jueves, 26 de julio de 2018

CAPITULO 11 (CUARTA HISTORIA)




Dos semanas más tarde, Paula se encontró de pie en medio de la enorme casa de Pedro, aterrada de no tocar nada. La mansión era virgen, pero estéril: una casa que no sintió nada como un hogar.


-¿De verdad quieres que haga tus paredes?.


Preguntó distraídamente, mirando a la sala de estar y sacudiendo la cabeza.


-El único tipo que tiene paredes blancas y alfombra blanca?- Agregó, al darse cuenta demasiado tarde de que tal vez no estaba solo. 


Ella nunca pregunto nada, y lo único que había dicho sobre el matrimonio fue su comentario jocoso sobre su matrimonio con una mujer que le gustaran sus camisas. A pesar de que se había pasado las últimas semanas con él recuperándose en Nashville, sabía muy poco sobre su vida personal. Queriendo pagar por todo lo que había hecho por ella, había vacilado sobre su oferta para decorar sus paredes. Le debía una deuda mayor que el dinero, pero estaba decidida a trabajar para pagar algunos de los gastos de hospital que había pagado por ella.


Pedro se encogió de hombros mientras él se acercó a ella.


-No decorarlo. Fue hecho por un profesional y me dio su permiso para hacer lo que quisiera. Yo estaba en el camino.


Paula desesperadamente quería preguntarle por qué no había consultado a su esposa, novia, o pareja, pero se quedó muda. No era asunto de ella. Estaba allí para trabajar. Aunque, ella realmente tenia esperanza de que no estuviera casado o involucrado. Ella había empezado a tener rotos recuerdos de los primeros días de su recuperación. Y ella estaba segura de que se había despertado varias veces por las mañanas, se cubría más sobre Pedro como si fuera su gran almohada personal durante los primeros días nebulosos de su enfermedad y varias mañanas después de eso. Era como si no pudiera detenerse a sí misma o su mente subconsciente cuando ella estaba durmiendo. Ella quería estar cerca de él, y se lo buscó. Él la había tratado con amabilidad, pero aún así, era más de lo que va a querer tener con el hombre de otra mujer.


-¿Qué es exactamente lo que tienen en mente?-
Pedro frunció el ceño.


-No se muy bien. No he pasado mucho tiempo aquí. Sólo sé que necesita un poco de color o algo.


Paula puso los ojos, con ganas de reírse de la mirada irritada de Pedro. Ella no creía que tenía una idea de lo que quería. La casa era hermosa, pero definitivamente no reflejaba su personalidad. Para ella, Pedro fue la luz y el
color, una estrella brillante en una noche oscura. 


Sólo que no se daba cuenta. Se había ocupado de ella desde hace dos semanas, mientras que se había estado recuperando. Él la había tratado como si fuera alguien que le importaba, que era una novedad para ella, y él la hizo sonreír... y más. Después de ofrecerse casi a un completo desconocido en el trabajo de su casa, alegando que amaba las fotos de las paredes que había diseñado, que la había transportado en un avión privado a Florida.




1 comentario: