí misma en el espejo mientras se recogió apresuradamente el pelo en un clip en la parte posterior de su cabeza, en demasiada prisa por preocuparse por el trenzado o un estilo más intrincado. Sólo se había puesto una cantidad mínima de maquillaje, sólo lo suficiente para que no se asuste cualquiera de los clientes de Alfonso Corporation.
Corriendo a su armario para tomar un par de zapatos y un cinturón de color a juego con el vestido gris conservador que se había puesto, veía nerviosa al reloj.
Cinco minutos hasta las ocho.
Paula no tenía ninguna duda de que Pedro llegaría a las ocho, listo para salir de la oficina. Él no tenía ninguna de las visitas tempranas en la mañana, pero se podría decir el tiempo de llegada de Pedro por la mañana. Pedro Alfonso nunca llegaba tarde, y llegó exactamente a la misma hora todos los días.
-Mierda - Paula maldijo cuando la puerta del armario atrapó sus medias de nylon, comenzando un obstáculo que se convirtió en un muy largo trazo en sus medias. Observó mientras ella volvió la pierna para mirarlo, irritada mientras observaba que va desde la rodilla al tobillo. Agarrando sus tacones negros, los dejó caer en el suelo y se sujeta el cinturón negro, gris y rojo alrededor de su cintura, la adición de un poco de color al vestido gris. Al menos podía respirar en elvestido feo. Tenía una falda más amplia para dar cabida a sus caderas curvilíneas.
Rebuscó en el cajón de su tocador, desesperada por encontrar otro par de medias negro, lo único que se le ocurrió fue un par ultrafino de las medias y un liguero negro.
-Mierda- dijo ella, molesta consigo misma por no abastecerse de nuevo en pantimedias. Ella observó el conjunto negro atractivo con cautela, después de haber cavado hasta el fondo de su cajón. Lo había comprado en un capricho hace unos años, y sólo lo había usado una vez, cuando ella y Ricardo se supone que iban a salir para una noche romántica para celebrar el Día de San Valentín. Por desgracia, Ricardo le había llamado para cancelar, alegando que tenía que estudiar. Se desnudó y se fue a la cama, había lavado la ropa interior y sin molestarse en llevar de nuevo, sintiendo más que un poco tonta por tratar de darle sabor a su vida sexual. Ricardo había estado demasiado ocupado, demasiado cansado todo el tiempo. Ahora, Paula tuvo que preguntarse si su ex novio había estado lleno de mierda, incluso entonces. Al igual que ese pensamiento hizo que Paula se pusiera la ropa interior, pero estaba desesperada, por lo que rápidamente se puso las medias, liguero y las bragas negras atractivas que iban con el conjunto. No importaba. Eran las medias negras, y nadie sabría jamás que estaban unidos a un maldito conjunto de ropa interior.
Paula se encogió cuando oyó el timbre de la puerta, poniendo sus tacones con cuidado para no enganchar el último par de medias que tenía.
-¿Cómo diablos voy a mirarlo a los ojos después de preguntarle si iba a besarme? Tal vez no va a decir nada. Él sabía que había tenido un par de copas - susurró para sí misma con suerte.
En realidad, ella no estaba borracha cuando le había pedido a Pedro que la besara. El alcohol había disminuido sus inhibiciones, pero ella desesperadamente había querido sentir lo que sería tener esa boca pecaminosa sobre la de ella. Pidiéndole que la besara era posiblemente lo más impetuoso que jamás había hecho. Él era su jefe, por el amor de Dios, y un hombre que podía tener a cualquier mujer que quisiera. Aún así, los hechos importantes no habían detenido su deseo de ver lo que su beso se sentiría una sola vez. Desde que Pedro le había dicho lo deseable que era, Paula había querido ver si su beso respaldaba sus palabras.
Conociendo a Pedro, él probablemente actuaria como si no lo recordaba, o tal vez ni siquiera sería suficiente importante para él recordar.
