jueves, 16 de agosto de 2018
CAPITULO 35 (QUINTA HISTORIA)
Paula se resistió mientras miraba a Pedro esperando con arrogancia, expectante.
-No voy a quitarme el vestido. Y no lo vas a rasgar. Es probable que cueste una fortuna - Se cruzó de brazos frente a ella, los dos con una mirada hacia abajo.
-Tú - comentó Pedro ominosamente mientras lentamente se desabrochó la chaqueta y se encogió de hombros - No he venido aquí esta noche para follarte, Paula. Pero voy a hacerlo porque no puedo esperar más - Sus dedos fueron al nudo de la corbata y la desabrochó con agilidad y lo deslizó alrededor de su cuello - Y no creo que quieras esperar más tampoco
Empezó a desabrocharse la camisa inmaculada.
-He esperado cuatro malditos años, y no había uno solo de esos días que mi pene no se
pusiera duro para ti, que no quería hundirse en ti y hacerte mía - Él desabrochó sus puños y deslizó la camisa por sus hombros, aterrizando en un montón a sus pies, junto con su chaqueta y corbata - Esta noche eres mía. Completamente. De manera inequívoca. No vas a escuchar cualquier otra voz excepto la mía que te dice lo maldita hermosa que eres, lo mucho que te quiero. Y no sentirás nada, excepto el placer .
Paula se congeló, y sus ojos se abrían mientras observaba los ABS de Pedro y los musculosos brazos expuestos a sus hambrientos ojos. Dulce niño Jesús, el hombre era hermoso. Era toda gracia depredadora y carne sólida que sus dedos picaban al tacto.
-Has estado atraído por mí durante tanto tiempo?
La acechó, moviendo los pocos pasos necesarios para tirar de su cuerpo en el suyo.
Bajando la cabeza, trazó el sensible lóbulo de la oreja con la lengua.
-No estoy atraído, Paula. Estoy obsesionado - respondió con dureza, su cálido aliento flotando por encima de su oreja.
Paula se estremeció, incapaz de contenerse, de poner sus manos en su pecho, sus dedos explorando la piel de seda sobre los músculos acerados. Tenía un tatuaje, un hermoso Phoenix de fuego volando libre en el lado derecho de su pecho, que sólo lo hizo aún más caliente, más impredecible. Pedro era el último hombre en la tierra que podía ver con un tatuaje. Ella le toco el abdomen y su espalda, saboreando la sensación de su piel caliente bajo sus dedos.
Pedro mordisqueó la sensible piel de su cuello cuando dijo con voz ronca,
-Se le acabó el tiempo al vestido, corazón.
Paula se echó hacia atrás cuando sintió que sus puños se apretaban sobre el material.
-¡No! No lo hagas - No estaba segura de si su preocupación era en realidad el vestido.
Realmente, por primera vez en su vida, quería ser sexualmente atrevida. Podía ver el deseo en los ojos de Pedro, y tenía que confiar en él. Ella bajó la cremallera corta y empezó a retorcerse el material encima de la cabeza, dejando al descubierto la ropa interior subida de tono cuando el material de seda se movía hacia arriba. Ella estaba sin aliento, con ansiedad en el momento en que dejó caer el vestido al suelo, de pie justo en frente de Pedro en nada más que sus braguitas rojas, un sujetador a juego, una liga de correa y medias de seda. Sus tacones de aguja todavía estaban en sus pies, pero apenas ayudaron.
Debe de haber estado conteniendo el aliento, y lanzado un siseo antes de que dijera en voz baja y reverentemente
-Mis fantasías no llegaron a acercarse a imaginar cómo eres de atractiva y hermosa que eres en realidad. ¡Cristo!¿Cómo no sabes que
eres tan caliente, Paula?
Al rojo vivo, el calor a través de su núcleo, empapando sus bragas mientras observaba el tormento en el rostro de Pedro, sintió la feroz hambre que era casi palpable en el aire a su alrededor.
Pedro finalmente dio un paso adelante, corrió las correas del sujetador para mover su boca sobre la piel de sus hombros. La desabrochó y la deslizó por sus brazos, con cuidado por los raspones de su piel que aún estaban sanando.
Él palmeó sus pechos, su tacto áspero y se convirtió en posesivo y observaba sus dedos jugando con sus pezones, gruñidos de satisfacción, endureciendo los picos dolorosamente sensibles.
- Mío - retumbó - Bella y mía.
Paula gimió mientras la pellizcaba y rodaba cada punta, sus dedos explorando cada pulgada de sus pechos como si quisiera ser dueño de ellos.
-Pedro - se quedó sin aliento mientras deslizaba una mano detrás de su cuello y tomó su boca, enyesada con sus cuerpos juntos. Paula se abrió para él, su lengua exigente perforando entre sus labios en un flagrante acto de posesión. La sensación de estar en contacto piel a piel con Pedro era exquisita y sensual, sus pezones frotando contra su pecho duro como una roca mientras devoraba su boca con movimientos eróticos de su lengua.
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