miércoles, 1 de agosto de 2018
CAPITULO 29 (CUARTA HISTORIA)
-Has hecho un trabajo increíble con Holderman - Teo comentó casualmente cuando se dejó caer en la silla frente al escritorio de Pedro en su
despacho.-Un infierno es mucho mejor de lo que podría haber logrado.
Pedro se encogió de hombros -Es un culo, pero queremos esa adquisición.
-No estoy seguro de que lo habría perseguido. La compañía tendría dinero perdido, porque no tengo la paciencia para lidiar con él - respondió Teo, enderezando su corbata, obviamente queriendo decir algo, pero el aspecto era reacio o incapaz de decirlo.
-Por lo que me necesitabas - dijo Pedro en broma. Más en serio, agregó - No fue un gran trato. He tenido que lidiar con un montón de malditos culos en mi vida. He aprendido a no dejar que lleguen a mí. Ganar el juego es más importante.
-Me alegro de que estés aquí,Pedro. Sólo quería que sepas que…-Teo se quejó, mirándolo un
poco incómodo - Tiene puntos fuertes que yo no, y que se complementan entre sí.
Pedro miró a su gemelo con sorpresa.
-¿Quién eres tú y qué has hecho con mi hermano? - El comentario fue tan diferente de Teo que Pedro no estaba muy seguro de haber oído a Teo correctamente. Su gemelo no admitiría tener ninguna debilidad.
-Sólo estoy estableciendo un hecho. Alfonso es mejor al tenerte aquí - Teo se movió en su silla,
enderezando su corbata ya perfecta. -Me gustaría que te replantees tus camisas y corbatas.
Pedro soltó una carcajada. Ese comentario fue más como Teo, pero había tocado algo que Teo quería, lo quería aquí.
-Yo pensaba que tenías todo bajo control. Nunca me sentí como que me necesitabas.
-Yo no - dijo Teo defensiva. -Si quieres hacer algo más con su vida, puedes sentirte libre de estar en Alfonso conmigo.
Pedro estudió a Teo, tratando de leerlo, pero era casi imposible. Por suerte, eran gemelos, y Pedro detectaba ciertas cosas acerca de su hermano. En este momento, Teo estaba tratando de establecerle que era libre de hacer lo que
quería, porque su hermano mayor siempre había asumido todas las responsabilidades en Alfonso, permitiendo que el resto de los hermanos perseguir sus sueños. Pedro nunca había pensado en los sacrificios que Teo había hecho para su familia, pero ahora se lo preguntó -¿Te gusta estar aquí? ¿Te gusta correr por Alfonso? Podrías haber sido un infierno en una carrera de coches si te hubieras quedado con eso. Pero no podías, ¿verdad? Fuiste el único que quedaba para dirigir la compañía.-Las tripas de Pedro se torcieron con la culpa. -Fuiste el único que nunca se sintió libre para hacer lo que quería. Fuiste atrapado aquí porque Mia perseguía su arte y yo estaba jugando al fútbol. - Pedro nunca había pensado en la injusticia de ese hecho hasta ahora.
-Fue justo - dijo Teo. -No fui privado. Estaba haciendo exactamente lo que quería. Me gustan las carreras, pero es un hobby. Nunca sentí la necesidad de conducir y hacerlo profesionalmente. Yo quería estar aquí. Así que no trates de hacerme ser algún tipo de héroe. Me encanta esta empresa y la forma en que me desafían. Te gusta la forma en que ocupa todo tu tiempo y te ayuda a olvidar.
Pedro sabía que Teo se enterró en su trabajo. Pero se sentía aliviado de que no había tenido un ardiente deseo de hacer algo más.
-Quiero estar aquí, Teo. Me sentía como que no me necesitabas aquí, ya que tenías todo manejado, tenías todo junto.
-Yo - Teo, arrastrando las palabras con arrogancia.-Pero podría usar tu ayuda.
Pedro reprimió una sonrisa, sabiendo que no iba a conseguir nada más que la admisión de Teo.
