lunes, 30 de julio de 2018
CAPITULO 21 (CUARTA HISTORIA)
Apiló el alto sándwich, cargando con todo tipo de alimentos que pudo encontrar. Después de colocarlo delante de ella, colocó una servilleta junto al plato. Rebuscó en el armario, comenzó a apilar varias cajas de galletas y fichas sobre la mesa.
¿Qué más?
-¿Qué estabas mirando cuando entré? - Preguntó con ansiedad, listo para apilar todo el maldito refrigerador sobre la mesa.
-Una torta de chocolate - ella contestó en voz baja y algo asombrado.-Uno con las fresas y las
rebanadas de oscuro chocolate en la parte superior de la crema de vainilla.
Pedro sonrió.
-La torta de chocolate-fresa. Mi favorita. Mia lo recogió en nuestra panadería favorita - La sacó y le cortó dos pedazos enormes y las colocó en un plato, agarró dos tenedores y añadió el lote a la mesa. Después de servir dos vasos grandes de leche, finalmente se sentó, notando que Paula seguía mirando la comida en la mesa. -Come - le dijo.-Si no comes por ti misma, te juro que te tiro en el suelo y que te alimento forzada. Nunca vas a tener hambre de nuevo. Vas a caminar llena cada minuto del día - le dijo con seriedad.
Pedro sonrió mientras Paula puso una mano a la boca y ahogó una risita.
-No puedo comer todo esto -dijo ella, sonando divertida.
Pedro miró en la mesa una pila de comida.
-Come todo lo que pueda. Eso es parte de tu trabajo a partir de ahora. No más a escatimar en los alimentos. Lo considero un insulto si no comes. Obviamente, hay todavía cosas en tu pasado que tienes que reconocer que están mal y superarlos. Estamos solucionando el de la comida en este momento.
Tomó un sorbo de leche y comenzó con su sándwich monstruoso. Pedro abrió una bolsa de patatas fritas y empezó a alimentarla entre bocados de su sándwich. A mitad del sándwich que había creado, apartó el plato y puso una mano sobre su vientre plano .
-Estoy llena.
Pedro arrebató la otra mitad del sándwich de la mesa y empujó el pastel delante de ella.
-Come - Recogiendo el tenedor, lo puso en su mano.
Sus ojos se iluminaron mientras se cortó un pedazo pequeño.
-No he comido mucho chocolate. Esto se ve casi pecaminoso.
Pedro le sonrió, la captura de los ojos y manteniéndolos durante un momento.
- Lo es. Pero el pecado puede ser lo más divertido de todo el tiempo.
Él devoró el resto del sándwich y comenzó en su pedazo de la torta.
La observó mientras comía, la expresión absorta en su cara casi erótica. Ella comió como si tuviera un clímax cada vez que tomó un bocado de la torta, cerrando los ojos y saboreándolo lentamente antes de dejar que se deslice hacia abajo de su garganta. Su floreciente pija se movió cada vez que ella dejó escapar un murmullo satisfecho de placer.
Estoy jodido. Cada maldita cosa que hace me enciende.
Sacó de sus ojos de ella, estudiando su propio plato casi vacío.
-No hagas algo como esto otra vez, Paula. Si necesitas o quieres algo, todo lo que tienes que
hacer es decirlo. ¿Qué te pasó no estabas bien? Tienes que pedir lo que quieres. No voy a negarte nada. Me haces feliz por favor - dijo con voz ronca.
-Eso me confunde - admitió ella, empujando su plato vacío lejos de ella - No estoy acostumbrada a esto.
-Acostumbrarte - dijo él, disparando una mirada de advertencia.
-Probablemente pueda. Muy fácilmente - Se levantó y empezó a guardar las cosas.-Y no voy a estar contigo para siempre. No estoy segura de que debería acostumbrarme. La vida no es fácil, estar ahí, Pedro. No es para una mujer
que lucha por sobrevivir.
Nunca debería estar luchando de nuevo. Ella nunca tendría que preocuparse acerca de dónde era su próxima comida ni a dónde sería su próximo trabajo. Se aseguraría de ello.
-Tu vida no va a ser así de nuevo. Tiene una familia ahora. Me tienes a mí.
Se levantó y puso los platos en el lavavajillas, golpeándolos un poco más de lo necesario, tratando de conseguir un asimilación en su instinto de agarrarla y hacerla suya hasta que estuvo completamente convencido.
-Me alegra saber que tengo amigos y familia. Pero tengo que ser capaz de saber que puedo confiar en mí misma - ella contestó con terquedad.-Poner mi vida en las manos de la gente no ha sido bueno para mí.
-Tal vez confías en las condenadas personas erroneas - retumbó, cerrando el lavavajillas y volviéndose hacia ella.
