miércoles, 15 de agosto de 2018
CAPITULO 34 (QUINTA HISTORIA)
El problema era, Paula sabía que Pedro nunca hizo amenazas vacías, y la última cosa que quería era reemplazar una ventana. Lo haría sin pensarlo. Una parte de ella estaba enojada porque la estaba amenazando, pero otra parte fue tocada porque parecía como si verdaderamente se preocupara. Nada de esto fue culpa de Pedro. Lo menos que podía hacer era mirarlo a la cara, le haría saber que estaba bien.
Después de pasarse una mano por la cara una vez más, le abrió la puerta. Si él estaba convencido de que se encontraba bien, se iría.
Ella abrió la puerta y la expresión de preocupación en su rostro le daba ganas de arrojarse en sus brazos y llorar hasta que se gastaran sus emociones. Pero en cambio, volvió la cabeza y le dijo débilmente,
-Estoy bien. He tenido un mal día. Siento que hayas tenido que conducir todo el camino hasta aquí.
Pedro musculoso hizo su camino más allá de ella y cerró la puerta. Él inclinó la cabeza en alto y la evaluó por varios segundos antes de hablar.
-Has estado llorando. ¿Qué pasó? No hay ningún problema suficientemente grande como para hacerte llorar. Puedo arreglarlo.
Paula lo miró entonces, sus ojos barriendo sobre su traje impecable y la corbata. Cuando su mirada se posó en su cara, ella se sorprendió por el ardor de su expresión. Pero eso fue Pedro. Era un fijador de problemas, grandes y pequeños. Por desgracia, no pudo arreglar su agitación emocional o su mente disfuncional.
-Ricardo estuvo aquí. Él quiere volver a estar juntos -Ella se apartó de él y entró en la sala de estar, alejándose de la tentación de decirle todo. -Nosotros discutimos. Me ha dejado un poco sacudida. Voy a estar bien.-Ella estaría bien. Tan pronto como pudo enterrar a sus sentimientos de inutilidad y culpa lo suficientemente profundo donde nadie pudiera verlos.
Pedro la agarró por la cintura y la giró hacia él.
-¿Te lastimó? Te tocó? Si lo hizo, juro que lo mato.
-No. Acabamos de tener un desacuerdo. No era nada realmente - respondió ella, tratando de
mantener su voz tranquila.
Pedro la agarró por los hombros.
-¿Qué pasó? Dime que no tienes en cuenta ni por un momento de volver con ese bastardo de nuevo - dijo con voz ronca, notas de la demanda y la desesperación en su voz.
-No lo haré. Yo no lo haría. Es sólo que...-Su voz se apagó, Paula se sentía pérdida en cuanto a la forma de explicar. Las lágrimas comenzaron a formarse de nuevo, las gotitas corría por sus mejillas por la frustración y el dolor.
Pedro la tomó en sus brazos y se sentó en el sofá, manteniéndola en su regazo.
-Dime - Su voz era baja y persuasiva, con los brazos reconfortantes.
Paula se quebró como una rama de árbol rota colgando en el viento que por fin había dado paso a la presión y había caído al suelo. Ella le dijo a Pedro todo entre sollozos rotos, purgándose de las emociones que la había estado plagando durante tanto tiempo. Después de que ella le contó su encuentro no deseado con Ricardo, ella explicó cómo había sido su padre mientras ella estaba creciendo y lo inadecuada que siempre había sentido.
-¿Por qué no puedo dejar de oír su voz en mi cabeza? El murió hace años - Paula terminado, frustrada consigo misma.
-Tal vez porque elegiste un estúpido como la próxima voz en tu cabeza. Qué te pareció que era todo lo que merecías, Paula? Un hombre que te iba a exprimir hasta la muerte, te trataba como una mierda, y te manipulaba? - Preguntó Pedro, con todos los músculos de su cuerpo tensos. -Yo sé que es malditamente difícil, que es de no creer todo lo que te dicen y enseñan de crecimiento. Pero créeme cuando digo que no mereces lo que has conseguido.
Paula miraba hacia Pedro, con la mandíbula apretada y sus ojos salvajes de ira.
