domingo, 5 de agosto de 2018

CAPITULO 41 (CUARTA HISTORIA)




Paula se encontró en la cama, Pedro había retirado a toda prisa su bandeja de comida, haciendo su camino a su armario, y regresando con varios de sus lazos. Dejó caer los lazos en la cama y comenzó a desabrocharle la camisa del pijama, dejando al descubierto sus pechos cuando llegó al último botón. 


-Te ves muy sexy en mi camisa, pero necesito que estés desnuda - dijo con voz áspera, su expresión seria y extrañamente tranquilo.


Ella lo observó, confundida, ya que en bucle, un lazo estaba alrededor de su muñeca y asegurado por la cabeza, repitiendo el proceso con la otra muñeca. Demasiado sorprendida para reaccionar, finalmente le preguntó en voz perpleja, 


-¿Qué estás haciendo?


-Atándote a la cama -  Pedro comentó con aire ausente, poniendo a prueba los lazos para asegurarse de que eran seguros.


Paula sabía que debería estar mortificada, pero la sensación de estar desnuda y a merced de Pedro hizo que su vagina se inundara con el calor. Su sólido, musculoso cuerpo se inclinó sobre ella y deslizó sus bragas por sus piernas sensualmente, dejando que se deslizaran a lo largo de sus piernas hasta que las sacó por completo.


Pedro había apenas dicho una palabra desde que había dejado escapar sus sentimientos hacia él, y su silencio se volvió incómodo para su psique, pero sus acciones fueron calentando su cuerpo a temperaturas peligrosas.


-Puedo ver eso. ¿Vas a decirme por qué? - Se cuestionó con nerviosismo. Literalmente había puesto su vida en las manos de Pedro, pero ella nunca lo había visto así.


-Te lo dije. Nunca voy a dejarte ir.-Él acarició las hebras errantes del pelo de la cara, y el lado cortado de su cuello, su boca finalmente frotando contra su oído. - Tengo la intención de que el placer ingrese en tu mente y aceptes casarte conmigo. Calculo que es la única manera que voy a llegar a acuerdo.


Paula tembló cuando ronca, un bajo murmullo vibró contra su oído, su voz sedosa, un ronroneo que le recordaba a un gato.


-No puedo casarme contigo, Pedro - ella le informó con tristeza.


Soy estéril. No puedo casarme con él. No sería justo para él.


-Deduje que dirías eso. Así que supongo que es mi trabajo cambiar tu mente. Que finalmente vas a entender que todo lo que necesito eres tú, cariño. Porque Te amo, también. Más que nada ni nadie en este planeta. Y vas a ser mía - advirtió peligrosamente.-Así que después te saboreo hasta que estés gritando mi nombre, y que jodidamente llegues al clímax más increíble que hayas tenido, tal vez estés de acuerdo. Si no es así, voy a intentarlo de nuevo.


Las lágrimas corrían por sus mejillas, lágrimas de alegría pura porque Pedro también la amaba. 


-Pedro - gimió ella, tirando contra los lazos que la ataban. -Estas no son tus buenas relaciones. 


Se dio cuenta de la sensación de la seda contra sus palmas.


-Baby, son muy buenas relaciones en este momento - Pedro respondió en voz malvada. -Tengo la sensación de que cada vez que pongo una de ellas a partir de ahora mi pija estará dura todo el día. Todo lo que seré capaz de pensar es en la forma de verte como ahora mismo, extendida sobre mi cama, satisfacerte. Y así cogerte, hermosa que yo no puedo creer que realmente eres mía.


Fue apenas tocándola, la punta de los dedos sin dejar de acariciar su pelo, pero sus palabras traviesas estaban volviéndola loca. Podía imaginarse exactamente cómo se veía... sin sentido, necesitada, y lista para ser cogida. Fue exactamente cómo se sentía, y su núcleo se apretó casi dolorosamente. 


-Créelo. Te amo. -Ella repitió las palabras que había dicho antes.-Pero no voy a casarme contigo.


-Ah... si quieres, cariño-  Pedro respondido con confianza.


Paula se agarró a los lazos cuando Pedro comenzó su asalto a sus sentidos, un dedo trazando lánguidamente sus pezones. Alternativamente estar inmovilizada fue frustrante y erótico. Paula deseaba tocar el caliente cuerpo de Pedro, pero las ataduras simplemente la hacían sentir.


