viernes, 10 de agosto de 2018
CAPITULO 16 (QUINTA HISTORIA)
Paula quería romper el contacto visual, quería correr tan rápido y lejos de Pedro como ella podría.
La expresión sombría en su cara estaba en
desacuerdo con el tórrido de sus ojos oscuros, líquidos: una mirada que daba miedo y cautivaba.
Ella no quería pensar en su rechazo de la noche anterior, o por qué quería que volviera a preguntar.
Finalmente, ella se limitó a preguntar - ¿Por qué?
Pedro tomó el café de la mano y la puso sobre una mesita junto a él, sin apartar los ojos mientras le echó la barbilla hacia arriba, su pulgar acariciando su piel mientras él respondió: -Porque he estado esperando toda la noche para que me la hagas de nuevo, esta vez, cuando estás sobria. Pídemelo - dijo con voz áspera, con exigencia, el aliento que entra y sale de sus pulmones como si él acababa de terminar una carrera larga y dura.
Oh, cómo Paula quería hacerle caso a Pedro.
Ella quería sentir los labios duros, exigentes en los de ella más de lo que quería su próximo
aliento.
Pero ella susurró - No puedo. Eres mi jefe. Soy tu empleada. No podemos hacer esto.
-El infierno no podemos. Estás despedida - se quejó.
Tal vez esta fue la única vez que Paula habia apreciado el hecho de que Pedro la despidiera sobre una base diaria.
-Bien - respondió ella, agarrando su oscura, corbata impecable y tirando de su boca hacia la suya, incapaz de superar la tentación de tocarlo, quería que la tocara. Sus ojos se cerraron, sus sentidos inmediatamente intoxicados por la sensación caliente, exigiendo que cubra la boca de ella, su lengua insistente superar cualquier resistencia o reticencia que puede haber
tenido antes. Ella se abrió a él, y saqueó, teniendo lo que quería, y al mismo tiempo darle exactamente lo que necesitaba.
Paula gimió en su beso, sus manos enganchadas en su cabello grueso y oscuro, temblando al sentir el contacto de las hebras entre sus dedos. Él palmeó su culo con una mano, la tiró con fuerza contra su cuerpo muscular, climatizado. Sus dedos agarraron el clip en el pelo y tiró, liberando una cascada de cabellera rubia por su espalda. Lo agarro en un puño, inclinó la cabeza hacia atrás más allá, lo que le permitió un acceso completo a la boca.
Dulce Jesús, estoy en problemas!
Pedro la besó como un hombre poseído, y Paula respondió, devolviendo exactamente lo que le dio a ella, la lujuria se estrelló sobre su cuerpo como una ola gigantesca. Su núcleo inundado de calor líquido, y se frotó su cuerpo contra él en la pasión frustrada, irritada porque necesitaba sentir su piel caliente contra la suya. Su pesada chaqueta de traje mantuvo sus manos al tocar su piel desnuda, y ella quería que desapareciera. Quería que todo haya ido.
Pedro apartó la boca de la de ella, jadeante.
Otro tirón en su cabello dejando al descubierto la piel sensible de su cuello, y su boca la exploró, como si saboreando cada superficie expuesta de su cuerpo.
-Si no dejas de rozar tu delicioso cuerpo contra mí, voy a tener que desnudarte y ponerte boca arriba en cuestión de segundos - advirtió su inquietante, su voz baja amortiguada contra su sien.- O desnudarte contra la pared - agregó con dureza.
Por un momento loco, salvaje, Paula quería poner en evidencia a Pedro, apretarse contra la gran erección que ya podía sentir contra su abdomen inferior. Pero se sentía demasiada cruda, demasiado expuesta. Y dejándose a sí misma abierta a Pedro sería otro error estúpido.
Estaba demasiado oscuro, demasiado tentador, y demasiado impredecible. La última cosa que necesitaba era tener una aventura con su jefe y perder su trabajo. Por mucho que le quería y ella definitivamente no estaba aterrorizada de lo que sería el resultado de una relación con Pedro.
Era un bastardo sin corazón. Tal vez se sentía como jugandor con ella ahora, pero que iba a encontrar otro juguete lo suficientemente pronto.
Y ella estaría fuera de un trabajo.
-Vamos a llegar tarde para el trabajo- Paula trató de no gemir.
-Soy dueño de la empresa. No creo que tendremos problemas - Pedro respondió con pereza, mordiendo su lóbulo de la oreja.
Estimado Señor, si ella no se alejaba de él ahora, hubiera podido abrirse la ropa. Sacó la cabeza hacia atrás para darle una mirada ardiente, uno que casi tenía que despojarlo allí mismo. Su cabello estaba revuelto, como si acabara de rodar fuera de la cama, o cogiendo y su ropa estaba torcida. Era un aspecto totalmente nuevo en su jefe, y maldición, se veía muy bien en él. Le hacía parecer más accesible, e incluso más atractivo de lo que normalmente se veía.
-Lo olvidé. Yo no tengo un trabajo. Me despediste - Ella tiró juguetonamente en su cabello.
-Yo podría pensar en algunas cosas que probablemente me persuadan para que vuelva a contratarte - respondió Pedro con una voz grave, apretando su mano en el culo posesivamente.
Incapaz de manejar la exquisita tortura del contacto de Pedro por un momento más, Paula se metió bajo el brazo y se deslizó lejos de él.
-No deberíamos haber hecho eso - dijo con tristeza.
Pedro se ajustó la corbata y se alisó el pelo hacia atrás hacia y abajo.
-Fue sólo un beso, Paula.- Sus ojos se cerraron y su rostro volvió a su habitual expresión, pedregoso.
¿Sólo un beso? Bastardo!
Su tono era burlón, irritante, y quería darle una bofetada para llamar a lo que acababan de hacer simplemente un beso. Para ella, había sido un trascendental, la experiencia que fusiono sus bragas, un abrazo que todavía tenía su cuerpo en fusión del calor.
Sin decir una palabra, cogió su bolso, dando la espalda a él.
-Bien. Sólo un beso. Nada espectacular - ella respondió con indiferencia, con la esperanza de que no pudiera detectar ninguna herida en su voz. En realidad, no sabe aún lo que es un beso caliente normal, como era? Tal vez lo que realmente no era nada extraordinario. Ella tenía muy poco con que compararlo.
Se volvió a tiempo para ver a Pedro recogiendo su manuscrito y tomando lo último de su café.
Por un momento, considero a discutir con él acerca de tomar su libro, pero ella lo escribió para que la gente pudiera leer las historias que
tenía que compartir, por lo tanto, realmente no importa. Se trasladó a llevar la taza a la cocina, pero ella lo interceptó y dejó caer las dos tazas en el fregadero. Recogiendo su pinza de pelo del suelo, se llevó el pelo hacia atrás y se apretó el cierre.
-Es hora de irnos - dijo ella, espectacular a través de la sala de estar a la puerta, esperando sonar más tranquilo de lo que se sentía.
Pedro se encontró con ella en la puerta, agarrando su brazo mientras abría la puerta.
-Fue un tonto al perderte, Paula - dijo bruscamente - Y si yo pensara que estamos listos y no lo lamentaríamos, estaría follándote en este momento. Viéndote acabar, sería una de las cosas más satisfactorias que he hecho.
Paula se le quedó mirando por un momento, sorprendida por la forma de fuego que podría ser en un momento, y luego convertirse en hielo al siguiente. Con el rostro encendido, y podía sentir el flujo de electricidad sensual entre ellos, sabiendo una chispa fuera de lugar dispararía una llama rugiente.
-Lo dudo. Y fue sólo un beso - le recordó ella con falsa dulzura en su voz.
-Fue más que eso - admitió, con los ojos rastrillando sobre su cara, en busca de... algo.
Paula se dio la vuelta, incapaz de soportar su escrutinio. Se había expuesto demasiado ya. Al abrir la puerta, lo esperó para cerrar antes de ir detrás de él. Cuando se dio la vuelta, vio que estaba colgando un juego de llaves en frente de su cara.
-Hice una promesa - dijo, sonando casi doloroso.
Paula robó las llaves.-Te prometo que voy a llegar a Alfonso sin un rasguño en el coche.
Pedro se encogió de hombros.-No es el coche lo que me preocupa.
Él la ayudó a entrar en el asiento del conductor y su abrochado, y luego tomó su propio asiento en el otro lado.-No estás acostumbrada al vehículo.
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