La oyó inhalar fuertemente mientras lo miraba, sus ojos escaneando su cuerpo.
-Oh, Pedro. Tu pobre pierna. Debe haber sido tan doloroso.
Él se miró a sí mismo, dándose cuenta de que estaba vestido con nada más que un par de bóxer de seda negra. No se había molestado en ponerse la ropa porque no había planeado ver a cualquier otra persona a la una de la mañana en su propia casa.
Sus ojos se centraron en su pierna destrozada, y él se estremeció.
-Lo siento. Me habría cubierto si hubiera sabido que estabas aquí abajo - Maldición! Paula fue la última persona que quería que vea su jodida pierna. Incluso sanado, las cicatrices eran evidentes y feas.-No lo mires - gruñó, acercándose a ella y que inclina su cabeza en alto. -Ni siquiera puedo soportar verla.
-No es lo que parece; que es el dolor que debes haber sufrido - gritó ella, con los ojos llenos de
lágrimas - ¿Cómo lo llevas? - Se dejó caer de rodillas, los dedos de Paula acariciaron suavemente sus cicatrices.
-Yo no tenía mucho otra opción - respondió con brusquedad, su corazón tronando desde el toque de sus dedos. Algo de la sensación en la piel había desaparecido desde el tejido de la cicatriz, pero podía sentir el revoloteo, caricias con cuidado en su pierna.
Ella no me había rechazado por mis cicatrices.
Lo único que importaba era el dolor que sentía.
Pedro la observó detenidamente. Vestida con el camisón de seda que le había comprado, ella parecía un ángel, su rostro revelaba nada más que preocupación.
-Y te preocupas por mí por tener hambre cuando has pasado por tanto dolor? - Paula lo regañó, de pie otra vez y frente a él.
Pedro quería decirle que no le dolía más, no tanto como el dolor que sufría de desearla.Se acabó.
- Quería olvidarse de ese momento en su vida. La pierna le dolía de vez en cuando, pero había sobrevivido.
-¿Todavía duele? Dime la verdad.
Sí. Me duele, pero el dolor no está en mi pierna.
Me duele cada vez que te miro.
-No - respondió con voz ronca - No es tan malo. No es mi pierna, de todos modos.
Ella se acercó a él y le echó los brazos alrededor de su cintura. La sensación de su mano sobre su piel desnuda casi le hizo perder la misma. Ella estaba tratando de consolarlo por un viejo dolor, pero estaba creando uno. La envolvió con sus brazos, sintiendo su suavidad contra su duro cuerpo .
-Lo siento, Pedro. Me gustaría que esto nunca hubiera sucedido - murmuró contra su pecho.
-Son cosas que pasan - respondió casualmente, tratando de no ceder a la tentación de llevarla de
vuelta a su cama y enterrarse dentro de su calor, toda la comodidad que estaba dispuesta a darle. Pero no quería a ella de esa manera. Él quería que fuera mutuo, que se queme por él por todo lo que hizo por ella. Ella continuó aferrándose a él, murmurando palabras en el pecho que no entendía y sospechaba que eran telugu, entre ellos, en voz baja.
-Te das cuenta de que no entiendo una palabra de lo que dice - le dijo, tratando de contener las
emociones tiernas que rebosaban.
-Lo sé. Creo que es mejor así - replicó ella, con voz divertida.- Y realmente pienso en la necesidad de obtener más de un par de cosas de tu propio pasado. Eres joven, eres muy guapo, todavía puedes caminar, y que estás vivo .Sobreviviste. Que no sea el dolor que sé que sufre a veces, tu pierna no importa.
Pedro sabía que Paula en realidad quería decir lo que dijo, y su alma empezó a sanar un poco más. Él bajó la mejilla a su pelo, inhalando su aroma floral y cerrando los ojos.
Pedro no estaba seguro exactamente cuánto tiempo se quedaron de esa manera, envueltos juntos como si estuvieran conectados. Estaba bastante seguro de que fue un período bastante largo de tiempo, pero no lo suficiente. Su erección era difícil, una reacción que era prácticamente una certeza cada vez que
Paula estaba lo suficientemente cerca como para sentirla, lo suficientemente cerca como para olerla, pero este no fue un momento que quería pensar en su pene. En este momento, él sólo quería regodearse en la dulzura de Paula, mantenerla cerca de su cuerpo y beber de él. Estar cerca de ella se había convertido en una adicción, y esa satisfacción se había convertido en una obsesión.
Finalmente se separaron y se dirigieron al piso de arriba. Tuvo que apretar los puños para resistir el impulso de llegar a ella cuando ella le dio una sonrisa tímida y cerró la puerta de su dormitorio. Pedro se dejó caer en su cama, que
era de pronto demasiado grande. Le tomó un tiempo muy largo caer finalmente en un profundo sueño.
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