domingo, 19 de agosto de 2018
CAPITULO 46 (QUINTA HISTORIA)
Pedro se sentó completamente inmóvil durante mucho tiempo, sorprendió al mirar a la puerta por donde había salido Paula.
Su café estaba tibio, pero se lo tragó todos modos, tratando de averiguar si lo que había sucedido era realmente verdad o si era sólo una muy viva fantasía que había evocado a causa de su necesidad por Paula.
Por qué no está funcionando?
Su primer choque había llegado cuando descubrió que en realidad era Paula en su escritorio. No había esperado que sea. No después de lo que había dicho la noche en que la había dejado para ir al hospital. Si hubiera estado tan cansada que en realidad no había escuchado lo que le había dicho?
Él podría haber detenido fácilmente lo que había ocurrido esta mañana, pero no había querido, ni siquiera había sido capaz de envolver su mente alrededor del hecho de que no había estado experimentando algún tipo de fantasía surrealista. Él tocó el empate en su escritorio, una prueba de que ella realmente había estado allí. Una parte de él quería ir y ver lo que había pasado ahora, no frente a cualquier realidad.
Maldición... en realidad lo había chupado.
Él preferiría conservar el sueño. Pero su relación con Paula nunca va a progresar hasta que se enfrentara, descubrió lo que estaba pasando en ese complicado cerebro de ella.
Él apretó el botón del intercomunicador.
- Paula, te necesito - admitió para sí mismo que las palabras más verdaderas nunca se habían
hablado.
Él esperó en la oficina, su polla se endureció cuando vio el vestido de aspecto inocente cuando, en realidad, fue un mecanismo de tortura para su polla. Se abrazó a su cuerpo en todos los lugares correctos, y caramba... era demasiado corto. Realmente ha sido uno de los trajes que había comprado para ella? Él lo odiaba. No... en realidad me encantó, pero no quería que otro hombre vea su cuerpo bien proporcionado en la prenda de vestir. Y desde luego no quería que nadie más lo vea lo que llevaba debajo. Era blanco, por el amor de Cristo. Pero Pedro acababa de decidir que la ropa interior blanca con lazos rosas lindos era la cosa más caliente que había visto nunca. Tal vez estaba hablando su hombre de las cavernas: haciendo que el color virginal, dulce quiera arrastrar fuera de Paula y corromperla tan pronto
como sea posible.
Paula se sentó frente a su escritorio, una taza de café en la mano. Se había fijado en su pelo, y se veía en cada pulgada, su asistente estaba de primera, compuesta. Maldición... incluso lo volvió loco.
-Me deseabas, señor Alfonso?- Preguntó cortésmente.
Sí. La quería bien. Pero nadie sabría nunca que la mujer sentada delante de él, hace unos minutos, había sido una diosa sexual de rodillas, chupando su polla hasta que su cabeza casi había soplado fuera. Se aclaró la garganta y preguntó:
-¿Qué ha pasado aquí esta mañana, Paula?
-¿Alguna vez te dije que no me gusta el nombre Paula? Mi madre solía llamarme así, y no me gusta ser llamada por ese nombre, por eso que
prefiero que la gente me llame a Pau -respondió en una voz tranquila e informativa - Y en cuanto a lo que sucedió? Creo que entró a la oficina sin decir una palabra. Entonces le traje su café... que casi nunca lo hago. Luego até a mi jefe multimillonario obstinado del infierno a su silla y procedí a darle una mamada hasta que tuvo un orgasmo. Creo que hice algo que he querido hacer desde hace mucho tiempo, igual que mis fantasías de que tocarlo de cualquier manera, quería hacerlo realidad. ¿Suena eso correcto? - Le preguntó descaradamente - Ah, entonces yo le devolví el empate que dejó en mi casa después de usarlo para darme orgasmos múltiples- agregó casualmente y tomó un sorbo de su taza, levantando una ceja interrogante a él.
Pedro casi se atragantó con lo último de su café.
-¿Qué demonios te pasa? - Preguntó Pedro, se retorcía en su silla de conocer a una Paula sin rodeos esta mañana.
