lunes, 6 de agosto de 2018

CAPITULO 2 (QUINTA HISTORIA)




Un mes después


Paula Chaves nunca necesitó ver realmente a su jefe, Pedro Alfonso, para saber que se dirigía a su oficina. Era como una fuerza de la naturaleza que todo el mundo rehuía, toda la planta superior del lujoso edificio alto de Alfonso pasaba de un zumbido por la actividad al silencio absoluto cuando Pedro Tirano entraba en el último piso del ascensor, todos los empleados se congelaban como ciervos en los faros hasta que fallecían, cada uno de ellos soltaban un suspiro de alivio mientras se movía por ellos sin reconocer su presencia. Nadie quería ser señalado por Pedro Alfonso, ya que por lo general significaba problemas.


Paula suspiro, asediada. La mayoría de los días, prosperaron en hacer batalla verbal con uno de los hombres más desagradables en el planeta. 


Pero hoy no era uno de esos días. Desde que su mundo se había derrumbado el mes pasado, ella no tenía la energía o el deseo de tener una batalla con Pedro, pero lo hizo de todos modos, sólo porque él podría ser un grano culo.


Empujando sus gafas de nuevo en su cara y volviendo de nuevo a su equipo, murmuró para sí:
-Cinco…


-Cuatro…


-Tres…


-Dos…


-Uno…


-El café, Paula - la resonante voz de Pedro exigió justo a tiempo mientras caminaba a través de las puertas automáticas a su amplia oficina privada, caminando a propósito en la zona de recepción, sin siquiera mirarla.


Paula puso los ojos en blanco. En los cuatro años que había trabajado para Pedro, ella no le había traído el café durante los últimos tres años, pero nunca dejó de intentarlo.


-Me encantaría un poco, señor Alfonso - respondió ella, sin levantar la vista de la pantalla del ordenador.-Crema solamente, por favor - le recordó ella cortésmente, como lo hacía cada día de trabajo. Hay días en que la maldijo; otros días que han llegado aceptar su propio café, pero no dijeron una palabra.


Paula se preguntó de qué manera se iría
hoy.


Pedro vaciló en la puerta de su oficina privada, dándose la vuelta para mirarla.


-Cuatro malditos años, y todavía no puedes hacer una taza de café en mi oficina? - Se quejó con obstinación.


Paula giró en su silla y cruzó las manos sobre el escritorio. 


-Por supuesto que sí - respondió ella razonable -Hice una olla esta mañana.- Ella hizo un gesto hacia la pequeña cocina detrás de ella. -Y sólo deje para ir a buscarlo para ti como un perro obediente, hace tres años.


Tal vez si me había dado las gracias sólo una vez, todavía estaría haciéndolo. ¡Burro!


Pedro se ajustó la corbata ya prístina mientras se movía a través del cuarto, entrando en la cocina sin decir nada más. Paula se encogió cuando oyó el portazo de vidrio sobre vidrio cuando Pedro sirvió café. En realidad, tal vez no debería haber dejado de hacer café para él hace años; sus habilidades torpes en la cocina habían costado a Alfonso una gran cantidad de dinero en reemplazar los vidrios. 


Pero ella había hecho un stand, negándose a hacer su voluntad como un sirviente personal, porque esa era exactamente la forma en que la había tratado. Ella trabajó su trasero para hacer un buen trabajo para Pedro Alfonso como secretaria y asistente, con la esperanza de que tal vez ella podría utilizar su experiencia de trabajo en Alfonso para volver a su MBA, pero ella trazó la línea en hacer todo lo exigido en la
actualidad. Paula había aprendido hace mucho tiempo que si ella cedía Pedro sólo un poco, la empujaría hasta el límite, tratando a ella como una sirviente personal. Y ella tenía demasiadas otras responsabilidades ahora en Alfonso, y los deberes eran más importantes que ir a buscar su maldito café. Así que había dejado de ir a buscarlo para él por completo a menos que se relacione con el negocio y no una necesidad personal, en vez de conducirse como loca tratando de complacerlo. No hubo palabras agradables de Pedro Alfonso, y las palabras "por favor" y "gracias" simplemente no existía en su vocabulario, incluso cuando se trataba de sus compañeros.