Ella corrió por las escaleras tan rápido como sus talones permitirían, sin aliento en el momento de abrir la puerta. Pedro estaba inmaculado como siempre, pero su postura era informal, con las manos en los bolsillos de los pantalones del juego. La respiración de Paula fue capturada mientras recorría su traje de diseño negro, el único alivio de la oscuridad del traje de alguna pequeña armada y rayas grises de la corbata.
-Buenos días, Sra. Chaves - Pedro dijo con voz ronca.-Confío en que estés recuperada? - Sus ojos oscuros la examinaba a fondo, como buscando algún signo de una resaca.
-Yo, yo estoy bien - Paula respondió con nerviosismo, abriendo más la puerta para que pudiera entrar, odiándose por estar ansiosa. Ella no pudo mostrar ninguna debilidad a Pedro. El hombre era como un tiburón que podía oler sangre en el agua. Si sabía que la había
sacudido, estaría solo para la matanza. Era un rasgo que lo hace un buen hombre de negocios, pero un adversario peligroso.-Voy a tomar mi bolso y una taza de café para llevar conmigo. ¿Te gustaría uno?
Pedro se paseó en la sala de estar, y Paula cerró la puerta detrás de él.
-No tengo ninguna prisa - dijo Pedro casualmente - Toma tu tiempo.
CAPITULO 13 (QUINTA HISTORIA)
Paula parecía más estable mientras la ayudaba a salir del coche. Pasó la mano amorosamente sobre el capó de su Ferrari.
-Bueno, es lo menos que se llevó a montar en uno de sus coches caros - dijo en tono de broma -Éste es hermoso.
-No es tan caro comparado con algunos de los otras que están en la pista - admitió - Pero me gusta para una conducción ocasional.
La risa encantada de Paula fluyó sobre Pedro como un bálsamo para su alma.
-Mataría para conducir este F12, y ya está hablando de ello como si fuera un barato coche de la familia - Resopló Paula.
Pedro sintió los bordes de la boca que comienzan a tirar.
-Acabo de recibir una Hennessey hoy. Lo estaba poniendo a prueba antes de venir a verte.
Pedro realmente sonrió cuando escuchó de Paula un jadeo cuando ella dijo: -Un Venom GT?
-Sí - respondió él, sorprendido de que Paula sabía mucho sobre los coches.-Sabes de esos vehículos.
-Crecí en Daytona Beach. Trabajé las concesiones en la pista de rodado en la escuela secundaria. Hubiera sido difícil no aprender algo sobre los coches rápidos - respondió ella, divertida -Todavía presto atención.
-He conducido en esa pista más de una vez - Pedro le dijo mientras la acompañaba a la puerta.
-Lo sé - respondió a Paula, buscando las llaves de su bolso - ¿Alguna vez te arrepientes de renunciar a una carrera profesional como piloto?
Pedro negó con la cabeza.
-No. Me gusta estar en Alfonso. Creo que si las carreras se habían convertido en mi profesión a tiempo completo, no sería divertido - Alfonso Corporation era quien era, y nunca lo dejaría en manos de otra persona para manejarlo mientras él corría.
Pedro tomó el llavero de la mano cuando ella tenía problemas para meter la llave en la puerta.
Ella podría estar menos borracha, pero ella no estaba completamente sobria tampoco. Él abrió la puerta, dándole la espalda a sus llaves. Había encendió las luces, y la mirada codiciosa de Pedro se alimentaba de la vista de ella.
Todavía tenía los ojos brillantes, pero ella lo miraba fijamente, como si nunca lo hubiera visto antes. Su mirada se movió por todo el cuerpo con valentía, aterrizando en los labios con una mirada de anhelo.
-¿Me besas? - Le preguntó vacilante, su mirada sigue siendo la intención de sus labios.
Pedro le devolvió la mirada, con ganas de decirle que ella era la mujer más besables, malditamente del planeta. Él quería devorar su boca más que cualquier otra cosa que quería en el mundo justo en ese momento. Pero él se deslizo al marco de la puerta para mantener a sí mismo de tocarla.
