sábado, 18 de agosto de 2018
CAPITULO 41 (QUINTA HISTORIA)
Paula entró en su dormitorio, todavía húmeda y completamente desnuda después de la ducha, chillando cuando la puerta de la habitación fue cerrada con fuerza detrás de ella. El alivio inundó su cuerpo cuando vio a Pedro de pie delante de la puerta cerrada, todavía vestido con su traje de la oficina.
Necesitó tomar un par de respiraciones profundas, debido al susto que le dio al aparecer de la nada, ella se sonrojó mientras sus ojos vagaban sobre ella, su expresión salvaje y hambrienta
-Todavia es temprano - jadeó ella, todavía no completamente cómoda de pie, delante de Pedro con el culo desnudo. Apenas eran las cinco de la tarde y ella no lo esperaba tan pronto. Ella le había dado una llave de la casa, pero por lo general nunca entró.
-Tengo mucha hambre para mi aperitivo - respondió con voz ronca - Y ya no podía esperar. Te capturé en este momento extremadamente conveniente.
Paula se estremeció mientras lo miraba a los ojos. Parecía diferente esta noche, casi peligroso. No es que ella tenía miedo de él, su cuerpo reacciona a su fiereza, su mirada propietaria.
-De verdad? - Respondió ella con inocencia.
Parecía que cuanto más desesperadamente Pedro la deseaba, más caliente se volvía.
-Muy -respondió casualmente mientras se quitaba la chaqueta de su traje - ¿Sabes lo que es sentarse en una reunión mientras te visualizó desnuda todo el tiempo? No estaba muy productivo. Y yo te advertí que me pagarías tu burla.
Él tuvo. Y no había nada que Paula quería más que él para tomar su venganza.
-Lo siento - respondió ella sin sinceridad, porque realmente no lo sentía en absoluto.
-No te muevas - Pedro ordenó en voz baja y exigente - Esa reunión fue muy incómoda, Paula. Y sé lo que yo suelo cogerte sin sentido, pero yo no voy a hacer eso ahora.
Paula se inundó con la decepción, seguido por la curiosidad. Ella lo observó con cautela mientras se quitaba lentamente su lazo negro.
-Entonces déjame agarrar una bata…
-No - Pedro se movió entonces, sin parar hasta que estaba justo en frente de ella.-No lo creo. Te prometí que te haría pagar. El problema es que cada vez que me tocas, no puedo pensar con claridad y termino follandote duro y rápido. ¿Te gusta eso?
Paula lo miró, confundida.
-Sabes que me gusta - respondió ella en voz baja.
-Pero en realidad nunca he tenido la oportunidad de explorarte, saber exactamente lo que te gusta - Se movió detrás de ella, y antes de que Paula se diera cuenta exactamente lo que tenía en mente, había apretado la corbata alrededor de sus muñecas.
-La única manera que puedo pensar para no perder el control es evitar que me toques - dijo
suavemente.
Paula dio un tirón en sus manos. Estaban atadas juntas detrás de su espalda, no lo suficientemente apretado para herir, pero perfectamente suficiente para que no pudiera moverse.
- Pedro, ¿qué haces?
-Hacer que pagues primero. Y luego enterarme de lo que realmente te gusta. Explorarte. Explorar tu placer.
Paula sintió un momento de pánico cuando su visión se oscureció, y pudo sentir a Pedro atar algo en la parte posterior de su cabeza.
-No puedo ver - La impotencia era a la vez desconcertante y excitante.
Los brazos de Pedro llegaron alrededor de su cintura, tirando de ella hacia atrás contra él.
-¿Confías en mí, Paula? - Sus manos vagaban sobre su vientre y hasta la taza de sus pechos. -No necesitas ver. Sólo tiene que sentir.
Se relajó contra su cuerpo, la sensación de su cuerpo vestido contra su espalda haciéndola querer conseguirlo desnudo ahora.
-Confío en ti.
Le pellizcó sus pechos, con lo que sus ya picos de diamantes dolorosamente sensibles se les pusieran más duros. Su boca exploraba su cuello, mordiendo la piel y acariciando con su lengua. Su vagina estaba inundada y se retorció incómodamente con un gemido indefenso. Ella estaba completamente a merced de Pedro, y le dio la sensación de más de lo que creía posible.
