viernes, 27 de julio de 2018
CAPITULO 12 (CUARTA HISTORIA)
El viaje a la Florida había sido su primer vuelo, una aventura que nunca olvidaría. Pero también había hecho darse cuenta de lo grande que era la distancia entre ella y Pedro, cómo las diferentes circunstancias. La casa en que vivió acaba de hacer la distancia aún más amplia.
Diciéndole que era rico era una cosa, pero al ver una vez que habían dejado su hotel estaba completamente abrumada.
-¿Me puede mostrar las otras habitaciones?- Ella pidió.
Pedro la arrastró de habitación en habitación, dándole un rápido vistazo a través de su enorme casa. El resto de la casa era más o menos la misma, en blanco y negro, sin color y nada de lo que refleja la persona de Pedro. No podía decir que ella realmente lo entendiera. Él era peculiar e inteligente y guapo como el pecado, pero rara vez habla mucho acerca de sí mismo.
En realidad, él no hablaba de mucho, excepto su carrera futbolística. Paula estaba empezando a creer que Pedro realmente pensaba que la única cosa que podía hacer era jugar al fútbol. Y había sido toda su vida. Pero era mucho más fuerte, mucho más especial de lo que pensaba.
Admiraba la fuerza que había tomado para que dejara de escapar con fármacos para el dolor y la realidad.
Muchos hombres en su lugar no habrían tenido la fuerza ni ganas de hacerlo.
Se detuvieron cuando finalmente llegaron a la cocina. Pedro metió la mano en el refrigerador y le entregó un agua embotellada y agarró una cerveza para él. Lo hizo casualmente, como si fuera nada de lo que se acordó de su bebida de preferencia cuando casi no la conocía. Pedro bebió una gran cantidad, y siempre la asombró. Se acordó de esas pequeñas cosas acerca de ella.
-Bueno, ¿qué te parece?-Preguntó, su voz un poco incierta.
Paula observó mientras inclina la cabeza hacia atrás ligeramente y se tragó un sorbo de la cerveza, mirando a los músculos en el cuello de la flexión mientras tragaba.
Creo que un hombre nunca debe parecer tan sexy y caliente como lo hace cuando se está de pie allí bebiendo una cerveza.
-No importa lo que pienso. Importa lo que piensas- ella respondió con una ligera tos, abriendo la botella de agua y tragar saliva para tratar de refrescarse un poco. Pedro Alfonso hizo la miro de una manera que era incómoda. Y no fue su culpa. Era demasiado pecaminosamente guapo y su consideración era tan inusual para ella que no estaba muy segura de qué hacer con él. Él era amable cuando él realmente no tiene por qué ser así y no tenía nada que ganar siendo agradable. Él le pidió su opinión. Y él habló con ella en lugar de a ella. Oh, era mandona... pero sólo cuando él estaba preocupado. Pedro Alfonso era tan diferente de cualquier hombre que jamás había conocido que ella todavía estaba buscando sus motivaciones. Pero parecía como si no tuviera ninguna. Él sólo estaba siendo... Pedro.
-Todavía estás enferma. Estás tosiendo otra vez - respondió con voz ronca, su gran mano llego a
tocar su cara.
-Estoy bien-argumentó ella, sabiendo que su estado febril no tenía nada que ver con su enfermedad anterior y todo lo relacionado con él.
-Te estoy presionando. Lo siento. Podemos hablar de la casa más adelante-Dijo contrito.
Paula retrocedió, un toque desconcertada.
Mientras que ella estaba enferma, había saboreado cada contacto. Pero era diferente ahora que estaba bien y saludable, y cuando él la tocaba, la hacía anhelar mucho más que un contacto reconfortante. Ahora que estaba bien, muy peligroso podrían ser esos anhelos.
-Quiero ir a trabajar. Tengo que encontrar un lugar para quedarme y deberíamos saber exactamente cuánto tiempo va a tomar, el número de paredes que te gustaría hacer - ella respondió en lo que esperaba era un tono profesional, tratando de controlar sus emociones turbias.