-No estás en tu sano juicio, Paula. No sabe lo que quieres en este momento. Toma un par de aspirinas y ve a la cama.- Mierda... eso duele. Pedro casi había amordazado las palabras, queriendo algo más completo, pero él no estaba dispuesto a tomar ventaja de Paula cuando había bebido un par de copas. Esta situación le hizo aún más difícil que cuando ella le había ofrecido un trabajo. Ella se preguntaba por él.
Su mirada se salió de su boca y ella negó con la cabeza.
-Lo siento. No sé por qué lo pregunté.
Seguro esperaba que fuera porque ella lo quería, aunque fuera sólo un poco.
-Cierra la puerta y bloquéala. - No iba a moverse hasta que oyó el cerrojo puesto en marcha.
Necesitaba salir, llegar lo más lejos posible de ella antes de que cambiara de opinión.
Ella asintió con la cabeza, empezando a hacer pivotar la puerta cerrada, con los ojos en los suyos.
- Paula? - Dijo rápidamente antes de cerrar la puerta.
Ella hizo una pausa.
-¿Sí?
No la beses. No te aproveches de ella.
Pedro se agarró a la madera un poco más difícil.
-Te voy a recoger alrededor de las ocho de la mañana y enviar a alguien para conseguir tu coche - Se apartó del marco de la puerta para que pudiera cerrar la puerta -Y si te sientes bien, te dejaré conducir el F12 a la mañana.
-Lo harás? - Preguntó ella, sonando sorprendida.
Pedro se encogió de hombros. Era sólo un coche. Y no había nada que no haría si pudiera llevarla a sonreírle.
-Es tu cumpleaños - utiliza como una explicación de sus actos, sabiendo que la dejaría hacerlo de
todos modos sólo porque ella quería - Ahora enciérrate - exigió.
Paula cerró la puerta, obediente, y el paso en el cerrojo volcó inmediatamente.
Buena niña.
El corazón de Pedro todavía estaba corriendo mientras caminaba hacia su coche, entró, y comenzó la ignición. Apoyó la cabeza contra el volante por un momento, tratando de recuperar el aliento. ¡Jesús!
No tocar Paula esta noche había sido lo más difícil que jamás había hecho. La deseaba mal, pero no de esa manera. La necesitaba cálida y dispuesta, al tanto de todo lo que sucedía. Y tal vez había una pequeña parte de él que no quiere que tenga ningún remordimiento, no quería que lo odie porque él se aprovechó. Su instinto de protegerla era tan fuerte como su deseo de cogerla, y que estaba siendo un infierno, porque ese anhelo era maldito, cerca de matarlo.
Ya sabía lo que en sus sueños se verían como esta noche. No había manera de que no iba a estar soñando vívidamente acerca de Paula preguntándole si quería una mamada, lamiendo los labios deliciosos al pronunciar las palabras de cada hombre en el mundo quería saber de una mujer que quería. Y en sus sueños, Pedro no se negaría a besarla.
Demonios, probablemente tendría un ataque al corazón maldito y muere en su sueño cuando él le respondió de manera diferente, hizo exactamente lo que había querido hacer antes, cuando ella pronunció esas peticiones en sus sueños esta noche.
Pedro esperó hasta que se encendieron las luces de arriba antes de que él salió de la calzada y se alejó, preguntándose cuándo demonios se había desarrollado realmente una conciencia, y odiándose a sí mismo, porque cuando se trataba de Paula... en realidad tenía una.
CAPITULO 12 (QUINTA HISTORIA)
Pedro sabía que sus padres habían muerto, y que ella no tenía hermanos. Su padre había muerto cuando ella era muy joven, y su madre había fallecido poco después de que había comenzado la universidad. No es de extrañar que se había entregado al primer idiota que la había prometido para siempre. Ella había sido una presa fácil para un estafador como su ex, probablemente todavía de duelo y sola. No es que ella había compartido esas cosas con él. La mayor parte de su historia las sabia de Kevin, y por alguna razón, totalmente le molestó.
Tal vez ella habla con Kevin porque no es un grano en el culo para ella como lo soy yo.