-No quiero volver a estar dentro de otra mujer de nuevo. No después de estar dentro de ti - Pedro le dijo justo antes de que su lengua siguió el rastro de su dedo, el calor calienta su sensible pezón haciendo que Paula levantara sus caderas con necesidad. Luego lo mordió suavemente, enviando ondas de pulsación erótica directamente a su vagina.


Estaba desesperada por sentir su pija llenarla. 


-Por favor -declaró ella, incapaz de tolerar las burlas de Pedro.


-Cásate conmigo? - Pedro pidió, moviendo la mano por el vientre y entre sus muslos, separando sus pliegues húmedos.


-No -se quejó ella, cambiando sus caderas hacia arriba, abogando por la fricción sobre su clítoris.


Pedro no le dio nada cerca de lo que quería. 


Bromeó el pequeño manojo de nervios a la ligera, apenas chasqueó su clítoris con el dedo, el aumento gradual de su desesperación hasta que ella gemía. 


-Más - jadeó.


Pedro separó sus muslos, dejándola abierta y expuesta. Agarrando una almohada, se la metió debajo de su culo, haciéndola aún más  vulnerable a él. Paula cerró los ojos al sentir su cálido aliento acariciar su piel reluciente, temblando de anticipación.


Todas las burlas terminaron cuando Pedro enterró su boca en su vagina, gimiendo mientras su lengua, los labios, los dientes como un hombre hambriento. Cada golpe de su lengua era muy serio, la intención de hacer que se venga. El placer era tan intenso que Paula reflexivamente trató de cerrar las piernas, pero Pedro las empujó más, un banquete con avidez sobre la crema que estaba creando con su toque erótico.


-Oh Dios. Pedro. No puedo con esto - Paula gimió, golpeando su cabeza sobre la almohada, sus manos desgarrando las ataduras.


-Toma, cariño - Pedro retumbó contra su carne. -Vente para mí.


Los dientes de Pedro sujetan suavemente su clítoris, agitando una y otra vez con la lengua. Se metió dos dedos en su canal, malditamente profundo y duro, mientras que la lengua crea oleadas de placer que la hizo gemir y golpear la cama , tan desesperada por venirse que se centra sólo en Pedro.


Su clímax la golpeó como un tren de carga por exceso de velocidad... rápido, duro y devastador. Todo su cuerpo se sacudió cuando Pedro balanceaba su cuerpo con su lengua y dedos, tirando de cada gota de placer que pudo de ella.


Paula quedó allí jadeando después de que había terminado, la sensación cruda, vulnerable, y completamente amada. Ella observó como Pedro se subió a su cuerpo como un peligroso animal fuerte, potente, y muy masculino. Su expresión era casi salvaje, y Paula sintió una necesidad carnal de responder
dentro de ella. 


-No me jodas, Pedro. Necesito sentirte - Ella tenía que estar unida a él en el más primario de maneras, y el impulso era profundo.


-Te amo, Paula - se quejó, cuando su pene empujó en ella con un golpe profundo, largo.


-Ah ...- Suspiró, su cuerpo se abrió a él de inmediato, de forma natural.-Te amo - se hizo eco de ella, necesitando decirle una y otra vez. 


Ella había tenido que reprimir la emoción durante tanto tiempo que era un alivio poder compartir esa parte de sí misma con él.


Con el culo ya elevado, Pedro sólo tuvo que agarrar sus caderas y empujar. No era suave ni fácil. Él la montó con la ferocidad de un hombre que venía completamente deshecho. 


-¡Mierda! Estás tan condenadamente hermosa, -dijo con voz áspera cuando su pene golpeaba en ella.-Mucho calor. Muy apretado. Así maldita sea, mía. Nunca otra mujer. Eres todo lo que quiero. Siempre estabas destinada a ser mía.


El corazón de Paula tronó en sus oídos, su cuerpo temblando cuando Pedro dijo las palabras apasionadas, posesivas que apretó el corazón.


Envolviendo sus piernas alrededor de su cintura, mientras saboreaba su poder duro, una sensación de estar por fin exactamente donde se suponía que debía ser. 


-Más fuerte - exigió ella, con ganas de entregarse por completo a él.


Pedro enterró su pija dentro de ella con movimientos profundos y contundentes, que domina sus sentidos hasta que alcanzó su pico con una intensidad volátil. 


-PedroPedroPedro. - Ella cantaba mientras su cuerpo se convulsionó en torno a él, su centro le ordeño, lo que le causó inundarla con su liberación caliente.


Al soltar un gemido ahogado, Pedro se inclinó hacia adelante y rápidamente soltó las muñecas. 


-Mierda. Te marcó.


De Paula con el aliento serrando dentro y fuera de sus pulmones cuando sintió que la circulación volvió a sus dedos.


-Merece la pena - jadeó ella, sabiendo que la única razón por la que ella tenía marcas fue porque Pedro le había enviado sobre el borde de la razón.


-Nunca - gruñó Pedro, rodando sobre su espalda y tirando de su mitad y la otra mitad por encima de él junto a él.-No quiero volver a dejar una huella en ti.


Paula miraba hacia las líneas tenues y sonrió. 


-Llamémosla marcas de amor. No puedes evitarlo - ella le dijo sin aliento.-Necesitaba algo para mantenerme.


-La próxima vez puedes aferrarte a mí - Pedro respondió con irritación, besando la línea débil en su muñeca.


-No sé... fue bastante caliente.- Paula suspiró y se acurrucó contra el cuerpo de Pedro.


-No puedo condenarte a la sumisión -  Pedro respondió, envolviendo sus brazos alrededor de su cuerpo y tirando de su piel.


-Puedes. Cada vez que desees - Paula respondió con entusiasmo.


Pedro le sonrió. 


-Que bien, ¿eh?


Ella asintió y sonrió. 


-Cambié de opinión. Mi respuesta es sí. No se puedes llevarme a la sumisión por cualquier motivo que no sea el placer, pero me hecho el amor hasta que tuve sentido. Me di cuenta de que nosotros nos pertenecemos, juntos. Creo que los dos hemos visto suficiente dolor en nuestras vidas. Yo sólo quiero ser feliz, juntos. Y todavía puedo curar y averiguar quién soy cuando estoy contigo. En realidad eres parte de lo que soy. Una de las mejores partes.


-¿Qué quiere decir eso? - Preguntó con brusquedad Pedro. -Dime que vas a casarte conmigo.


Paula se inclinó y le sonrió.-Me voy a casar contigo -  ella respondió amablemente.


Pedro la hizo rodar debajo de él y sostuvo sus muñecas por encima de su cabeza. 


-Dilo otra vez - ordenó.


La vista de Paula fue hacia su rostro, tan fuerte y tormentoso, pero con un toque de vulnerabilidad en sus ojos.


-Me voy a casar contigo - ella dijo más fuerte y con más convicción.


-Era inevitable, ya sabes- Pedro respondió en un tono más arrogante.


-¿Era? - Paula respondió alegremente. 


Realmente, ¿cómo podría no sentir éxtasis cuando un hombre como Pedro la amaba y quería casarse con ella tan desesperadamente?


-Sí. Yo te habría perseguido hasta que dijeras que sí. Nunca me rindo.


Ella le sonrió, su amor brillando en sus ojos. La tenacidad de Pedro fue una de las cosas que le gustaban de él, y ella estaba bastante segura de que habría hecho lo mismo.


Se levantó de la cama, volviendo con una caja de terciopelo. Se sentó desnudo en el lado de la cama y abrió la tapa abierta. 


-Mereces una propuesta real con flores, velas, y una romántica cena. Y te daré todo eso. Pero por ahora, ¿podrías decirme que te vas a casar conmigo una vez más? 


Paula veía el anillo en el cuadro, las gemas ubicadas en el oro era casi cegador.


-Miré los solitarios. Sé que te gusta el color, así que me decidí por esto.


Pedro sacó el anillo de la caja y le tomó la mano.


La mano de Paula temblaba cuando Pedro empujó el anillo sobre su dedo. Fue tan increíble que se quedó sin habla. En medio había un enorme diamante, pero las piedras circundantes fueron una perfusión de color, cada una de ellas un color diferente.-Soy india. Mi amor por el color está en mis genes -  respondió ella con una voz temblorosa. -Es bonito.


-¿Cuántos llevas? - Los dedos de Pedro tocaban los finos brazaletes de oro en la muñeca.


Paula explicó que siempre había deseado brazaletes, pero nunca se le había permitido usar. 


-Así que fue mi única indulgencia- explicó, su dedo sigue moviéndose sobre su anillo de compromiso.- Los brazaletes son importantes
para una mujer india.


-Te voy a comprar uno nuevo para añadir a tu colección cada semana - dijo con voz ronca. -Nunca te faltará nada, Paula. Lo juro.


Paula levantó la vista de su anillo y sus ojos se encontraron con los de Pedro. Podía tener mas suerte una mujer? Él era todo lo que había querido y más. Ella había pasado de ser una víctima solitaria de la violencia doméstica a la prometida de un hombre que haría cualquier cosa para no hacerle daño. Pedro le daría todo lo que quería, pero ella vio todo lo que necesitaba reflejo en su mirada.


-No quiero una cosa más - ella respondió con honestidad.


Paula envolvió sus brazos alrededor de su cuello y lo besó, lo que le demostró a él sin palabras que su amor siempre sería más que suficiente.



****** 


-Creo que lo Devi estaba tratando de hacerme entender que es lo que ocurrió con Ravi fue más allá de la cultura - Paula le dijo a Magda mientras estaban sentados en la mesa de la cocina hablando una mañana. Habían pasado dos semanas desde que Pedro le había pedido que se case con él, y ella todavía frotaba su anillo cada pocos minutos, incapaz de creer que en realidad iba a casarse con un hombre como Pedro Alfonso.


Paula tomó un sorbo de su café con leche chai, mientras que Magda bebió limonada. Magda miró a Paula, respondiendo: -Lo entiendes, ¿verdad? Tus padres de crianza y Ravi, ambos tenían problemas que iban más allá de la cultura. Y Ravi tenía un problema con la bebida.


Paula hizo una pausa mientras absorbía lo que Magda acababa de decir, y luego continuó, asintiendo con la cabeza. 


-Pedro me está enseñando sobre India. Quiero aprender más sobre el país de mi padre, de primera mano, así puede contribuir a la fundación y ayudar allí, también. Yo sé que la India tiene la desigualdad de género y una muy alta tasa de violencia doméstica y que existen leyes para proteger a las mujeres, pero rara vez están forzadas. Creo que algunas mujeres simplemente lo aceptan como su suerte en la vida. Que muchos años de lavado de cerebro va a ser difícil de superar, pero sé que se puede hacer.


-Es porque no saben nada diferente - Magda dice suavemente.- Veo un poco de la misma mentalidad aquí en los Estados Unidos, también, en asuntos de violencia doméstica. Demasiadas mujeres lo aceptan porque su autoestima se ha visto socavada y manipulada por el hombre o los hombres en su vida. Por desgracia, es más la norma y más común en la India de lo que es aquí en los EE.UU.


El entusiasmo de Paula para su nueva causa era evidente. 


-Creo que la generación más joven está empezando a moverse por la igualdad de género, pero todavía hay un largo camino por recorrer. Devi hace algún trabajo allí para ayudar a las mujeres que luchan por la igualdad y quiero ser parte de ella. También hay algunas cosas bellas que me gustaría ver en el país de mi padre.


-Creo que tu padre estaría orgulloso de que deseas continuar con su legado -  dijo Magda suavemente.


Paula asintió.-Creo que sí, también. Pero no es sólo para él. Es para mí, también. Sé lo que se siente al ser retenido y castigado simplemente por haber nacido mujer. Tengo la suerte de ser libre de eso ahora. Estoy todavía en trabajo en progreso cuando se trata de deshacerse de mi equipaje de edad, pero estoy trabajando en ello. 


-Y Pedro? - Pregunto a Magda.


-Es tan increíble el apoyo, que me hace llorar casi todos los días.- Paula terminó el pensamiento de su hermana con una sonrisa.


Tocó los dos adicionales brazaletes que Pedro ya había añadido a su colección, espirales de oro con intrincados diseños delicados, uno de ellos lleno de una variedad de colores. Ambos eran mucho más detallados que los que había comprado ella, y muy hermosos. La única pelea que realmente habían tenido en las últimas semanas había sido su arbitrariedad sobre abandonar su coche y comprar uno nuevo. Se había terminado con él disculpándose por haberlo hecho sin su conocimiento, pero obstinadamente se negó a devolver el vehículo nuevo, pidiéndole que conduzca por él. Realmente, Pedro le hizo tan
condenadamente difícil negarle cuando su razonamiento todo giraba en torno a su seguridad.


Recordando algo más que ella había hablado con el Dr. Miller, preguntó a Magda 


-quería ver si podías recomendarme un ginecólogo. Estoy a finales de este mes. Sé que es sólo el estrés de lo que está ocurriendo, pero creo que finalmente lo que necesito saber exactamente por qué soy infértil. Va a ser vital para mi proceso de sanación y aceptación.


La cabeza de Magda se sacudió y miro a Paula con una mirada calculadora.


-¿Qué tan tarde?"


Paula se encogió de hombros. 


-Una o dos semanas. No es la gran cosa.


-Y estas emocional, todos los días?- Preguntó Magda con cuidado. -¿Has estado enferma o con náuseas? Cualquier otra cosa fuera de lo normal? 


-El olor del ajo parece que me da náuseas últimamente. He tenido que dejar de cocinar con ello por ahora - Miró a su hermana, la mirada sospechosa en la cara de Magda obligándola a añadir:- No estoy embarazada, Magda. Sabes
que no es posible. No he mencionado esto porque creo que es hora de que empiece a tratar con la realidad en vez de ir por la vida con antojos. Necesito saber por qué no soy fértil. Entonces podré seguir adelante. Pedro acepta el
hecho de que nunca vamos a tener hijos naturales, y nos gustaría adoptar algún día.-El corazón de Paula aligerada en el pensamiento. 


Pedro era un hombre extraordinario, y ella supo que en realidad no le importaba si tenía hijos propios. Él realmente creía que había tantos niños que necesitan un buen hogar que no importa si sus hijos eran su sangre o no.


Paula observó a su hermana, a toda prisa se puso de pie tan pronto como una mujer que estaba llevando a bebés gemelos se podía levantar. Haciendo estallar a sus pies, Paula agarró el brazo de Magda y la ayudó a enderezar. 


-¿Qué estás haciendo? Se supone que debes estar descansando


Paula la regañó, sabiendo que Magda estaba empezando a sentir los efectos de llevar a los gemelos.


-Tenemos que ver si estás embarazada - dijo Magda con entusiasmo, contoneándose en la puerta de la cocina sin decir nada más.


Paula la siguió en silencio detrás de ella, poniendo una mano sobre su vientre plano. ¡No! Ni siquiera iba a considerar la posibilidad. 


-Magda... No debería haberlo mencionado. Yo
sé que no estoy…


Deteniéndose en la planta baja, en el cuarto de baño, Magda no le hizo caso, rebuscando en su gabinete de medicina hasta que tuvo lo que quería. 


-Paula... sin ofender... pero su ex-marido era la escoria más baja en la tierra. ¿Crees que no mentiría? - Ella le entregó a Paula las dos pruebas de embarazo que tenía en su mano y lo agitó en el baño - Pipí. Ahora.


Paula agarró las pruebas de embarazo a su pecho, su corazón empieza a galopar como una manada de caballos salvajes. Y si…


-No estoy embarazada - dijo a su hermana de nuevo con obstinación.


Una pequeña sonrisa se formó en los labios de Magda mientras empujaba a Paula ligeramente en el cuarto de baño. Al cerrar la puerta, dijo suavemente -Ya veremos.


Sola en el baño, Paula sacó la primera prueba del embalaje. Ella estaba completamente familiarizada con las pruebas. Ella había usado un montón de ellos al principio de su matrimonio, triste que no podía concebir, pero secretamente aliviada cada vez que le dieron negativo. Pero sería diferente esta vez. Ahora, ella daría cualquier cosa para ver un resultado positivo, a pesar de que las posibilidades eran bastante escasas.


Haciendo acopio de valor, ella probó dos veces.



****


Pedro se superó esa noche. Cuando Paula entró en la casa, podía oler algo delicioso en el aire.


Un hombre que cocina!


El talento culinario de Pedro podía ser limitado, pero trató, e incluso había conseguido algunas recetas fáciles de Samuel


Paula se situó en la entrada a la cocina, observando en silencio a su prometido con asombro. ¿Cómo había conseguido esta suerte? 


Hace sólo unos pocos años que había sido una mujer maltratada, y ahora ella era la novia acariciada por el hombre más maravilloso del universo. Con su riqueza, la apariencia y la personalidad, Pedro podría haber tenido cualquier mujer de su elección, sin embargo, él la deseaba.





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