lunes, 11 de junio de 2018
CAPITULO 15 (PRIMERA HISTORIA)
Pedro no le confesaría jamás que su compañera de piso tan solo había sacado un par de dólares a cambio de la sortija que ahora llevaba en el dedo. Era un anillo en forma de mariposa con una diminuta amatista en el centro. Tenía muy poco valor, pero Pedro sabía que a Paula le dolía haberlo perdido.
—Me alegra que lo hayamos encontrado
Pedro ni la vio venir. Paula se levantó de la silla de un brinco, posó su apetecible trasero en su regazo y le rodeó el cuello con los brazos.
La sujetó por la cintura para que no se cayera mientras ella lo cubría de besos: en la cara, en el pelo…, en lo que se le pusiera por delante. Pedro sentía la emoción que irradiaba su cuerpo, la dicha que emanaba de cada poro de su piel.— Gracias, Pedro. ¡Eres el hombre más maravilloso del mundo!
¡Santo Dios! Le encantaba que estuviera tan emocionada, le extasiaba haberle hecho tan feliz, pero como no dejara de rozar su irresistible trasero contra su regazo y sus voluminosos senos contra su pecho, se acabaría corriendo con los pantalones puestos. Al oler su aroma le entraban ganas de devorarla. Hasta el último centímetro.
—Creo que me merezco un beso de verdad. Te dije que esto sí lo aceptarías —susurró con una voz sensual.
Paula lo peinó con los dedos y lo tiró del pelo obligándolo a inclinar la cabeza hasta que sus miradas se cruzaron. El corazón de Pedro se quedó parado un instante al ver la pasión y el anhelo que transmitía la refulgente mirada de Paula.
A medida que acercaba su boca a la de él Paula fue cerrando los párpados despacio. Pedro también cerró los ojos antes de posarle una mano en la nuca. Suspiró al acariciar la suavidad sedosa de su oscura melena. Paula sabía a feminidad, sabía a exigencia, y Pedro respondió con un deseo irrefrenable que lo arrastró hasta el límite. Ella jugueteaba con su lengua y le daba mordisquitos en los labios, que lo hacían desearla aún más, necesitarla más. Él le empujó la cabeza para comerle la boca, quería sumergirse en ella y explorar cada centímetro de esa dulce caverna.
Deslizó la mano de la cadera al trasero para rozarse con cada milímetro de su cuerpo y, mientras sus lenguas se cataban y se batían en duelo, jadeó dentro de la boca de Paula.
Se mostraba tan fogosa, tan eufórica que Pedro se olvidó del mundo por un momento y se perdió en aquel cuerpo femenino sin preocuparse por encontrar el camino de regreso.
«Paula, Paula…». El eco de su nombre le golpeaba el cráneo mientras se empeñaba en devorarla, en hacerla suya.
Cegado por un deseo salvaje de poseerla, metía y sacaba la lengua de su boca y la deslizaba sensualmente por la lengua de ella.
Paula se retiró jadeando, enterró el rostro en el cuello de Pedro y empezó a lamerlo y a mordisquearlo. Pedro sentía su cálido aliento en el oído.
—Paula, no soy un santo.
¡Joder, no podría seguir así mucho tiempo! Tenía la polla dura como una roca y todos sus instintos le gritaban que se lanzara a por ella.
—Te deseo, Pedro. Desesperadamente.
Pedro gimió al oír aquella voz entrecortada y sensual. Le estaba pidiendo que se la follara y él se moría por penetrarla.
Pero aun así…
—No lo hagas para demostrar tu gratitud —gruñó.
Paula se apartó para mirarlo a los ojos con una expresión que reflejaba el ardiente deseo que sentía.
—Jamás haría eso por gratitud. Estoy harta de tratar de frenar la atracción que hay entre nosotros. Quiero mi noche. La noche que me ofreciste.
Una noche. El corazón de Pedro comenzó a latir con gran estruendo.
—¿Sumisión absoluta?
—No estoy segura de lo que significa…, pero sí…, sumisión absoluta. Sé que jamás me harías daño.
Pedro estuvo tentado de ponerse de rodillas ante aquella muestra de confianza. Paula no sabía a lo que se enfrentaba, pero lo deseaba lo suficiente como para aceptar sus condiciones.
Se acercó a la oreja de Paula para susurrarle con sensualidad:
—Significa que necesito tener el control. Quiero atarte a mi cama, vendarte los ojos y follarte hasta que nos quedemos sin aliento.
Paula se estremeció, pero aun así respondió con dulzura:
—Entonces, hazlo. Llévame a la cama.
No podía creer que Paula estuviera entre sus brazos y que se mostrara decidida a cumplir su deseo. Se levantó y la llevó a su dormitorio con la esperanza de no despertar del mejor sueño húmedo que había tenido jamás
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Wowwwwwwwww, qué caps más intensos. Buenísimos los 3 caps.
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