-¿Sabes que el momento en que salí de esa reunión, tuve que acabar pensando acerca de cómo iba a conseguir mi venganza? - Le preguntó en un susurro ronco, su cálido aliento acariciando su oreja.
Paula se estremeció ante la idea de Pedro masturbándose mientras pensaba en su tortura erótica.
-Me gustaría poder haberte visto - admitió con voz entrecortada, su falta de visión haciéndola más audaz.
Pedro le quitó los brazos y colocó una mano sobre su cuello, doblando su cuerpo sobre él.
-Me dieron ganas de hacer esto - Movió sus manos atadas a un lado con una mano y le acarició el culo con la otra.
¡Tortazo!
Su mano se conectó con la carne de su culo y la sacudió. Ella lo había estado esperando, y ella había estado más que lista. Pero el aguijón de la mano envió una descarga de electricidad a través de todo su cuerpo.
¡Tortazo!
Él había aterrizado el segundo golpe antes de que Paula saliera de su aturdimiento erótico lo suficiente para darse cuenta de que en realidad estaba impecablemente ella.
-¿Vas a jugar bien a partir de ahora? - Preguntó Pedro con una voz controlada.
¡Santo infierno! Su culo cosquilleo, pero no la estaba golpeando con fuerza suficiente hacer daño de verdad. Fue más una picadura erótica.
Su dominio y control la excitaba, la seducía.
-No - respondió con valentía, con ganas de más.
Tortazo. Tortazo. Tortazo.
Cada vez que su mano conectaba con su culo, ella soltó un jadeante gemido necesitado. Dulce Jesús, él, al tener el control total de su cuerpo estaba a punto de que se corra, y casi no la había tocado.
-Por favor - ella con voz ronca, desesperada por que la tomara ahora.
Él acarició el culo, y luego entre sus muslos.
-Creo que sé como ser travieso. ¡Cristo! Estas mojada. Dime lo que te gusta, Paula. Lo que realmente te excita?
Cualquier cosa con Pedro, todo con Pedro.
-Tú. Todo lo que haces -Estaba jugando con su clítoris con el dedo, deslizándose fácilmente porque ella estaba tan excitada - Está todo bien. Eres el primer hombre que alguna vez me hizo acabar. El primer hombre que alguna vez puso su boca sobre mí. Todo lo que haces me vuelve loca.
Se puso un brazo alrededor de los hombros para estabilizarla.
-¿Es eso cierto? - Parecía enojado y asombrado.
-Sí. Mi ex fue mi primer y único delante de ti, y nunca me sabía... nunca me hizo alcanzar clímax. -Tal vez fue porque no podía ver su cara, o porque todo su cuerpo estaba temblando de necesidad, pero se sentía como si pudiera decirle todo.
-Me gusta ser el primero.-Su dedo incrementó su presión sobre el conjunto de nervios con los que
estaba jugando, deslizando su otra mano por la espalda y abajo de la curva de su culo.-¿Te gusta esto, sentirte impotente, confiar en mí
para tu placer?
-Sí - respondió ella con un gemido gutural.
La mano en su trasero se movió entre sus piernas, mojando los dedos en su húmeda vagina y moviéndose sensualmente por la zona de atrás, la zona comprendida entre las mejillas de su culo, lubricando la zona antes de mover suavemente su dedo índice por su ano.
El cuerpo de Paula se puso tenso, en conflicto entre el placer que le estaba dando por acariciar su clítoris, y la aprehensión de una sensación prohibida que nunca había experimentado antes.
-Relax, corazón. No voy a hacerte daño. Sólo estoy explorando - canturreó Pedro, tirando de su dedo y luego entrando suavemente -¿Duele?
No lo hizo, y Paula se relajó, empezando a apreciar el movimiento dentro y fuera.
Casi se quejó en la decepción mientras alejaba su mano de su vagina. Pero casi de inmediato, con la boca tomó el lugar de los dedos, y Paula sabía que debía haber caído de rodillas.
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