miércoles, 25 de julio de 2018
CAPITULO 4 (CUARTA HISTORIA)
Pedro estaba con otra cerveza cuando alguien llamó a su puerta. Sujetando la parte superior de la cerveza, tomó un largo trago de su bebida, busco a tientas el cerrojo de la puerta y la abrió.
Se congeló, cada músculo de su cuerpo agarrotados todos a la vez. No estaba seguro de cuánto tiempo se quedó allí, ahogándose en el chocolate -oscuro, los ojos muy abiertos le devolvía la mirada desde la puerta-. Pedro estaba aturdido, se aceleró su ritmo cardíaco hasta que latía en sus oídos, el aire que salía de los pulmones era un silbido pesada, sensación de que había recibido una fuerte patada en el estómago después de un quarterback particularmente difícil.
Definitivamente no es su comida que llega al servicio de habitaciones!
Pedro no tenía ninguna duda de que la mujer frente a él era Paula Chaves, pero ella no era en absoluto lo que había esperado. Estaba vestida con una camisa tie-dye, naranja desgastada. Verde azulado y verde mezclados con el color mandarina de su parte superior, lo que hace de su mirada una flor exótica. Cabello largo y suelto de color negro azulado cayó por debajo de los hombros y la espalda recta, hermosa, y dándonosle ganas de alcanzarlo y tocarlo para ver si era tan sedoso como parecía. Su piel cremosa era un contraste con su oscuro cabello y ojos que parecía un sueño húmedo exótico.
Tuvo una instantánea erección con el aroma del jazmín que lo rodeó, haciendo fuerza suficiente para cortar el acero. Se movió cautelosamente en la habitación cuando él abrió más la puerta.
-Paula?-. Graznó, con la boca seca, la adrenalina comenzó a recorrer su cuerpo. Era de altura media para una mujer, pero él la empequeñeció. Aún así, se veía frágil, como la más leve brisa que sople su distancia.
Obviamente, sus miradas eran engañosas.
Después de todo, ella lo llevó a una persecución
alegre durante los últimos dos meses.
-¿Qué quieres?-. Preguntó con impaciencia, sus ojos destellando oscuro fuego.
Pedro cerró la puerta. ¡Tú! Te quiero debajo de mí, encima de mí, o en cualquier otra forma que desee. En voz alta, respondió:
-Mi nombre es Pedro Alfonso. Te estuve buscando. ¿No recibiste mis mensajes?
Haciendo caso omiso de su pregunta, ella respondió:
-Me robaste mis cosas. Eres un ladrón-. Su tono era hostil, pero su expresión seguía mostrando su aprensión.
-No soy un ladrón. Estaba desesperado y tratando de llegar a hablar contigo. Y yo no habría dejado mi información de contacto si estaba tratando de robarte-. Pedro respondió a la defensiva. Honestamente, él todavía estaba
desesperado, sólo que ahora era una especie totalmente diferente de la desesperación. Su libido, que había estado funcionando, mientras se recuperaba de su accidente, por fin había despertado con una venganza y llevado completo control de su cuerpo.
Ella fue y recogió su andrajosa bolsa de tela, levantándola por encima del hombro después de comprobar el contenido. Se detuvo justo en frente de él, sus profundos ojos marrones enojados, pero mostrando también un indicio de la vulnerabilidad y el miedo.
-Sólo dime por qué me has estado siguiendo. ¿Eres una especie de acosador loco?
Pedro sintió que su ira se levantaba con la idea de que alguien causara a esta mujer angustia y cierta molestia personal, que Paula, obviamente, pensaba que era una especie de psicópata.
-No. ¿Alguien te está acechando?
Sus ojos se encontraron, y ella buscó en su cara, como si estuviera buscando la verdad.
-No lo sé- Respondió con sinceridad.-Pero sé que alguien me ha estado siguiendo. Estoy asumiendo que usted ha sido. Y sí, tengo algunos mensajes que no tienen ningún sentido para mí. ¿De verdad esperas que responda? Ni siquiera te conozco. ¿Que quieres de mi?
Era una pregunta cargada que podría haber respondido de muchas maneras diferentes, debido a la inusual respuesta que su cuerpo estaba teniendo a su presencia, pero ninguno de ellos era muy apropiado en este momento. Más que probablemente, una de las respuestas que vino a la mente la habría hecho correr y gritar. Pedro metió la mano en el bolsillo y sacó la cartera, disgustado porque él la había asustado por seguirla. Había estado huyendo de miedo, una mujer sola que no le gustaba un chico desconocido tras ella. Nunca se le había ocurrido que ella podría tener miedo de él, y por alguna razón, no le gustaba ese pensamiento.
Hasta la celebración de una imagen de Magda y Mauro, dijo:
-Este soy yo. Estoy haciéndoles un favor a unos amigos. Creemos que hay una posibilidad de que podría estar relacionado con mi cuñado y su hermana. He estado tratando de localizarte durante casi dos meses. No estoy tratando de hacerte daño. Sólo quería hablar con vos.
Paula puso su dedo en la foto y la recorrió lentamente.
-Estas dos personas?- Suspiró. -¿Me veo como que estoy relacionada con estos dos? Mi madre era una estadounidense de raza caucásica, pero mi padre era un inmigrante indio. No me parezco a estas dos personas. Les puedo decir que están relacionados. Ellos se parecen mucho.- Una breve mirada de pesar y tristeza brilló en las profundidades de sus oscuros ojos.
-Ellos tienen la misma madre y el padre. Hay una posibilidad de que pudieran ser tus medio hermanos, relacionados en el lado de tu madre- Pedro respondió, su corazón se apretó en un puño cuando vio la expresión melancólica en su cara. Ella estaba tratando de poner en un frente valiente, pero se veía tan cansada, tan sola, y le dio ganas de refugiarla de cualquier cosa y todo lo que la hacía sentirse de esa manera. Se preguntó cuándo fue la última vez que había comido una buena comida o dormido durante un período de tiempo decente.
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