-¿Cómo lo haces, Pedro? ¿Cómo se vive a través de lo que te han hecho en tu vida y no ser afectado por ello? - Se había criado con un loco, y algunas de las experiencias que había compartido la hicieron estremecerse.
Le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja suavemente mientras respondía,
-No lo hice. Me afectó. Pero tenía a Mia y a Kevin. Todos sabíamos lo que estaba pasando no era normal. Y crecí mientras yo estaba en la
universidad. Tenía que hacerlo. Mi padre no fue capaz de dirigir más la compañía. En el momento de terminar la escuela, yo lo había depuesto por incompetencia y tomé su lugar. Alfonso estaba empezando a tambalearse, y había demasiada gente que contaba con nosotros para proporcionarle una vida. La empresa no iba a soportar su comportamiento loco y la toma de decisiones erráticas mucho más tiempo.
-¿Te hizo sentir atado? eras libre? - le preguntó en voz baja.
-No me dolió - admitió Pedro.-Yo no lo hice por venganza. Lo hice para salvar la empresa que mi abuelo se rompió el culo para construir. Pero no voy a decir que una parte de mí no estaba convencido de que yo era finalmente capaz de despojar a mi padre de la potencia que había tenido sobre todos nosotros durante toda nuestra vida.
-¿Cuándo dejaste de tenerle miedo? - Paula preguntó con curiosidad.
-Tan pronto como llegué a ser lo suficientemente grande como para patear su culo -respondió Pedro, su mano acariciando su cabello con aire ausente - Él era el monstruo que había aterrorizado a cada uno de nosotros desde hace años. Finalmente me di cuenta
cuando terminé la escuela secundaria que yo no tenía que tener miedo de él nunca más. Cuando Kevin y yo fui a la universidad, le advertí que si alguna vez ponía una mano sobre Mia o
mi madre otra vez, lo mataría.
-¿Le pateaste el culo? - Preguntó vacilante.
Pedro se encogió de hombros.
-No tenía que hacerlo. Para entonces, no era más que una concha con una mente insana. Pero nunca tocó a Mia después de eso. O a mi
madre... hasta que realmente la mató.
-¿Lo habrías hecho de haberlo necesitado?
-Sí - Pedro respondió inmediatamente - Yo habría hecho cualquier cosa para evitar que le haga daño al resto de mi familia.
Paula alargó la mano y le acarició la mejilla, dejando que sus dedos vagaran en su cabello.
-Eres tan increíblemente valiente. Sé todo lo que pasaste y que tuvo que ser doloroso, pero
sobreviviste intacto.
Pedro soltó una risa.
-Tal vez no intacto, pero sí, he sobrevivido.
-Lo siento tuve otra crisis contigo.- Paula se sintió un poco tonta ahora. Después de todo lo que Pedro había atravesado en su vida, su historia fue leve en comparación.
-No - dijo Pedro voz ronca, apretando su brazo alrededor de su cintura -No minimices tus
emociones o lo empujes debajo de la piel. Deja de ser tan condenadamente dura contigo misma. No es tu culpa, Paula.
Paula tomó una respiración profunda, su mirada choca con Pedro.
-Necesito conseguir mis cosas.
Pedro se levantó, llevándola con él.
-Hay que empezar a escuchar nuevas voces. Y añadir la tuya propia, también.
-Voy a tratar - Paula le dijo firmemente, decidida a salir de sus viejos hábitos.
-Te ves hermosa, Paula - Dio un paso atrás. -Ahora quítate el vestido.
Los ojos de Paula se dispararon a la cara de Pedro, su intensa, implacable mirada haciéndola dar un paso atrás.
-¿Qué? -Ella sabía que no podría haberlo oído bien.
-Quítate. Ese. Vestido. O bien te lo quitas de buena gana o lo hago por ti, y probablemente no será usable después de que lo haga - gruñó.
-Q-qué? - Ella le había oído bien, y todo su cuerpo se inundo de calor.
-Debido a que vas a empezar a escuchar una nueva voz, y esa voz va a ser la mía mientras yo te hago acabar - Pedro se cruzó de brazos frente a ella y esperó.