-Nada me ha pasado. Te di una mamada, algo que realmente nunca se me ha pasado.
Santo Cristo! Ella estaba tratando de volverlo loco. El sabía que era.
-Nunca te voy a llamar por tu nombre completo de nuevo si lo odias. Deberías haberme dicho. -Hizo una pausa antes de preguntar:
-¿Recuerdas lo que te dije cuando me fui para ayudar a Kevin? ¿Has oído lo que dije?
-Te he oído - afirmó.
-¿Por qué sigues aquí?
-¿Por qué no lo estaría? Yo trabajo aquí - Ella dejó su café sobre la mesa y puso las manos sobre la superficie de la madera, dándole una mirada terca -Asumo que lo que querías decir esa noche es que tuviste un sueño premonitorio acerca de tus padres, y lo ignoraste, pensando que era sólo una pesadilla. Por lo tanto, te culpas debido a que no sabes lo que pasó. No mataste a tus padres, Pedro. Tu padre mató a tu madre y luego a sí mismo. Padecía una enfermedad mental. Es hora de que dejes de torturarte porque no reconoces el sueño de la realidad. No fue tu culpa.
Pedro se abría a Paula, su fiereza atontándolo. Su mirada era salvaje y feroz, y protectora como el infierno. Y toda esa fuerte actitud protectora se centra en él.
-Fue la primera hora cuando sucedió - admitió. -Me odio por no haber salvado a mi madre. Si solo hubiera pagado por su cuidado…
-Tú no lo hiciste.- Paula hizo hincapié en cada palabra.-¿Qué más pasó después de eso?-
Pedro la miró, sorprendido.
-No sucede muy a menudo. Y a veces yo todavía no lo creo, pero actúo en él si sueño de que alguien muera o se lastime. La precognición no es aceptada en la ciencia convencional. No se supone que debe ocurrir. No hay pruebas de que aún existe.
-Y no hay ninguna prueba de que no es así- Pau disparó hacia él.
-Crees en ello?
Paula se sentó lentamente hacia atrás en su silla.
-Una vez me dijiste que yo era pragmática en la
superficie y una soñadora por dentro. Escribo fantasía porque creo que todo es posible, que todavía hay muchas cosas en este mundo que no podemos explicar. Así que trato de no descartar nada. No, no creo en muchas cosas. Cosas como la precognición no se pueden probar o refutar - Ella suspiró y le dio una seria mirada.-Pero yo puedo decir que totalmente creo en ti. Cuentamelo, Pedro. Por favor.
La comprensión de Paula, la compasiva mirada rompió a Pedro. Se cubrió la cara con las manos y habló.
-Como he dicho, realmente no sucede muy a menudo. Tienes razón sobre lo que pasó con mis padres. Mirando hacia atrás, no es difícil de lamentar que no prestaba atención, pero pensé que era sólo una pesadilla. Entonces empecé a tener sueños recurrentes sobre Mia. La primera vez, soñé que estaba siendo abusada. Ella todavía estaba en la escuela, y volé allí sólo para asegurarme de que ella estaba bien. Pero los sueños eran correctos. Estaba con un novio abusivo, el mismo estúpido que intentó hacerle daño a ella una vez que salió de la cárcel después de que lo puse allí por abusar de ella. Estuvo casada con Mauro cuando salió de la cárcel y fue tras ella la segunda vez, y tuve un sueño que ella estaba huyendo, Mauro y Kevin la encontraron, y su ex mato a todos.
-Así que por eso ella se escondió, ¿por qué no le dijiste a Kevin y Mauro? Y la salvaste del novio abusivo cuando estaba en la escuela. Tus sueños en realidad la salvaron dos veces - dijo Pau sin aliento. -Eso es increíble.
