sábado, 18 de agosto de 2018

CAPITULO 42 (QUINTA HISTORIA)




Su cabeza empezó a dar vueltas mientras continuaba su dedo deslizándose dentro y fuera de su culo, mientras que su boca y la lengua consumidas en su vagina.


-Oh Dios. Pedro. Por favor. Creo que no puedo aguantar más - Ella jadeaba, tratando de recuperar el aliento mientras su clímax construido con la lengua merodeadora de Pedro la conducía a la locura. 


Su encarcelamiento erótico hizo su excitación aguda, si tenia algún tipo de inhibiciones, habían
desaparecido por completo. Sólo había sentido el placer sobre su cuerpo como una cascada, golpeando hasta que ella ya no tenía un pensamiento coherente.


Su clímax atravesó su cuerpo en el momento en que Pedro enterró dos de sus dedos en su canal vacío, su cuerpo tan lleno de lo que ella hizo
implosión. Su canal sujeto alrededor de sus dedos, y Paula echó la cabeza hacia atrás y gimió.


-PedroPedroPedro


Él estaba allí para atraparla antes de que cayera al suelo, con las piernas demasiado débiles para permanecer de pie. Pedro se la llevó, todavía temblando por las consecuencias de su orgasmo, a la cama y la dejó en el centro de la misma. Oyó el susurro de sus ropas mientras jadeaba, tratando de recuperar el aliento.


Ella dejó escapar un suspiro al sentir su cuerpo desnudo descender sobre la de ella, la sensación de su piel caliente haciéndola gemir débilmente. Sintió los lazos en sus manos soltándose, sólo para ser fijadas de nuevo sobre su cabeza y, obviamente, unido a la cabecera.


-Por favor. Necesito tocarte, Pedro - Ella quería envolver sus brazos alrededor de su cuerpo caliente, absorber su esencia.


-No esta vez. Te ves hermosa como estas, Paula. Sólo quiero que sientas. Quiero esto hasta el final - que retumbó -Puedes estar ligada, pero estoy tan indefenso como tú. Quiero que me necesites tanto como yo te necesito.


El corazón de Paula corrió, sorprendida de que él no entendía que ella lo necesitaba tanto como él la necesitaba.


-Lo hago.


-Dime lo que quieres - preguntó, envolviendo sus piernas alrededor de su cintura.


-Quiero que folles. Por favor. Te necesito.


Pedro dejó escapar un gruñido de satisfacción y jugó sobre su clítoris con la sedosa cabeza de su polla dura. Le dio la vuelta a sus pezones entre los dedos, jugando con ellos.


-Eres mía, Paula. Dime que eres mía.


-Soy toda tuya, Pedro. Y tú eres mío - Paula sintió los mismos instintos posesivos creciendo dentro de ella, la necesidad de que pertenece a ella tanto como ella le pertenecía.


-Quiero que seas mía. Y no quiero tocar a otra mujer - le dijo él con fuerza, levantando sus
caderas hacia arriba, rogándole con su cuerpo para llevarla.


-Ahora follame.


-Jesús, me encanta cuando lo dices - dijo con voz áspera.


Paula nunca tuvo la oportunidad de preguntarle qué parte le gustaba. Él la empaló rápida y profundamente, su pija se hundió profundamente en su interior, llenándola.


-Sí - dijo entre dientes -No me jodas, Pedro. Siento que voy a morir si no lo haces.


Ella continuó balbuceando al estímulo, cualquier cosa para tratar de hacerle entender que ella tenía las mismas necesidades carnales
feroces, como lo hizo.


Pedro agarró sus caderas, comenzando con profundos golpes duros, de su pene, cada empuje era éxtasis para ella cuando él la reclamó.


-Mia - gruñó con cada bomba de sus caderas.


Paula estaba frenética, su desesperación por sentirse más cerca de Pedro volviéndola loca. 


Ella envolvió sus manos atadas alrededor del
lazo y tiró, sintiendo el resquebrajamiento de la cabecera y el listón de madera contrachapada barata cediendo. Sus manos aún unidas entre
sí, se inclinó y las pasó alrededor del cuello de Pedro, llevándolo hacia abajo encima de ella, con los labios en busca de su boca.


-Dame un beso - jadeó, su paciencia llegaba a su fin.


-A la mierda! No puedo aguantar más. Tócame- 
Pedro exclamó irritado, chocando sus labios los de ella y su pene comenzando a golpear en ella mientras se tensaban juntos.


Paula disfrutó de la sensación de su cuerpo sobre ella, su lengua exigiendo, invadiendo su boca. Esto es lo que necesitaba, exigente, ferviente pasión que estaba a punto de hacerla estallar otra vez. Apretando sus piernas alrededor de sus caderas, ella exigió más, el cumplimiento de Pedro con cada golpe, con una urgencia descomunal.


Ella lo hizo detonar, llegando mientras se ponía en la boca de él, gritando su nombre mientras se acercaba, sus uñas clavándose en sus hombros mientras su cuerpo palpitaba.


-OH, mierda sí. La marca es una mierda en mí. - Pedro se quejó de la carne cuando su liberación caliente inundó en su interior.


Le arrancó la venda de los ojos, y lo arrojó al suelo, mirándola estremecerse a raíz de su clímax.


Se dio la vuelta a su lado, y rápidamente le desató las manos. Paula envolvió sus brazos alrededor de él por completo, enyesada a sí misma contra el calor de su cuerpo. Tan erótico como estar atada y cegada, que había perdido poder tocarlo.


Recuperaban el aliento con sus extremidades enredadas, sus cuerpos húmedos de sudor. 


Cuando Paula fue finalmente capaz de moverse,
levantó la mirada hacia la cabecera de la cama.


-Lo rompí - dijo ella, mortificada.


Pedro alzó la vista y su rostro se iluminó con una amplia sonrisa.


-Te conseguiré otra. Eso es bueno para mi ego. Puedo entender que es también por primera vez? 


-Definitivamente - ratifico con un suspiro -Creo que cada mujer debe también romper una cabecera al menos una vez en su vida.


Pedro la besó suavemente en la frente.


-Cariño, puedes romper la mayor cantidad de cabeceras como desees. Yo no me quejaré.


Y luego, para sorpresa de Paula, él se echó a reír, y era un sonido tan contagioso y raro, que se encontró una a él, ambos rieron hasta que estaban sin aliento de nuevo.


Cuando finalmente lo hizo bajar a la cocina, la cena de Paula era patética, pero Pedro juró que era la mejor comida que habia comido. Paula sabía que estaba mintiendo, pero era la mentira más dulce que jamás había oído.





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