-Todos ellos - Pedro respondió, dejando su cerveza en la mesa de la cocina y se cruzó de brazos frente a ella-Va a ser un proyecto largo, y te vas a quedar aquí conmigo. Dios sabe que tengo un montón de espacio
-Nadie más vive aquí?- Preguntó casualmente, aunque su corazón latía con fuerza y contuvo la respiración mientras esperaba su respuesta.
-No. Solo yo. Siempre he sido yo.-Él sacó una silla y le indicó sentarse.-Hay que tomarlo con calma. Siéntate y dime cuáles son tus pensamientos sobre lo que debería hacer con la casa si estás tan decidida a hablar de ello. Quiero tu opinión.
Paula se sentó, mirando hacia Pedro mientras se alzaba sobre ella. Él quería que su opinión? ¿Por qué? Ella había esperado que acabara de decirle qué hacer y que lo hiciera.
-La casa tiene que ser un reflejo de ti. Lo que te hace sentir como en casa.
Exhalando un suspiro masculino, Pedro se sentó en la silla frente a ella.
-No sé muy bien. He pasado la mayor parte de mi vida envuelto en mi carrera en el fútbol. Viajé, alojado en un montón de habitaciones de hotel. No sé una mierda de lo que hacer en un hogar. Vivía y respiraba fútbol.
Ella lanzó su reprimida respiración antes de preguntar:
-¿Y qué haces ahora que tu carrera en el fútbol ha terminado?- Paula sabía casi nada de fútbol, Pedro había tenido que explicar exactamente cómo el partido se jugó mientras ella se recuperaba, y lo que su papel había sido como un quarterback de los Florida pumas.
Obviamente, era un atleta muy conocido, y probablemente la mayoría de la gente le habría reconocido. Pero ella no era la mayoría de la gente, y había vivido en un mundo muy pequeño hasta hace dos años. Podía sentir su sensación de pérdida, el anhelo en su voz cada vez que hablaba de su equipo. La hacía enloquecer, tenía la compulsión a abrazarlo y decirle que él era mucho más que un simple juego.
Sus ojos azules la traspasaron con una mirada confusa. Paula podía sentir la desesperación de Pedro cuando él respondió:
-Mis amigos. Mi hermano y hermana. He aprendido que hay muy pocas cosas que son constantes en la vida. Yo era arrogante, un estratega de la estrella que lo tenía todo, y luego tuvo que arrancarlos en cuestión de momentos. Yo no cuento con mucho de nada más- Mirando de lejos como si hubiera dicho demasiado, Pedro tomó otro trago de su cerveza.
Paula sintió un escalofrío por la espalda, demasiado consciente de cuán podría ser la felicidad fugaz y poco frecuente. Había vivido casi toda su vida haciendo lo que creía que eran sus derechos, sus obligaciones como una india.
En conflicto, que había en espiral hacia abajo como las cargas comenzaron a irritarse, preguntándose quién era realmente y lo que estaba destinado a hacer con su vida.
-A veces, incluso las cosas que piensas que son constantes en realidad no lo son - murmuró
pensativa.
La cabeza de Pedro dio la vuelta para mirarla de nuevo, con los ojos mirándola aturdido.
-¿Por qué? Dime lo que era tu vida. Te puedo garantizar que mi hermana, Mia, nos estará dando una visita tan pronto como ella sepa que estamos de vuelta. No se puede seguir para siempre negando que estás probablemente relacionada con su marido. El apellido de soltera de su madre era la misma que la de Mauro y Magda, y hay una buena probabilidad de que eres medio hermanos. Son buena gente, Paula. Podrías tener mucha gente a la que llamar familia.
-No tengo familia- Paula lloró dolorosamente, las palabras procedentes de las entrañas de dolor.
Pedro miró, perplejo.
-Tenías padres adoptivos.
-Los padres de crianza. Me recogieron por una familia india cuando tenía tres años, después de que mis padres murieron naturales. Estaba alimentada, vestida y educada como a una mujer india. Fui a la escuela, pero no estaba permitido tener amigos americanos. Me casé a la edad de dieciocho años por el arreglo de un hombre indio que quería emigrar a los Estados Unidos, un primo de mis padres adoptivos- Terminó sin aliento, incapaz de creer que ella estaba derramando sus entrañas a Pedro. Él hizo eso a ella, le daba ganas de decirle exactamente cómo se sentía porque ella sabía que no la juzgaría. Se sentía extraño, ser capaz de hablar en realidad con un hombre de sus sentimientos.