-No sabía que el accidente de Kevin iba a suceder. Deseo como los demonios que lo hubiera sabido. Pero la noche que desperté, sólo había tenido un sueño que se encontraba en una sala de espera del hospital, angustiado. Yo sabía que algo estaba mal, pero no sabía lo que había sucedido. Por desgracia, no fue una advertencia. Los sueños ocurren por casualidad, y a veces no lo suficientemente pronto para evitar cualquier cosa. Y tuve un sueño vago sobre Sofia que su ex marido trataba de matarla. Por eso le pregunté a Gustavo si podía permanecer cerca de ella, mientras que su pierna rota se estaba curando. Yo tenía el mismo sueño vago la noche antes de que ella fue atacada por su ex marido.
-Y Gustavo le salvó la vida - Paula terminó, que ya ha escuchado esa historia de Sofia.
-Sí - admitió Pedro.
-Porque tu familia no lo sabe?
-No - respondió con irritación Pedro.-¿Qué voy a decir, Pau? Van a pensar que estoy tan loco como mi padre.
-No, no lo harán - Pau respondió, su voz enfurecida - Ellos nunca piensan eso. Pedro, tienes un don, un regalo que salvó tanto la vida de Mia y Sofia. No es nada de qué avergonzarse.
Él la miró con recelo.
-Mi padre era certificable, Pau. Y no es un regalo. Creo que es una maldición maldita. No es predecible. No siempre ayuda
-Me has ayudado. Entiendo tu frustración por no tener control sobre él. Pero salvaste a tu hermana y tu cuñada.
-Me hace diferente. Separado de todos los demás. Siempre lo he odiado - gruñó Pedro.
-Pero sí, ya que ayudó a Mia y Sofia lo prefiero y ser diferente de ver que ninguno de los dos hizo daño. Te hace especial. Y permites que se separen de ti. Especialmente de tu familia - argumentó Paula.
-No estoy diciendo que tienes que decírselo al mundo entero, pero a las personas que se preocupan por ti, van a entenderlo. Creo que lo aceptarían mejor de lo que piensas.
¿Realmente? Pedro pensó en lo que se imaginaba la reacción de Paula sería, y que había estado totalmente equivocado. ¿Era posible que él tuviera tanto miedo de que la gente pensaría que estaba tan loco como su padre y que estaba exagerando?
-Voy a pensar en ello - se quejó.
-Gracias -dijo Pau, con la cara iluminada en una sonrisa.
Pedro sentía como si acabara de darle un puñetazo en el estómago. Quería decirle a Pau lo mucho que significaba para él que ella pudiera aceptar como estaba, pero no sabía cómo.
-Me alegro de que no me dejaras - le dijo con voz ronca. No es exactamente lo que había querido decir, pero quería decir esas palabras también. En realidad, estaba más que contento. Todo su mundo se había derrumbado cuando él pensó que nunca volvería a verla, que no volvería a ver su dulce sonrisa dirigida a él en el futuro. Tomar la posición y esas palabras traviesas y sucias de esta mañana casi le habían hecho arrastrar, y ella era en realidad estaba convirtiéndose en una maldita, y le encantó. Paula estaba empezando a reconocer su propia sexualidad, y se encontró con que en ciernes de audacia erótica como el infierno. El hecho de que ella no lo había rechazado debido a su peculiar habilidad de precognición, y de hecho había aceptado con bastante facilidad, había sellado su destino. Ella era suya para siempre. Ella no se había dado cuenta de todo todavía.
-Vale la pena luchar, Pedro, incluso si lo hicieras probando mis límites un poco.
Odiaba la vulnerabilidad en su voz.
-Baby, no hay límites entre nosotros. Puedes cruzar las líneas conmigo en cualquier momento. Sobre todo, como lo hiciste esta mañana - dijo con voz ronca, tratando de no recordar, observándola sobre él con tal entusiasmo desenfrenado.
-Quiero que confíes en mí - dijo, un poco triste.
-Lo hago. Es en mí en quien no confiaba. ¿Perdóname?
Pedro la observó mientras ella fingía contemplar sus palabras por un minuto, un período de tiempo en el que ni siquiera respiró.
-Mmm... supongo. Pero puede ser que tome un poco de decisiones de tu parte - Ella le dio una sonrisa sensual.
-Dímelo - acordó con avidez, finalmente, tomó una respiración. No había nada que no estaba preparado para darle a Pau.
Ella sacó un manuscrito encuadernado de su lugar a su lado de la silla.
-Lee el siguiente libro y dame tu opinión sincera. Tenía tiempo para terminarlo mientras yo estaba de vacaciones.
Pedro ni siquiera había notado que ella había llegado a la oficina con ella, probablemente porque había estado demasiado ocupado notando su polla con dispositivo de tortura de un vestido. Él lo agarró con impaciencia, contento de que ella había terminado el próximo libro.
-Eso no es un maquillaje, corazón. Eso sería un placer.
-Entonces puedo tener una cosa más? - Se preguntó vacilante.
-Dime.
-¿Me dejas que te toque como lo hice esta mañana de ahora en adelante?
Pedro casi gimió en voz alta. Pau lo mataría, pero en el buen sentido. Él le estaba dando todo lo que quisiera, y su única petición era poder tocarlo más? Era un maldito millonario, capaz de hacerle cada sueño realidad , sin embargo, todo lo que parecía querer era... él.
-Si lo haces, es mejor que estar listo para un polvo rápido - le advirtió peligrosamente.
-No hay problema - le dijo con una sonrisa maliciosa.-Te recuperas muy rápidamente.
Ahora que era la verdad cuando se trataba de Pau. Tenía otra erección dentro de los cinco minutos de que la follara.
-Voy a tratar - se quejó.
Su rostro se iluminó con tanta alegría que Pedro decidió que la dejaría hacer cualquier maldita cosa que quería hacer con él, siempre y cuando ella lo mirara exactamente de esa manera para el resto de su vida. Ella podría ser la muerte para él, pero que moriría siendo un hombre muy feliz.
CAPITULO 45 (QUINTA HISTORIA)
Pedro, obviamente, había llegado a la planta superior, la tranquilidad habitual cae sobre los empleados mientras se abría camino a su oficina.
Paula hizo su habitual cuenta atrás:
-Cinco…
-Cuatro…
-Tres…
-Dos…
-Uno…
Pedro se dirigió a través de las puertas exactamente a la hora, pero no dijo una palabra.
Él lanzó una mirada de soslayo, frunció el ceño y se dirigió a su despacho sin decir una cosa, una maldición para ella.
De alguna manera, Paula ya se había esperado esa reacción. Ella se puso de pie, alisándose el vestido color crema de cachemir, disfrutando de la sensación del material bajo sus dedos. Era perfectamente profesional, con un cinturón decorativo que recorta la cintura y colgado cómodamente en sus caderas. Pero fue un poco más corto que su estilo normal, el dobladillo golpeaba por encima de las rodillas, y el material adherido a cada curva. Los tacones de aguja a juego eran sencillos pero elegantes, y le encantó todo el conjunto. Ella sólo intentó no encogerse cuando se imaginó lo que el conjunto tal vez le costó.
Ella sacudió la cabeza mientras se dirigía a la cocina y le sirvió una taza de café. Pedro nunca iba a dejar que regresar ninguna de las prendas
que había comprado, pero bien podría llevarlos.
No se molesto en llamar, Paula abrió la puerta de la oficina de Pedro, la cerró silenciosamente detrás de ella, y colocó la taza en su escritorio.
-El café, señor Alfonso.
Sus ojos no se apartaban de la pantalla del ordenador.
-Bien - se quejó.
Ella tenía razón. Pedro se ocultaba, y haciendo un pésimo trabajo. Su conciencia de sí era eléctrica en el aire. Tiempo de medidas más drásticas.
-Dejaste algo en mi casa - le dijo en voz baja, sensual.
Miró hacia arriba y luego, girando sus ojos oscuros cuando vio su corbata negra colgando de sus dedos. Se inclinó hacia adelante, llegó a ella con el ceño fruncido, pero Paula lo mantuvo alejado. Moviéndose alrededor de la mesa, se colocó detrás de su silla.
-Yo no lo creo, Pedro - Ella tiró de sus hombros contra el respaldo de la silla y le puso la corbata alrededor de él, aplastándolo y haciendo un nudo apretado que limita su cuerpo por los codos.
