viernes, 27 de julio de 2018

CAPITULO 13 (CUARTA HISTORIA)




Los latidos del corazón de Paula se aceleraron y ella podía sentir de Pedro la rabia y el mismo sentido de la traición que había sentido cuando Ravi básicamente le había cancelado y la convirtió en su objetivo de rabia porque no podía producir un niño.


-Entonces no era digna de ti. Si por algo tan superficial ella se dio la vuelta, entonces estás mejor sin ella - Paula respondió rotundamente. 
Pedro era un hombre que vale la pena mantener, cualesquiera que sean las circunstancias. No entendía a su ex novia, él era el tipo de hombre que la mayoría de las mujeres anhelaba, un hombre que era constante y le importaría, sin importar las circunstancias. -Te merecías algo mucho mejor que eso- dijo con sinceridad, colocando su palma contra su mandíbula.


Los ojos de Pedro se volvieron fundidos y calientes, sus fosas nasales dilatadas cuando preguntó con voz ronca:
-¿Cómo puedes dormir con alguien cuyo único objetivo es conseguir que quedes embarazada y ya?


Paula se encogió de hombros, incómoda.


-Yo era su esposa- ella dijo con la mayor naturalidad. -Era mi deber, y si lo hubiese negado, habría sido peor. Por lo general, había terminado con bastante rapidez.-No quería hablar de que ella no se quedó con mucho de una elección. Si Ravi quería sexo, lo tomó. Las pocas veces que había tratado de luchar contra el, casi la dejó inconsciente.


-Esa no es la forma en que se supone que debe ocurrir, corazón.- La mano de Pedro salió de su cara, sus dedos deslizándose sensualmente por el pelo. -Eres una mujer que está destinada a ser saboreada, una mujer que un hombre quiere
complacer. No hay nada que me daría más satisfacción que verte venir. Difícil.


Sus palabras dispararon directamente desde su agitado vientre hasta la médula, las inundaciones de humedad entre sus muslos cuando vio el deseo en sus ojos. Tenía las mejillas rojas de vergüenza, pero había pasión cruda que radiaba a través de su cuerpo, haciéndola incapaz de apartar la mirada de su expresión carnal.


-¿Cómo se puede venir cuando está oscuro?
- Preguntó ella, incapaz de aplacar su curiosidad. -Él era el único hombre con el que he estado y siempre fue muy rápido, con las luces apagadas.


-¡Mierda! ¿No te hacía llegar al clímax?-Pedro llevó la mano a su culo y tiró de ella sin resistencia, la parte más baja del cuerpo en contra de su dureza.


La boca de Paula se abrió con la necesidad tanto como sorpresa. Estaba duro y con ganas, el resto de su cuerpo tan caliente para ella como sus ojos.


-No- admitió ella, hipnotizada e incapaz de mantenerse alejada de la fuerza desconocida que la atrajo a Pedro. -Estaba oscuro, y termino en un minuto o dos.


-Baby, nunca debes ser tomada en la oscuridad- Pedro respondió, molesto. -¿Sabes mirar, al igual que la imagen de ti misma en tu cartera? Madura, necesitada, y lista para ser tomada y satisfecha.


Paula sabía exactamente de la imagen que estaba hablando.


-Se veía en mis dibujos-acusó ella, sintiéndose desnuda y expuesta. Ese dibujo fue todo acerca de su anhelo, su antojo de algo que no existía.


-¿Alguien? ¿Algún tiempo? En alguna parte? -Pedro verificaba con brusquedad.-No tengo las respuestas a estas preguntas.


-Yo- susurró con voz ronca mientras sus labios exploraron la carcasa sensible de su oído, su
caliente aliento haciéndola temblar. -Ahora- agregó, los dedos pinchando en su pelo y su mano tirando de su culo con más fuerza contra su miembro hinchado. -En este maldito momento", terminó con un gemido masculino, sus labios barren hacia abajo para capturar los suyos.


La boca ardiente de Pedro aspirado el aliento de su cuerpo. Paula gimió contra sus labios y los abrió automáticamente, su necesidad para esto, para él, insaciable. Probablemente ella había mirado exactamente como su autorretrato, porque su necesidad era intensa e imparable, y ahora Pedro fue la entrega de lo que quería con cada golpe de su lengua.


La besó como un hombre poseído, un hombre decidido a conquistar y dominar, y ella respondió con igual deseo. Sus dedos se enroscan en su pelo y acariciaron su cuello, necesitando tocarlo todo lo que parecía necesitar para tocarla. Paula se sintió capturada, embelesada, y dominó, su caliente y musculoso cuerpo presionado en el de ella. Pero se reflejaba en él, en él. Saboreó su boca, su necesidad urgente, pero su lengua exploró cada cavidad de la boca como si necesitara estar familiarizado con cada pulgada de ella. Que vibraba con un gruñido masculino mientras empujaba hacia atrás, como ansiosa por explorar el beso como él, disfrutando de su libertad para saborearlo. Conociendo a Pedro creía que era embriagador, un placer que la hipnotizaba, llena un vacío en su interior que había estado allí todo el tiempo que podía recordar.


PedroPedroPedro.


Sus caderas se movieron hacia delante, tratando de acercarse a su miembro hinchado, maldiciendo las capas de tela vaquera entre ellos.


Cerca. Necesito estar más cerca.


Paula sabía que se estaba ahogando, perdiendo el control, pero se entregó a Pedro sin un pensamiento coherente, las necesidades de su cuerpo tomaban prioridad. Ella apartó la boca de la suya y le pidió:
-Por favor. Oh, por favor,-jadeó ella, necesitando más, frenética por más.


Pedro la levantó fácilmente al mostrador de la cocina, con lo que sus pechos quedaron directamente en frente de su cara. Jadeó cuando arrancó los botones de su camisa para abrirla. Escasamente dotado, ella se había ido sin sujetador, y el fresco aire de golpeaba a su sensibilidad.


-Mi camisa- murmuró sin aliento, sintiendo vergüenza por sus pequeños pechos.


-Te he comprado más- Pedro gruñó mientras su boca buscó y encontró un pecho, su otra mano buscando el otro.


Paula acunó su cabeza contra su pecho, todavía jadeante de necesidad.


-Pedro. Por favor.-Sus dedos y la boca pellizcaron, pellizcaron, y luego acariciaron, y condujo su necesidad demasiado alto, demasiado desesperada. Su cabeza cayó hacia atrás contra el armario, su cuerpo sintiendo como fuego líquido cuando la boca de Pedro consumido su pechos, cambiaba de uno a otro, como si quisiera ser dueño de los dos.


Ella gimió, sus manos en sus hombros para mantenerse a sí misma en el mostrador.


-Eres tan hermosa, Paula. Tan dulce que podría lamer y saborear cada pulgada de ti y todavía quisiera más -dijo Pedro entre dientes, la lengua buscando su pezón.


-Las tengo pequeñas - ella dijo inconexa, incapaz de concentrarse en nada más que la tortura caliente de Pedro.


-Perfectas-, ha insistido, con las manos ahuecando sus tetas, cada pulgar molestando a un pezón.


Paula se retorció en el mostrador, el calor y la necesidad palpitante entre sus muslos era insoportable.


-Necesito...- se quejó, no muy segura exactamente lo que necesitaba para hacer su cuerpo parar de temblar.


-Yo sé lo que necesitas,-Pedro  respondió, su voz baja y sensual, su climatizado aliento contra su cuello.-Necesitas un hombre para que te vengas. Y el hombre voy a ser yo.





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