jueves, 16 de agosto de 2018
CAPITULO 36 (QUINTA HISTORIA)
Él la agarró del culo y tiró de ella al ras contra él, su vagina se inundó al sentir su enorme erección
presionando contra su pelvis. Ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello y se rindió, sus manos acariciando su espalda mientras ella se fundió en él.
La boca de Pedro salió de ella, deslizándose por los hombros, la boca enganchándose a uno de sus pezones, chupando y lamiendo a fondo antes de pasar al otro. Se puso en cuclillas, aterrizando sobre sus rodillas, su lengua trazando una línea lentamente hasta sus bragas.
-Voy a hacer que te vengas con la boca primero, Paula. Y luego voy a cogerte y te voy a hacer llegar de nuevo - dijo en voz baja, peligroso que fue ligeramente amortiguada contra su bajo vientre.
Paula lo miraba y la visión de su oscura cabeza tan cerca de su vagina casi la hizo acabar con sólo esa imagen erótica. Puso las manos sobre sus hombros mientras agarraba las bragas y se las arrancó de su cuerpo con un violento tirón. Fue la cosa más caliente que jamás había visto, y el deseo de Pedro para ella
estaba abrumándola. Estaba perdida mientras agarraba sus caderas duras, separando sus piernas con un empujón duro en su muslo, y hundiendo la cara y la boca en su montículo desnudo.
Pedro no era suave ni jugaba. Utilizó su boca y la lengua enérgicamente en sus pliegues, el feroz aterrizaje de la lengua en su clítoris casi
inmediatamente. El pequeño haz de nervios respondió, reaccionando a cada fuerte golpe de su lengua. Bebió de su vagina como si fuera néctar, su lengua moviéndose con fuerza contra su clítoris, llevándola más y más alto, por lo que su desesperación, incluso mayor que la suya.
-Oh Dios. Sí -gimió ella, sus uñas clavadas en sus hombros - Pedro, por favor - El cuerpo entero se estremeció, el calor a partir de su vientre y disparando directamente a su vagina.
Pedro la saqueaba sin piedad, sin pausa, con la mandíbula barbuda abrasando el interior de sus muslos, una sensación erótica que hizo lanzar sus manos a su pelo y manteniendo su cabeza en ella, una súplica silenciosa para más.
Sus dientes mordieron su clítoris, su lengua agitando sin cesar, más y más difícil.
Paula se deshizo con un gemido torturado.
- Pedro - gimió ella, agarrando su cuero cabelludo con más fuerza, sosteniéndolo contra su vagina mientras su cuerpo se sacudió y se
dividió en pequeños pedazos.
Se quedó sin aliento mientras seguía de vuelta en sus pliegues,prolongando el placer exquisito, como si estuviera desesperado, reseco y necesitando obtener cada gota.
Paula se habría derrumbado al suelo si Pedro no la agarraba por la cintura, abrazándola con fuerza mientras la besaba, lo que le permitió probarse a sí misma en su boca. El abrazo fue embriagador e intoxicante, una nueva experiencia ya que Ricardo supuestamente había odiado la realización de ese acto en particular, a una mujer, por lo que nunca lo había experimentado.
Había sido su único amante... hasta ahora.
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