CAPITULO 33 (QUINTA HISTORIA)
Paula cerró la puerta y echó el cerrojo, la madera golpeándolo en el culo en su camino hacia la puerta. Ella se quedó allí por un momento, todo su cuerpo temblando de ira.
¿Por qué sus púas todavía duelen? Ella no sentía nada más que odio por él nunca, pero su mente estaba plagada de dudas.
Que aumentó de peso.
Nunca tenías tiempo para mí.
Nunca has sido exactamente hermosa.
Te necesité. Nunca tenías tiempo para mí.
Racionalmente, sabía que era un maldito, pero por alguna razón, sus palabras negativas hicieron un rollo en el estómago.
Una lágrima rodó por su mejilla, y luego otra. Y ella no estaba segura de por qué estaba llorando. Tal vez fue debido a los años vacíos que había pasado con Ricardo, o tal vez fue a causa de sus comentarios de manipulación destinadas a hacerle daño suficiente como para dejar que regrese.
Se sentó en el sofá, tratando de darle sentido a sus pensamientos confusos. Ella había pasado de su padre alcohólico verbalmente abusivo a Ricardo, y ella pudo escuchar tanto sus voces en su cabeza. Su padre no había tenido alguna vez nada bueno que decir cuando no estaba en un estado comatoso, divagando sobre cómo había muerto su madre, dejándolo con un niño feo que no apreciaba alimentar. Paula sabía que eran las divagaciones de un alcohólico amargo, pero todavía había algo en la forma de cómo se sentía acerca de sí misma. Y entonces ella había conocido a Ricardo, y aunque él ocultó su crítica por debajo de una capa de manipulación, su menosprecio velado la había herido tan mal.
Si hubiera querido ser amada con tanta desesperación que había estado dispuesta a tomar lo que Ricardo tenía que ofrecer porque era mejor que nada?
Un sollozo estrangulado salió de la boca de Paula, sus lágrimas cayeron más fácilmente.
Realmente, todo se reducía al hecho de que ella había querido ser amada.
-Nunca me amó -susurró con voz angustiada - Y no creo que alguna vez lo quise.- Ricardo la había utilizado, y de una manera, se había acostumbrado, también. Había querido llenar la dolorosa soledad en su interior, y se había engañado a sí misma en creer que si trabajaba lo suficiente, si le daba lo suficiente para Ricardo, él la ama -Soy una mujer estúpida, estúpida - Ella no había querido a Ricardo tampoco. Ella sólo se había convencido de que lo hizo porque tal vez él tenía razón. Tal vez se había sentido que era el mejor que había tenido o que él era todo lo que merecía.
Paula sollozaba abiertamente cuando sonó el timbre. Conteniendo sus emociones, se pasó a toda prisa palmas de sus manos sobre sus mejillas, intentando ocultar sus lágrimas.
Pedro.
Cualquier emoción que había sentido anteriormente acerca de una noche con su jefe había huido. Ella no quería salir con él. No quería ver a nadie. Todo lo que necesitaba era un poco de tiempo para recomponerse de nuevo. Al ver a Ricardo le había dejado un desastre, emocionalmente vulnerable. No había manera de que pudiera hacer frente a Pedro en este momento. Sus emociones estaban demasiado cerca de la superficie.
Se dirigió a la puerta, pero ella no lo abrió.
Comprobó por la mirilla, podía ver la cara de Pedro.
-Tengo que cancelar esta noche. No me siento bien - le dijo a través de la puerta con la voz más tranquila posible -Lo siento.
-¿Estás enferma? - la voz barítono de Pedro sonaba preocupada.- Abre la puerta, Paula.
-No puedo. Puede ser que sea contagiosa. Te llamaré cuando me sienta mejor -Su voz tembló, y se maldijo por la ansiedad que se deslizo en su tono.
-Estas molesta. Abre la puerta ahora - exigió Pedro.-No me iré hasta que no vea si estás bien.
Maldita sea. ¿Por qué Pedro tiene que ser tan condenadamente persistente? Y obstinado!
-¿Por qué no puedes sólo desaparecer? No quiero ver a nadie en este momento - Su desesperación para deshacerse de él la hizo romper su pretensión de estar enferma.
-No estás enferma. Estas molesta. Abre la puerta o te voy a romper una ventana - Pedro amenazada ominosamente.
CAPITULO 32 (QUINTA HISTORIA)
La cara que recibió no era la que había estado esperando, y la ligera sonrisa en sus labios se
convirtió en un ceño al ver a su ex novio de pie en su puerta con un par de pantalones vaqueros y una camiseta, más despeinado de lo que nunca lo había visto. Paula miró su cabello castaño claro, a la espera de registrar las emociones que debería estar sintiendo. Pero se sentía... nada.
-¿Qué quieres? - Le preguntó con calma, sin desear nada más que se fuera.
-Quiero volver, Paula - Ricardo le envió una mirada atormentada.
-No - respondió simplemente. ¿Se piensa seriamente que incluso lo consideraría? Ella podría ser codependiente, pero no era esa maldita patética.
Se dirigió a su alrededor y en el vestíbulo.
-Hiciste que me despidan. Creo que al menos me debes un lugar para quedarme.
Paula cerró la puerta y se enfrentó a él.
-No hice que te despidan. Y deberías estar en la cárcel por el dinero que me cobraron a mí después de que tiraras a otra persona en esta casa y nos separamos.
-Mierda. Mi jefe sabía exactamente lo que sucedió. ¿Cómo iba a saber eso? No pensó que era el comportamiento apropiado para un nuevo
profesional en la práctica. Son todos hombres de familia. ¿Cómo lo habría descubierto, si no fue por ti? Tú, yo, y Amber eran los únicos que lo sabían - dijo Ricardo con amargura.
Paula apretó los dientes.
-Vete. Quédate con tu nueva novia. No te alojaras aquí.
-Amber no quiere que me quede con ella. Ella dijo que ha reconsiderado nuestra relación y ella rompió conmigo - Su tono tiene un toque llorón y menos enojado.
Tal vez porque eres un hijo de puta tramposo!
¿Su novia siquiera lo sabía, o Ricardo hizo un poco de historia fantástica por la mujer que había comprado y porque ella era joven e ingenua?
-¿Ella sabía que estábamos comprometidos?
-Yo le había dicho que estábamos teniendo problemas. Los estábamos teniendo, Paula. Fuiste ganando peso, y llegaste a casa todas las noches con olor a alcohol, grasa, y cigarrillos del bar. No era precisamente bueno para nuestra relación romántica. Nunca tenías tiempo para mí. Te necesitaba, pero nunca estabas allí. Sé que no debería haberlo hecho, pero estuvimos juntos cinco años. ¿De verdad quieres renunciar a todo eso por un error? Debemos tratar de nuevo - Sus ojos azules no tenían remordimiento. Su mirada se calculó y también lo fueron sus palabras - Yo iba a reembolsártelo. Necesitaba algo hasta que empezara a cobrar. Había estado pensando en nosotros de todos modos. Creo que podríamos haber trabajado todo. Lo planificaste durante años. Llegaste a ser demasiado dura contigo todo el tiempo.
Bastardo! Necesitaba el dinero para comprar cosas para impresionar a su nueva mujer. No hay duda de que no había pensado ni por un segundo de ella hasta que su novia comenzó a tener dudas.
Ella tomó una larga y dura mirada a Ricardo. Él era físicamente atractivo, pero la visión de él hizo que sus entrañas se agiten. Este hombre, este idiota infiel, había sido toda su vida durante años. Ahora, quería que lo llevara de vuelta? Él no era más que un culo; él era un sociópata.
-Así que volviste corriendo aquí hasta que encuentres otro trabajo y otra mujer para coger?
-Paula, te necesito. No me di cuenta de cuánto hasta que no te tuve más.
Sus ojos recorrían su rostro y el cuerpo.
-Te ves bien. ¿Has perdido peso?
Ella apretó los puños, tratando desesperadamente de no dejar que se salga con la suya. Este hombre había sido su vida, su razón de existir, hasta que él había arruinado todo.
Él está tratando de hacer que se sienta culpable.
Él está tratando de llegar a mí, hacer que me sienta como si estuviera justificada la causa de su comportamiento.
Tal vez ella no había estado allí cada vez que él la necesitaba, pero que había estado trabajando para ellos.
-He trabajado mi culo fuera para ti, Ricardo. Y yo no soy responsable de que perdieras tu puesto de trabajo. Y sí, deje que mi apariencia se vaya porque necesitaba dormir más de lo que necesitaba un corte de pelo o una manicura. Y sí, he ganado unas pocas libras porque no tengo tiempo para hacer ejercicio o hacer dieta. Estaba demasiado ocupada preocupándome por ti y lo que querías.
- Paula, lamento…
Ella levantó la mano para silenciarlo.
-La única cosa que lamento es perder cinco años de mi vida en ti - Ella tiró de la puerta y tiró de par en par.-Ahora lárgate de mi casa.
Ricardo le lanzó una mirada de enojo, ya no se escondia detrás de su fachada de remordimiento.
-Te arrepentirás de esto, Paula. Hemos construido una vida juntos. Estabas tratando de conseguir que vuelva por hacerme perder mi trabajo. Pero voy a conseguir otro, y te odio a ti por no darnos otra oportunidad.
-Sal - escupió con rabia, con la mano en el pomo de la puerta temblando.
Ricardo se dirigió lentamente hacia la puerta, caminando con una expresión asesina.
-Estás tirando todo por la borda. Todo por lo que trabajaste tan duro. No eres tan joven, y nunca has sido exactamente hermosa. Yo era el chico de mayor éxito ¿Alguna vez vas a encontrar otro?
CAPITULO 31 (QUINTA HISTORIA)
Paula se estudió en el espejo de cuerpo entero en su dormitorio. No fue hasta las cinco y media, pero ella estaba tan lista como iba a estar. El vestido rojo era simple, el escote un poco más de lo que por lo general le gustaba, y se aferró a sus caderas de manera que no creía que ella tenía tan buena figura. Pero ella pensó que parecía aceptable. Ella se había tomado el tiempo con su pelo y maquillaje, dejando su cabellera rubia acariciar su espalda y hombros.
El dobladillo del vestido llegó casi hasta las rodillas, y las mangas tres cuartos tapó la erupción de los raspones. Los tacones de aguja de tres pulgadas hizo que caminara un poco con cuidado, pero estaría bien.
Paula deseó, no por primera vez, ser delgada y bonita. Suspiró mientras le daba la espalda al espejo, castigándose a sí misma por no cuidarse. Ella era simplemente iba a cenar con el jefe. Pedro mirándola con hambre en sus ojos, pero todavía tenía un tiempo muy difícil creer que un hombre como él la deseaba realmente, o por qué se hizo realidad. Tal vez estaba tan solo como ella estaba a veces.
Incluso cuando había estado comprometida con Ricardo, se había sentido sola. Ella no había tenido realmente tiempo para pensar en ello entonces.
Tocó la cadena alrededor de su cuello mientras caminaba por las escaleras con cuidado, con el corazón aligerado mientras pensaba en Pedro y la fe que había tenido en ella cuando él le había dado el unicornio. Ella no lo hacía, ella no creer tener demasiada atención que Pedro le estaba dando. Aunque puede ser bueno para su ego, que no podía ser nada más que su comportamiento que aligerar su estado de ánimo, y tal vez un falso sentido de la responsabilidad de su accidente en el estacionamiento.
Los hombres como Pedro Alfonso no estaban interesados en las mujeres como ella.
Sí. Tal vez sería mejor para ella si él estaba en el medio las mujeres, pero tener una breve relación con él no sería bueno para ella. Dejaría sus sentimientos aún más vacíos cuando se hubiera terminado. Tenía que recordar eso.
El timbre sonó y sus ojos volaron al reloj. Venía veinticinco minutos antes. Su pulso se aceleró mientras caminaba hacia la puerta y agarró el mango, preguntándose si realmente debería haber enviado esa imagen de la ropa interior roja que llevaba. Había sido un impulso, un momento travieso raro en ella. Ahora, se preguntó lo que él diría.
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