Sólo el hecho de que todavía tenía su
trabajo era prueba de su valor aquí en Alfonso Corporation, lo que supuso que era la única validación que alguna vez iba a recibir. 


Ella puede no haber aplicado a un programa de MBA, pero había aprendido lo suficiente en su trabajo de licenciatura saber exactamente cómo ser ella misma casi indispensable para Pedro, y lo había hecho en un año. Y el momento en que se dio cuenta de lo valioso que era como un empleado, le había dejado de de dar gran parte de su basura.


Pedro salió de la cocina, dejándole una taza en su escritorio al pasar.


-Usted puede añadir su maldita crema - dijo bruscamente, moviéndose hacia su oficina personal con su propio café cuando añadió:-Voy a necesitar…


-Su horario del día está en su equipo, junto con la información que solicitó ayer - ella terminó por él.


-Y tengo una reunión…


-Con Joaquin Sutherland? Lo sé. Esta ya en su horario. Me ha llamado.


Es un multimillonario considerado. Paula sonrió mientras tomaba su taza de café y los dos paquetes de crema que Pedro había dejado sobre su escritorio. Incluso había añadido una varilla de agitación. Obviamente, él estaba jugando bien hoy... por ahora. En los últimos tiempos, lo había estado haciendo cada vez más a menudo. No quiere decir que él era precisamente agradable. Hoy en día, era obvio que estaba en un estado de ánimo suave, lo que significaba que era más difícil de tratar. 


Sin duda, él finalmente mostraba su lado
"bastardo". Siempre lo hacía.


-Sutherland te llama?- Pedro preguntó irritado.


-Esta mañana, antes de quedar.- Paula miró directamente a Pedro, algo que era difícil de hacer cuando ambos estaban de pie. Era tan alto, que estaba por lo general mirando a su enorme pecho y los hombros, y llevaba los tacones más altos que podía tolerar para tratar de ser un poco más alta. Cualquier ventaja que pudiera obtener al tratar con él era otra arma en su arsenal.


Su aspecto era impecable y perfecto como de costumbre. El gemelo de Pedro, Kevin, le gustaba burlarse de Pedro sobre sus oscuros, aburridos trajes, pero nadie podía llenar un traje de diseño como lo llenaba Pedro Alfonso. Claro, la ropa inmaculada que llevaba era siempre oscura, al igual que él. Pero el traje gris oscuro que llevaba hoy encajaba a la perfección, lo que acentúa sus hombros anchos y cubriendo lo que Paula ya sabía de él viendolo en el traje más informal o sin su traje de chaqueta fuera un físico, muy marcado. Él no tenía un solo pelo fuera de lugar, y sus oscuros ojos color chocolate, eran demasiado agudo para su comodidad.


-El Sr. Sutherland pensó que sería bueno si sabía acerca de la reunión que los dos establecieron desde que hago de su programación diaria. Me pareció que era muy considerado de su parte ponerse en contacto conmigo - Paula respondió con dulzura, su verdadero propósito del comentario era señalar que Pedro no era considerado.


Paula sabía de Joaquin Sutherland, pero nunca se había encontrado con el icono de la inversión multimillonaria en persona. Había sido muy amable en el teléfono, y le había dicho que había se puesto en contacto directamente con Pedro porque estaba interesado en donar y gastar en las inversiones nuevas de caridad que Pedro estaba empezando a hacer con las mujeres que fueron víctimas de abuso doméstico. Un amigo de Pedro, Simon Hudson, había hablado de la caridad a su compañero de la universidad, German, un conocido filántropo de la rica familia Sinclair de la Costa Este. German habían llegado a bordo, y había mencionado la caridad a su amigo de la infancia, Joaquin, quien por alguna razón, se había interesado en el proyecto y quería ser parte de la nueva fundación.


-Avisame tan pronto como llegue - Pedro se volvió y entró en su despacho, cerrando la puerta detrás de él.


-Sí, señor - murmuró con irritación en la puerta cerrada de la oficina de Pedro, tirando el mejor saludo militar que pudo en su dirección general de burla, sabiendo muy bien que el gesto irritó la mierda de su jefe. Se sentía bien hacer algo que le molestara, incluso si él no estaba allí para verlo.



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