Pudo haber luchado con facilidad, pero él sólo estuvo sentado allí sin habla mientras se movía alrededor delante de él y ronroneó:
-Creo que desde que te di tu aperitivo, puedes pagarme por darme el desayuno - Ella se inclinó hacia abajo antes de que pudiera decir una palabra, lanzando sus dedos por el pelo y le dio un beso, un abrazo que iba en serio. Él respondió de inmediato, con la lengua luchando con la de ella mientras ella lo besó profundamente, con languidez, elimina una de las manos de su cabello y comenzó a desabrocharle la camisa inmaculada, tirando hacia fuera de su cintura y le abrió todos los botones que podía llegar a como ella mordisqueó su los labios y los calmaron con la lengua. Cuando aflojó todos los botones, pero en la parte superior unos pocos se quedaron restringidos por la corbata, alejó su boca de la suya y se enderezó. Colocó un pie en la silla de cuero, entre las piernas, y le dio un empujón, sólo lo suficiente para permitir que ella se ponga las rodillas.
Una cosa que siempre le había molestado era el hecho de que Pedro no dejó que lo tocara de esta manera, también preocupado por la pérdida de control antes de que la satisficiera.
¿No sabía que tenía que tocarlo tanto como él quería tocarla?
-Paula, que mierda haces? - La voz de Pedro era ronca y profundamente excitado.
-Estoy explorando... - ella le dijo, dando sus propias palabras de nuevo a él - Quiero saber lo que te gusta. Dime lo que te gusta-Ella separó el material de la camisa y trazó la lengua por el Phoenix majestuoso de su pecho. Le había dicho por qué y cómo había se lo había hecho, que simboliza su dedicación a la tormenta de la controversia después de la muerte de sus padres.-Eres tan fuerte, Pedro.
Mordió uno de sus pezones y luego con la lengua. Su cuerpo se tensó, pero él no se movió, no luchó.
Ella repitió la acción sobre el otro, y luego deslizó la lengua hasta su abdomen, gimiendo al sentir el contacto de su piel mientras sus dedos se arrastraron por el mismo camino. Sus dedos ágiles desabrocharon el cinturón, abrió el botón de sus pantalones y bajó la cremallera. Ella tiró de sus calzoncillos bóxer negro, liberando su pene, que casi parecía que se retorcía con ansiedad y totalmente erecto. Ella envolvió sus dedos alrededor del miembro hinchado y suspiró mientras lo miraba a él, con la cabeza inclinada hacia atrás, los músculos con venas en su cuello esfuerzo.
-Dios, eres el hombre más caliente que he visto en mi vida. Y eres el mío, Pedro -Ella le apretó el
pene ligeramente -Esto es mío - Ya había descubierto que le gustaba que ella lo reclamara.
-Jesús, Paula. Si no dejas de tocarme, voy a explotar - Pedro con voz ronca, moviendo la cabeza para mirar hacia ella.
Sus ojos se encontraron en el choque de voluntades, pero Paula estaba decidida a ganar esta vez.
-Esa es la idea, tipo grande.- Ella se humedeció los labios con avidez -Quiero mi desayuno. Y quiero probarte hasta perder la cabeza.
-Ya no - respondió oscuro.
-Aún no. Pero va a ser. He querido esto desde la primera vez que me besaste. Es una de mis fantasías. Y yo estoy a cargo en este momento.
Ella sabía que en realidad no lo era, que él la estaba dejando hacer esto, pero no importaba.
-Es mi fantasía, también - gruñó Pedro.
Paula quería preguntarle por qué él nunca la dejó hacerlo, pero ella ya sabía la respuesta.
Pedro era totalmente desinteresado cuando se
trataba de darle placer. Lo que no se dio cuenta era que le gustaba que le diera el mismo éxtasis.
Tomo su pija con la boca, Paula hizo girar la lengua por la sensible cabeza de su pene, lamiendo una gota de humedad salada que salpicaba la punta, chupó pausado.
-Vas a matarme - se quejó Pedro, enhebrando sus manos por el pelo, haciendo que su pinza de pelo caiga al suelo.
