viernes, 14 de septiembre de 2018

CAPITULO 15 (SEPTIMA HISTORIA)



Salió justo a tiempo para ver a Pedro lanzándose a por el cachorro al mismo tiempo que el coyote entraba a matar; Paula levantó los brazos mientras Pedro corría hacia la puerta con su mascota en brazos. El coyote se volvió para darles caza con un aullido furioso.


El coyote alcanzaría a Pedro en cuestión de momentos a menos que...


Sin más elección, Paula apuntó y disparó al depredador que los perseguía entre los ojos.


Paula bajó los brazos lentamente; se apoyó la pistola Glock 23 en el muslo mientras soltaba un suspiro de alivio. No tenía ninguna duda de que el coyote iba tras el cachorro. Raramente atacaban a los humanos, pero si Pedro se interponía en su camino, podría desgarrarlo o incluso matarlo. No estaba dispuesta a permitir que el cachorro ni Pedro sufrieran ningún daño si podía evitarlo.


Pero tendría que pensar rápido para explicarse.


—Eso ha sido un gran disparo —dijo Pedro mientras corría hacia el porche. Shep gimoteaba en sus brazos. Soltó al cachorro dentro de la casa y Shep se precipitó encantado hacia el interior—. No estoy seguro de si ha sido el coyote o el disparo lo que ha hecho que se mee de miedo - dijo Pedro arrastrando las palabras mientras observaba cómo Shep corría a cubierto al interior de la casa, con aspecto totalmente impávido por el hecho de que podría haber resultado herido.


—Lo siento. No tuve elección. El coyote estaba persiguiéndoos y tú no ibas a llegar a la casa —respondió Paula a la defensiva.


Pedro se acercó al animal muerto y después volvió junto a Paula, empujándola para que volviera a entrar en la casa.


—No llevas zapatos. Vuelve adentro.


Paula volvió a entrar en la casa y colocó su Glock suavemente en un armario alto en la cocina para evitar que Shep se acercara a ella.


—De verdad, no tenía otra opción —volvió a decirle Paula a Pedro mientras giraba hacia él cuando sintió su presencia detrás de ella.


—Oye. —Él dejó caer sus manos sobre los hombros de Paula—. No estoy discutiendo. Tus rápidas acciones y esa puntería jodidamente impresionantes probablemente me ha ahorrado algunas lesiones y la vida de Shep. Algunos
coyotes se están volviendo atrevidos. No estoy seguro de si ésa tenía la rabia, pero sé que tenía hambre. Los turistas piensan que es divertido dejar comida fuera para poder verlos y luego ellos pierden su miedo natural a los humanos, se habitúan. Definitivamente quería hacer una comida de Shep. No estoy enfadado contigo. Estoy agradecido.


—¿Lo estás? —Paula miró a Pedro, confundida.


Él asintió.


—Eres muy buena tiradora. Y llevas una pistola. ¿Por qué?


Eran las preguntas que Paula quería evitar.


—Porque yo... soy...


Pedro le cubrió los labios con los dedos.


—No me mientas. Sé que quieres hacerlo o que sientes que tienes que hacerlo, pero no lo hagas. No tienes que hacerlo. —Sus cejas se juntaron mientras la estudiaba atentamente—. Eres la agente especial Paula Chaves del FBI. Se te ha asignado a la división de lucha antiterrorista, lo cual tiene mucho sentido ahora que sé cómo perdiste a tus padres. Mi pregunta no es quién eres, Paula. Mi pregunta es: ¿qué diablos estás haciendo aquí, en Rocky Springs,
Colorado?


Ella retrocedió hasta que sus manos cayeron de su cuerpo, completamente conmocionada de que su condición de agente hubiera sido descubierta tan fácilmente.


—¿Cómo lo has sabido? —No iba a negarlo. Obviamente no tenía sentido.


Él sonrió con satisfacción.


—No te creerías los contactos que tengo. Lo único que hizo falta fue una llamada telefónica. Lo que no pude descubrir fue tu misión. No eres una empleada estresada de vacaciones. Estás aquí por alguna razón.


Paula se cruzó de brazos.


—¿Cómo lo sabes? Ser agente de campo es un trabajo estresante. Y tenemos vacaciones. —Paula no recordaba habérselas tomado nunca. Respiró hondo antes de continuar—. ¿Y cómo es posible que averigües mi condición tan fácilmente? Sé que eras un SEAL de la Marina de EE. UU., pero no aparecía en tu expediente militar. ¿Por qué? ¿Y cómo es que todavía tienes contactos tan poderosos?


Pedro se cruzó de brazos imitando su postura.


—Tal vez yo no fuera un SEAL —sugirió él con calma—. Si no está en mi expediente, no sucedió.


—Y una mierda. —Le lanzó una mirada fulminante—. Pasaste por el BUD/s, el entrenamiento básico de demolición submarina seis meses, por el SQT, el entrenamiento de calificación SEAL de seis meses y conseguiste tu Tridente SEAL, la insignia de la Guerra Especial. Después de eso, es como si hubieras desaparecido, excepto por las anotaciones de que eras oficial de las Fuerzas Especiales con un expediente ejemplar. Te fuiste porque resultaste herido en el cumplimiento del deber, pero la misión era altamente confidencial. ¿Qué tipo de misión es confidencial para un agente del FBI?


—El tipo que no existe para casi nadie del gobierno —explicó en tono informal—. Y nunca he dicho que fuera un SEAL. Aunque admito que dejé que cualquiera que lo creyera siguiera dando por hecho que lo era. No tuve elección.


Paula lo miró boquiabierta.


—¿Estabas en un equipo de alto secreto de las Fuerzas Especiales? Te reclutaron del equipo SEAL, ¿no?



No hay comentarios:

Publicar un comentario