-¿Lo amas? -Preguntó con voz ronca Pedro.
Paula bajó los ojos, mirando fijamente a su botella de agua y jugando con la etiqueta con nerviosismo.
-Yo no lo conocía, ni siquiera me reuní con él hasta que nos casamos.
-¿Qué clase de acuerdo de mierda es eso?- Preguntó con rabia Pedro.-Ustedes fueron vendidos?
La vergüenza se apoderó de ella mientras ella respondió en un susurro:
-No exactamente. Mis padres adoptivos tenían dificultades financieras. ¿Cómo no podría hacer lo que querían? lo que se esperaba de mí. Me habían alimentado y me habían tenido durante quince años. Se les contaban conmigo para ayudarlos. Mi ex marido, de la familia de Ravi, tenía algo de dinero. Mis padres adoptivos tenían deuda. La familia de Ravi estaba dispuesto a darles el dinero y liquidar su deuda a cambio de su matrimonio conmigo.
-No es diferente de lo que se vende- Pedro se quejó, golpeando su silla cuando se levantó y se movió alrededor de la mesa, tomando su mano
y tirando de ella a sus pies.
-Ninguna mujer debe sentir que tiene que casarse. ¿Te has enamorado de él después de que se casaron?
Paula levanto la vista hacia Pedro, incapaz de mentirle.
-No - susurró. -Nos casamos hace siete años y no era más que decepción para él.
-¿Qué?- Explotó Pedro. -¿Cómo puedes decepcionar a cualquier hombre?
-Yo era un mal negocio para él. Él quería tener un hijo, un hijo. Y nunca fui capaz de concebir. Él se hizo estudios y era fértil. Yo... no estaba-
ella contestó, agonía en sus palabras-Era un hombre muy tradicional indio y no cree en el divorcio. Pero tuve que dejar el matrimonio. No era... bueno - susurró con voz ronca, estremeciéndose cuando agregó- Me divorcié de él
-Y te dejó la miseria?- Pedro preguntó con rabia, pero su tacto era suave cuando él la agarró por los hombros.
-Fue mi elección. No pensé más allá de escapar. Yo quería salir. Tenía que salir de allí.- Paula terminó en un sollozo, su corazón se sentía como si hubiese sido arrancado de su pecho.
Había habido alguna vez en su vida en el que no se había sentido no deseada, sin amor? Si, no podía recordar la misma. Ella había sido más feliz desde su divorcio -viajando de un lugar a otro, teniendo puestos de trabajo en el que pudiera conseguirlos- de lo que nunca había estado en toda su vida. Sí, ella había estado sola, luchando para sobrevivir, pero el dolor físico y emocional se había calmado, y sentía que casi había recuperado su cordura.
-Mis padres adoptivos ya no me hablan. El divorcio no es algo que se acepta bien en la cultura india, y yo no cumplí con el acuerdo que mi padre adoptivo hizo con mi ex marido.
Pedro la apoyó contra la encimera de la cocina, con los ojos brillantes de fuego azul.
-Eres una mujer. Una mujer hermosa, talentosa. No un bien para ser vendido. ¡Mierda! ¿Qué clase de hombre hace algo así? ¿Cómo puede cualquiera de ellos dormir por la noche sin saber si está o no está seguro y feliz?
Paula inclinó la cabeza.
-Yo humille a todos ellos. Ellos no se preocupan - Las lágrimas comenzaron a fluir por sus mejillas sin control, sus emociones embotelladas hicieron explosión en su escondite.
Pedro agarró la barbilla y forzó su cabeza hacia arriba. Su expresión era feroz como él respondió con fuerza.
-Ninguna mujer debe ser vendida y no tenían derecho a esperar nada de ti. Sus problemas no eran los tuyos. Ellos asumieron la responsabilidad de ser padres de acogida de buen grado. Y tienen dinero para cuidar de ti. Eso es probablemente por qué nunca te adoptaron. Apenas habías crecido cuando te vendieron. Deberías haber tenido la oportunidad de vivir, para obtener una educación si querías. Maldita sea, deberías haber tenido opciones!
