martes, 18 de septiembre de 2018
CAPITULO 27 (SEPTIMA HISTORIA)
—Quiero salir de aquí… ahora —gruñó Pedro mientras intentaba sentarse en la camilla en Urgencias en el hospital de Rocky Springs.
Benjamin, Chloe, la madre de Pedro y Gabriel Walker se rondaban a los pies de la cama individual de la habitación.
Paula estaba justo al lado de Pedro y lo empujó suavemente, pero con firmeza, hasta la almohada.
—No te vas a ir ahora mismo. Necesitas terminar el suero que te están dando. Has perdido demasiados líquidos.
Afortunadamente, nada importante había resultado dañado y Pedro no había necesitado nada excepto reponer fluidos, medicinas y un montón de puntos de sutura para cerrar la herida.
—Me voy de aquí —le informó Pedro malhumorado—. Joder, perdí más
sangre donando una bolsa.
Paula podía debatir lo que decía Pedro, pero no se molestó. Se inclinó para acercarse a él y le puso la boca al oído para susurrar sensualmente:
—Si te comportas, te prometo que más tarde te haré una mamada que hará que quieras que te estalle la cabeza.
«Bueno… no soy precisamente una experta en sexo oral, pero Pedro no necesita saberlo». Paula se apartó de él, su cara justo frente a la suya y se lamió los labios deliberadamente.
Pedro cedió de inmediato y se recostó contra la almohada.
—Me quedaré hasta que termine el suero —aceptó apresuradamente.
Paula le sonrió.
—Gracias.
—Siéntate —exigió—. Parece que estar en esta cama te hace más falta a ti que a mí. El hijo de puta te ha dejado la cara marcada.
Paula había visto su reflejo y no era bonito. No se había roto nada, pero tenía la mandíbula y la mejilla hinchadas y habían empezado a amoratarse. Le habían limpiado el pequeño corte en la mejilla y apenas se veía.
—He sobrevivido a cosas mucho peores. —Imitó sus palabras previas, pero llevó la silla junto a la cama y se sentó cerca de su cabeza.
—¿Quiero saber lo que acabas de decirle para que se quede? —Benjamin se acercó cautelosamente desde el pie de la cama.
Paula giró la cabeza para mirar a la familia de Pedro. Benjamin y Chloe todavía parecían estar conmocionados por toda la situación, la expresión de Gabriel era sombría y la madre de Pedro lloraba en silencio. Las lágrimas caían por el rostro de Ailyn, pero ella mantenía la boca firmemente cerrada.
—Le dije que tú y Gabriel lo contendríais —Paula mintió como una bellaca.
Pedro resopló.
—Si eso fuera lo que has dicho realmente, a estas alturas ya habría salido de aquí pitando. Esos dos no me detendrían.
Paula le dirigió a Pedro una mirada de advertencia y cambió de tema.
—Algunos de los agentes han traído la camioneta de Pedro al hospital. Puedo llevarlo a casa cuando haya terminado aquí. Sé que ha sido un día estresante. Tal vez todos deberíais descansar un poco.
—Me gustaría ver a Marcos —dijo Ailyn con voz trémula finalmente.
—Ya está siendo trasladado de vuelta a la sede del FBI en Washington. Es un caso especial y los agentes de Denver dijeron que tenían órdenes de arriba para llevarlo allí lo antes posible. Lo siento, Sra. Alfonso. Tendrá un juicio, y podrás verlo tarde o temprano. —El dolor en los ojos de la mujer mayor hizo que Paula sintiera ganas de llorar. Los crímenes de Marcos literalmente habían destruido a toda esta familia. Todos estaban destrozados. Los Alfonso eran una familia respetada, una familia admirada, y todos acabarían heridos por lo que había hecho Marcos.
—Yo también tengo que ir a Washington —dijo Benjamin en tono serio y calmado—. Quieren interrogarme. No me sorprendería que todos acabemos teniendo que testificar.
—¿Estás bajo sospecha? —preguntó Pedro enojado— Culpable por asociación. Mierda. Esto destruirá tu carrera cuando salga a la luz, Benjamin, aunque no seas culpable de nada, joder.
Benjamin sacudió la cabeza lentamente.
—Lo último que me importa es mi carrera política en este momento — respondió, con los ojos llenos de tristeza y preocupación—. Sé que lo viste con tus propios ojos, Pedro, pero supongo que yo quiero seguir negándome a aceptar que Marcos es culpable.
—Yo también —susurró Ailyn con voz llorosa.
—Y yo —añadió Chloe.
Benjamin rodeó con el brazo a su hermana y a su madre, con expresión sombría.
—Me gustaría poder decir lo mismo —dijo Pedro pesaroso—. Pero lo vi todo, y él no es el hermano que siempre he conocido. No sé qué le ha pasado.
Paula extendió la mano y estrechó la mano de Pedro, sintiendo su dolor emocional. «Dios, no importa lo rápido que se rindiera a mí a cambio de placer sensual, en el fondo tiene que estar resentido conmigo por destrozar a su familia», se dijo.
Chloe y Ailyn se trasladaron al otro lado de la cama y le dieron un suave abrazo a Pedro mientras Benjamin anunciaba que quería llevar a su madre a casa.
Gabriel se ofreció a llevar a Chloe.
—Alguien tiene que vigilar a Pedro—dijo Chloe con vehemencia—. Puede que actúe como una celebridad, pero va a necesitar ayuda. Yo me quedaré con él.
—Paula se quedará. —Pedro besó a su hermana en la frente antes de que ella se enderezara—. ¿Podrías pedirle a alguien del personal que recoja sus pertenencias del resort y que las envíe a mi casa?
—Gabriel y yo nos encargaremos —aceptó Chloe mientras miraba a Gabriel para confirmarlo.
Gabriel accedió y asintió rápidamente.
—Gracias. —Pedro miró a su familia mientras hablaba—. Esto no va a rompernos. Somos Alfonso y resistiremos a esto juntos.
Paula observó cuando Ailyn enderezó la columna vertebral.
—Sí, resistiremos.
—Claro que sí —aceptó Benjamin.
—Lo superaremos —afirmó Chloe.
—Vuestros amigos ayudarán —dijo Gabriel mientras le daba una palmada en la espalda a Benjamin.
Paula se maravilló ante la fuerza que sintió en la pequeña habitación. Había tristeza, pero también estaba presente un espíritu de resistencia. Todos estaban apenados en ese momento, pero ella no dudaba que saldrían de aquella tormenta luchando.
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