Pedro condujo a la casa de Pau, diciendo muy poco, excepto para obtener indicaciones de su casa. Tenía miedo de que si decía algo, definitivamente perdería el control. No pudo olvidar el momento en el que la había visto con sus manos detrás de la espalda con algún otro chico. Sus instintos protectores habían estallado, y él había estado a punto de estrangular al bastardo sólo por tocar a Paula, a pesar de que la situación había sido en su mayoría inocente. No lo había motivado, no había pensado en nada a través de... él sólo había reaccionado. Las cosas no funcionan de esa manera para él, por lo general no. Era un planificador, un pensador, sopesar los riesgos y beneficios de cada acción. Y nunca, nunca hizo nada remotamente emocional o escandaloso.
-¿Por qué viniste a la barra esta noche?- Paula preguntó en voz baja, sonando más lúcida; Está claro que el regreso a casa le había serenado un poco. - Yo sé que no es, sin duda uno de sus lugares de reunión habituales.
-Yo quería asegurarme de que estabas bien - Pedro respondió honestamente mientras se ponía en el camino de entrada de Paula.
-¿Es porque casi tuve un colapso en su oficina antes?
No, en realidad no lo era. Lo había hecho porque no había sido capaz de mantenerse alejado después de que él se dio cuenta exactamente su situación en la vida ahora.
¿Cómo explicarle que de pronto quería protegerla, arreglar las cosas para ella, además del hecho de que él se moría por follarsela? Ni siquiera lo entendía él mismo. Pero él respondió: - Sí - Fue la excusa más fácil.
-Estaré bien.
¡Mierda! Su voz sonaba tentativa y vulnerables, y Pedro tenía que hacer todo lo que podía para no encontrar a su ex y matar al hijo de puta.
Se había aprovechado de Paula, y la dejó sola, en una mala situación, después de que ella le había dado todo. No sabe lo valioso que es ese tipo de devoción de una mujer?¿Siquiera le importa?
-Sé que vas a estar bien - Pedro dijo bruscamente. Planeaba hacer absolutamente todo para que estuviera segura a partir de ahora.
CAPITULO 11 (QUINTA HISTORIA)
Pedro sintió su ira subiendo a la superficie, algo que casi nunca ocurría. Rara vez deja que llegue tan lejos antes de rellenar de nuevo dentro de él, a excepción de sus desacuerdos normales con Paula. Pero no era el mismo tipo de ira; era de clase mucho más peligroso. Su estómago se revolvió al pensar en lo que pudiera encontrar cuando él entró, y él se sentía de repente homicida ante la idea de que cualquiera toque a Paula de esa manera, o de cualquier manera en absoluto.
Oyó varios hombres riendo y una voz femenina que no pertenecían a la de Paula. ¿Qué demonios? Estaban teniendo una orgía de las barras?
Pedro puso todo su peso contra la puerta mientras giraba el pomo, el movimiento hacia delante que le impulsó a la taberna. Allí, en el centro de la habitación, estaba Paula. Un hombre con sus manos detrás de su espalda, y Paula tenía la cabeza inclinada hacia atrás en lo que Pedro se sorprendió de que su cuello no se rompiera. Una mujer y varios hombres de pie alrededor de la mesa, todos ellos sonriendo.
Hijos de puta!
-¿Qué demonios estás haciendo? - Pedro gritó, haciendo que la cabeza de Paula vayan hacia adelante, y el vaso salga de su boca. A juzgar por la cantidad de vasos vacíos ya sobre la mesa, no fue el primero.
Paula lo observó con horror, su lengua serpentea hacia fuera para coger la crema blanca de sus labios.
La ira que estaba pulsando en oleadas de Pedro mientras gruñía - Suelte sus manos de encima o voy a romper todos los dedos que tienes.- Al ver el hombre, cualquier hombre, que manipularan a Paula le hizo perder el control. Y el hecho de que él estaba sosteniendo a Paula en una posición de sumisión casi hizo que él saltara por encima del hombre y lo golpee el infierno fuera de él.