Dejó que la punta de su pene fuera de su boca.
-¿Te gusta eso? -Preguntó inocentemente, imitando lo que le había hecho a ella hace apenas un par de noches.
-Joder, sí. Es sólo que no entiendo nada de esto - jadeó.
-No es necesario. Sólo... se siente - Paula envolvió sus labios alrededor de su polla y lo llevó profundamente a su boca, dejando que su garganta se relajara. Pedro era grande, pero ella lo llevó hasta donde fue posible, apretando sus labios alrededor del eje, ella lo dejó deslizarse dentro y fuera.
-Cristo. Me muero - Pedro gruñó, agarrando un puñado su pelo, sus caderas bombeando.
Paula saboreó cada gemido que salió de la boca de Pedro cuando ella suavemente tocó sus testículos, tratando de llevar su polla aún más profundamente en su boca. Ella aumentó lentamente su velocidad, Pedro cada vez más exigente, sus caderas se sacudieron para encontrarse con su boca.
Paula no se detuvo mientras inclinó sus ojos hacia arriba, viendo a Pedro mientras la miraba, como si remachada a la vista de ella mientras le hace una mamada.
-Mierda. Mierda. Mierda. Voy a venir, Paula -Pedro le dijo en un tono gutural.
Y lo hizo, su polla derramando su liberación caliente en la parte posterior de su garganta mientras su cuerpo se sacudió y gimió su nombre una y otra vez. Paula mantuvo la boca en él, saboreando cada gota de su placer, su lengua jugando con la cabeza de su polla hasta que se dejó caer en la silla, obviamente saciado.
Ella gentilmente lo metió de nuevo en sus calzoncillos y puso sus ropas de nuevo juntas.
Sus ojos aún estaban cerrados cuando se trasladó a la parte posterior de la silla y le suelto el nudo de la corbata.
-¿Por qué? - Preguntó Pedro en voz confusa.
-Porque quería - respondió ella con dulzura. Se inclinó y recogió su pinza de pelo del piso.
-Jesús. ¿Qué llevas puesto? - Explotó Pedro.
Paula le sonrió.
-Uno de los vestidos que me compraste. Yo no tenía ninguna ropa interior a juego, así que compré la mía.-Ella sabía que había visto las bragas atractivas y la parte superior de sus ligas.
Lo había hecho a propósito. Levantó el dobladillo del vestido, ella le dio una ojeada al blanco conjunto de abajo.
-¿No es dulce? - Fue bastante modesta, blanco con pequeños arcos de color rosa.
Pedro la miró boquiabierto mientras dejaba que el dobladillo fuera hacia abajo y se arregló el pelo de nuevo en un pequeño espejo decorativo en la pared.
Pavoneándose hasta la puerta, ella sacudió la corbata por toda la habitación y los reflejos rápidos de Pedro la atraparon en el aire.
-Para la próxima vez que estés travieso.- Ella abrió la puerta, mirando hacia atrás en él. - Disfrute de su café, Sr. Alfonso. Pero sólo para el registro, todavía no va a conseguir su café todos los días. Hoy fue especial.
Ella salió de la oficina, cerrando la puerta tras ella. Su corazón todavía latía desaforado, con las rodillas débiles, sabiendo lo que acababa de hacer había sido un riesgo. Pero ella ya había decidido que una vida sin algún riesgo no valía la pena vivir. Con el riesgo llegó la esperanza. Y ella mantendría vivas las esperanzas de Pedro hasta que toda su creencia en él se había ido, hasta que no hubiera oportunidad para ellos. Valió la pena. Había vivido en la oscuridad durante demasiado tiempo, y lo necesitaba para conquistar sus demonios o dejar que destruyan su vida. Había estado allí cuando ella necesitaba a alguien que crea en ella, y quería hacer lo mismo por él. Porque, la verdad era que ella confiaba en él más que cualquier otra persona en la tierra. Ahora sólo tenía que confiar en sí mismo.
Paula fue al baño y se limpió antes de regresar a su escritorio.
Se quedó en la puerta de la oficina de Pedro por un largo tiempo antes de volver al trabajo.
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