Pero era lo suficientemente bueno para él. Es cierto que se sentía para bien para continuar.
Poco a poco, los deberes que eran los puntos débiles de Teo se los habían pasado a él, y se encontró con que realmente sobresalía en las cosas que Teo no lo hacía. Los empleados estaban empezando a buscar su guía en esas áreas, y él estaba empezando a sentirse como el capitán de su propio equipo de fútbol.
-Estoy aquí. Y yo no voy a ninguna parte.
-Bueno - Teo respondió enérgicamente, de pie y cepillando las arrugas imaginarias de su traje.
-Pero no voy a cambiar mi forma de vestir a menos que sea para una función necesaria que requiera ser aburrido - Pedro le advirtió, tratando de mantener la risa de su voz.
-De acuerdo - Teo respondió de mala gana. Se detuvo con la mano en el pomo de la puerta, de
espaldas a Pedro. -Sabes, a veces se asusta el infierno fuera de mí, pero yo en realidad estoy esperando ver tus camisas de conejo esponjoso y bailando lazos de plátano todos los días.
-Bueno, maldición - dijo Pedro bajo su aliento.
-Creo que él no me falta - El comentario de su
hermano era lo más parecido que había oído a una confesión que quería estar más cerca de Pedro, más a menudo.
Teo se movió para salir, pero se dio la vuelta de nuevo.
-Por cierto, hemos descubierto algunas prácticas comerciales no tan legales del ex marido de
Paula. Emplea a estudiantes indios ilegalmente y les funciona como perros. Les paga casi nada, pero están desesperados por eso lo hacen. Puesto que no se supone que trabajan aquí con una visa de estudiante, mantienen la boca cerrada al respecto. Los rumores dicen que las mujeres tienen lo peor de todo, pero ellos no les pueden informar cuando les maltrata o los ataca porque tienen miedo de estar en problemas por trabajar ilegalmente .
-Bastardo - Pedro escupió con disgusto.
-Él va a tener lo que se merece, Pedro. Sé paciente. Esto ayudará a otras personas, además de Paula - dijo Teo con cautela, perforando a Pedro con una mirada intensa.
Pedro negó con la cabeza, tratando de empujar hacia abajo la rabia que sentía cada vez que se imaginaba a alguien haciendo daño a Paula.
Pero ahora que conocía que el culo de mierda le estaba haciendo daño a otros, sabía que tenía que encontrar una manera de controlarse a sí mismo. Después de todo, Paula estaba segura.
-Voy a esperar-respondió en una voz entrecortada.
El teléfono de Teo comenzó a sonar en un tono de música alegre, y él tiró del teléfono del bolsillo, mirándolo como si fuera su peor enemigo.
-Maldita sea! ¿Cómo diablos consiguió mi teléfono esta vez?
-Sra. Caldwell? - Preguntó Pedro, sonriendo en el teléfono de Teo.
-Ella es un dolor en el culo. Ella está despedida en este momento.-Teo precipitó fuera de la
oficina, con la puerta cerrándose tras él.
Pedro se rió entre dientes, mirándola, no había peligro para Angela. Teo amenazó con despedirla al menos una vez al día, y ella todavía estaba aquí. Su hermano podría gruñir y cabrearse todo lo que quería... no había manera de que la despidiera. La necesitaba demasiado.
Honestamente, Pedro no estaba seguro de lo que Teo haría sin ella nunca más. Ella podría irritar el infierno fuera de él, pero ella lo mantuvo de sus dedos de los pies.
Mirando el reloj, decidió que era hora de irse a casa.
Al salir de la oficina, él sonrió a su secretaria, Karen, y ella sonrió de vuelta, ambos de escuchar el intercambio de calor entre Angela y Teo en la oficina de al lado. Pedro dudaba de que alguien lo tomara en serio más porque ocurrió en una base diaria.
-Buenas noches, señor Alfonso- chirrió Karen.
-Usted, también - Devolvió con una onda.
Cada noche había ido bien últimamente ahora que tenía Paula. No esperaba que esa noche fuera diferente.
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