Paula observó la expresión feroz de Pedro, pero ella no tenía miedo. De hecho, estaba abogando por ella, la defensa de sus derechos como mujer. Desafortunadamente, él no entendía la cultura india.
-Podría ser estadounidense, pero tengo raices de la India, Pedro. Estamos motivados por el deber y la culpa.-¿Era eso disfuncional? Sí. Pero era difícil librarse de las cosas que le habían enseñado a un niño y una mujer joven. Le había costado veinticinco años para ser lo suficientemente valiente para romper con la tradición y escapar de un matrimonio horrible, y que todavía no fue fácil. La vergüenza y la culpa aún la perseguían a veces - Desde mi divorcio, he tratado de estar libre y encontrar el lado americano de mi herencia. Pero sigue siendo difícil a veces. Me muevo mucho y es difícil hacer amigos. Todavía estoy aprendiendo a ser un americano.
Pedro se acercó, ella sintió el hacinamiento de su musculoso, caliente cuerpo presionado contra el suyo. Sus brazos la envolvió cuando susurró con vehemencia contra su sien:
-Y fue todo un deber? Estaba casado con un deber? ¿O es que tu ex te ama?
Paula se estremeció, incapaz de mantenerse a sí misma envuelta con sus brazos alrededor del cuello de Pedro mientras sus lágrimas continuaron cayendo.
-Él no me quería. Él quería tener un hijo - murmuró contra su pecho. -No me podía divorciar, pero no era lo que quería. Entró en rabia sobre la situación e hizo el matrimonio difícil. La imagen fue todo para él, y yo no podía proporcionarle una familia.
Músculos de la mandíbula de Pedro temblaban, su cuerpo se tensó cuando dijo con voz ronca:
-Por favor, dime que no te ha herido. Dime que nunca te puso un dedo encima.
Paula bajó la cabeza.
-No puedo. Sería una mentira, y ha hecho demasiado para que yo te mienta. Tenía razón. Yo estaba huyendo. He estado corriendo desde que lo dejé.
-¿Te está amenazando? ¿Te ha contactado? -Pedro preguntó con ansiedad, con tono furioso.
-No creo que él sepa dónde estoy y dudo que le importe. Se puso en contacto con algunos de mis clientes anteriores cuando vivíamos en California en busca de mí, así que me oculte hasta que el divorcio llegara al final y luego corri. He estado viajando desde entonces,- ella admitió en voz baja.-Se puso mal cuando empecé con el empleo. Él no queria que trabaje fuera del hogar.
-¿Qué hay de tu sitio web?
-No sabía- Paula admitió.-Él habría puesto fin a la misma.
Pedro tiró de su cabeza hacia atrás y ladeó la barbilla para mirarla a la cara.
-Dime dónde está - exigió, su voz baja y mortal. -Voy a matar a ese bastardo.
-¡No!- Paula exclamó en voz alta.-Todo lo que quiero es la paz. Quiero olvidar. Por favor- Lo
hecho por este hombre hizo que la defendiera con su pecho y apretar en agradecimiento, pero que no quería a Pedro involucrado en su pasado.-Se acabó. Estoy libre. Eso es todo lo que quería.
-¿Recibiste alguna ayuda?
-Me pasé el tiempo de espera de mi divorcio en un refugio para mujeres. Me ayudaron tanto como pudieron. Fui a su orientación, pero todavía estoy luchando para conseguir libertad de mi pasado, supongo. Tomé puestos de trabajo fuera del estado para escapar, empezar de nuevo.
-¿Estaba malditamente loco? ¿No se daba cuenta de lo que había hecho?
Pedro respondió con fuerza. -Esa maldita soledad para estar con alguien que no le importa una mierda, pero no puede soportar el hecho de que en realidad te haga daño intencionadamente.
Mirando a los ojos azules líquidos, dijo vacilante:
-Suenas como si supieras lo que se siente al estar con alguien que no le importa?
- Lo hago. Mi novia de diez años me dejó cuando yo estaba en la UCI después de mi accidente porque no era lo que ella había contado, porque no era capaz de cumplir con su ideal. Yo jodidamente sé lo que se siente, y es una mierda. Pero no estaba impotente. Yo tenía dinero y tenía la familia y amigos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario