sábado, 30 de junio de 2018
CAPITULO 6 (SEGUNDA HISTORIA)
10 de enero, 1997
Pedro y yo no tenemos ninguna clase juntos este cuatrimestre, pero raro es el día que no hablo con él.
No sé si podría aguantar no hablar con él o no ver esa cara suya. Me hace reír cuando estoy cansada y de mal humor y, por mi parte, siempre tengo a mano una crema analgésica para cuando ha llevado su cuerpo al límite después de muchas horas de trabajo. Él intenta levantarme el ánimo mientras que yo intento aliviarle el dolor. Me imagino que eso es lo que es la amistad. Como otras veces, hoy se quitó la camiseta para que yo pudiera ponerle crema en la espalda. Cada vez se me hace más difícil evitar que me tiemblen las manos, y me odio por eso. Pedro y yo somos amigos. Es un gran apoyo y siempre puedo contar con él. ¡Soy asistente de enfermería, por el amor de Dios! No es que no conozca el cuerpo humano. Es simplemente que… es el cuerpo de Pedro. Su piel, siempre tórrida, sus músculos tensos. A veces gime emitiendo un intenso, viril, suspiro de alivio cuando le pongo la crema en la espalda y yo me mojo entre las piernas y se me erizan los pezones. Empiezo a pensar en cosas que no son su dolor de espalda. Sé que no debería.
Pero no puedo evitarlo. A mi edad, muchas mujeres ya lo han hecho, pero yo no. Nunca quise. No hasta que conocí a Pedro. Pero él es mi amigo y tengo que recordármelo cada día, aunque mi corazón y mi cuerpo deseen mucho, mucho más
CAPITULO 5 (SEGUNDA HISTORIA)
12 de diciembre, 1996
Hoy Pedro me ha dicho algo que me ha parecido extraño. Me ha dicho que mi amistad le ha hecho querer ser mejor. No sé muy bien por qué lo dice y él se limitó a encogerse de hombros cuando le pregunté qué quería decir. ¿Cómo podría ser mejor de lo que es? Trabaja como una mula, hace lo que puede por su familia y estudia para ensanchar sus horizontes. ¿Acaso piensa que el dinero hace a alguien más valioso?
Si lo piensa desearía que no lo hiciera.
Pedro Alfonso está muy bien como está. Es
perfecto. Solo me gustaría que no trabajara tan duramente.
CAPITULO 4 (SEGUNDA HISTORIA)
14 de noviembre, 1996
He estado tan ocupada que no he tenido oportunidad de escribir durante algún tiempo.
Estoy haciendo todos los turnos dobles que puedo en el asilo de ancianos, además de mis clases. Tengo que reunir el suficiente dinero para pagar la matrícula del próximo cuatrimestre. Esta noche Pedro me ha llevado a
su apartamento para estudiar y hasta parecía algo avergonzado porque se tratara de un estudio y no en el mejor de los vecindarios. No sé de qué tiene que sentirse avergonzado.
Trabaja muy duramente.
Su trabajo en construcción es un trabajo físico y sé que normalmente trabaja de mañana a tarde casi todos los días de la semana. Quiere ahorrar el suficiente dinero para traer a su madre y a su hermano pequeño a vivir a Tampa. Pedro habla mayormente del futuro, probablemente porque su pasado no ha sido tan bueno. Lo entiendo bien. Yo también prefiero pensar en el futuro.
Hace solo unos meses que conozco a Pedro, pero se ha convertido en el mejor amigo que he tenido nunca, después de Crystal, pero ella hace años que se fue. Me veo como una tonta por haber dudado de él. Es una buena persona, el mejor de todos los hombres que he conocido y quien más me alienta a perseguir mis metas.
Tan solo me gustaría que dejara de llamarme cielo y de quitarme la goma del pelo porque dice que es una lástima atar un pelo tan hermoso.
¿Está ciego? ¡Mi pelo es un desastre!
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