El hombre mayor se apartó de ella. -Mira, hombre, yo no estoy buscando una pelea. Paula es mi empleada. Estábamos a punto de celebrar su cumpleaños.
-Son todos amigos - Paula confirmó, lamiendo sus labios de nuevo.
-Este es tu chico, Paula? - Preguntó el hombre mayor, mirando hacia Paula.
-No - respondió a Paula, moviéndose hacia Pedro -¿Qué haces aquí? - Susurró con ansiedad.
-Soy Pedro Alfonso. Y ella es mi empleada, también.-Ahora ¿por qué diablos había dicho aquello ese hombre? Odiaba decirle a la gente
quién era. Había muy pocas personas que no lo reconocerían. Miró a Paula con el ceño fruncido. -¿Estás seguro de que no te estaban haciendo daño?
-Totalmente segura - respondió ella, con los ojos verdes ligeramente vidriosos.
Fue la única respuesta que mantuvo a Pedro de vencer a la mierda de todos los hombres. -¿Estás borracha? - Se preguntó, sorprendido.
Se tapó la boca e hipo. -Creo que podría estar un poco borracha. No suelo beber.
-La llevare a su casa. Ella no va a conducir -el hombre mayor que había tomado la mano de Paula detrás de su espalda añadió.
-Sólo en tus malditos sueños, hombre - Pedro disparó al chico de pelo castaño rojizo una mirada de advertencia.-Voy a llevarla a casa - informó a todos, su tono desafiante que argumentaba. No había manera de que dejara a nadie cerca de ella en este momento. Era demasiado terriblemente vulnerable en su condición.
Paula puso una mano sobre su brazo, y él la miró a los ojos esmeralda líquidos, y luego rastrillo todo su cuerpo con la mirada. La camiseta que llevaba era delgada y húmeda, y pudo ver el contorno de su sujetador a través de la escasa, blusa escotada y obviamente húmeda. Llevaba pantalones vaqueros y zapatillas de deporte, y se dio cuenta por primera vez que su cabello estaba suelto, la masa de rizos rubios cayendo sobre sus hombros.
-Estaba haciendo Blow Jobs. Nunca los he hecho antes. ¿Quieres un Blow Jobs? - Paula le dijo, lamiéndose los labios de nuevo.
Pedro casi acabó en sus pantalones vaqueros.
Paula estaba sin duda un poco más allá de borracha, y no tenía idea de lo que estaba diciendo. No había engaño en su cara, sin expresión seductora. Ella simplemente le ofrece una bebida porque ella estaba en un estupor de embriaguez. Pero Cristo, al oír esas palabras de sus labios era una de sus fantasías más cachondas, y viendo lengua lamiéndose los labios pegajosos, casi lo mata.
Él le agarró la mano y tiró de ella hacia la puerta.
-Es hora de ir a casa, Paula
-Espera.- Ella retiró su mano de la suya y se volvió hacia Charlie. -Gracias, Charlie. Me divertí.
Charlie cogió el bolso de debajo de la barra y se lo entregó a ella.
-Que tengas un buen regalo de cumpleaños, Paula - dijo sinceramente.
Pedro la tomó de la mano, mirando la onda feliz de las personas que permanecen en la barra mientras la arrastraba hacia la puerta.
-Supongo que no querías un Blow Jobs. En realidad, son muy buenos - Paula le dijo alegremente mientras salían del bar.
-Por el amor de Cristo... deja de decir eso, Paula.- Pedro trató de sonar calmado, intentó mantener la desesperación en su voz. Si ella le preguntaba acerca de eso una vez más, su erección, sin duda iba a detonar.
Él la llevó hasta el coche y la ato en el asiento, antes de moverse hacia el lado del conductor.
Mañana, van a tener una charla muy en serio de su seguridad. O tal vez no habría ninguna charla... sólo la acción. Eso era lo que era bueno, y él planeó en asegurarse de que Paula estaba bien de ahora en adelante. Obviamente nadie parecía preocuparse por ella, y su capullo prometido que nunca le había importado.
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