martes, 31 de julio de 2018

CAPITULO 26 (CUARTA HISTORIA)





Paula dobló la última camisa que había comprado para ella y lo colocó en la parte superior de su nueva maleta con un suspiro. Ella no había preparado la ropa que Magda y Mia habían comprado, pensando que había que hablar con ellos más tarde. Eran demasiado extravagante, y ella era más o menos una mujer ocasional. Sus vaqueros, sandalias y camisas eran más o menos la norma. Ella era un pintor, y los trajes no eran algo que normalmente usaría. 


Si conseguía Magda para llevarlos de vuelta, su hermana podría recibir su reembolso. Ella no se había puesto ninguno de ellos, excepto la camisa roja.


Las paredes de Pedro estaban completas. No había una pared más que podía hacer en su casa. Desde Acción de Gracias, hace dos semanas, había apreciado cada momento que habían pasado juntos, pero ya era hora de que se vaya.


Nunca mencionó nada más allá del momento en que estaban juntos, nada sobre el futuro, y ella todavía estaba rota. Pedro se merecía algo mejor, necesitaba más de lo que podía dar.


Había visto al colega de Devi, el Dr. Miller, como un paciente una vez a la semana durante las últimas dos semanas y había visitado a Devi y su familia informalmente como un amigo varias veces. Ella se daba cuenta de cuánto le habían lavado el cerebro en su crianza y su matrimonio. 


Incluso después de que había dejado su hogar de acogida y su matrimonio con Ravi, que la programación nunca había salido de su cerebro. Tomó un esfuerzo consciente cada día para reprogramar su pensamiento, al darse cuenta de que ella era una mujer fuerte, merecía mucho más. No iba a suceder durante la noche, pero a Paula le gustaba pensar que había hecho un pequeño progreso.


Después de actualizar su sitio web y la publicación de su nuevo número de teléfono, había recibido un montón de llamadas para nuevos empleos, la gran mayoría de ellos en la Florida. No hay duda de que tenía algo que ver con la noticia de su ser la hermana de Mauro y Magda, pero su calendario estaba reservado, y ella había aceptado todos los puestos de trabajo en la Florida. Ahora que tenía los fondos, quería conseguir un lugar para plantar sus pies, recoger las cosas y dejar de correr.


Su alma fue destrozada por completo, y alejárse de Pedro iba a ser la cosa más difícil que había tenido que hacer, probablemente lo más difícil que alguna vez tendría que hacer, pero sabía que tenía que hacerlo. Tal vez algún día los pedazos de su alma poco a poco volverían a caer en su lugar y convertirse de nuevo. En este momento, las piezas eran tan pequeñas que no podía ver una sola partícula de ella. Sólo había un vacío negro que ya se cierne sobre ella, y ella ni siquiera se había ido de la casa de Pedro todavía.


-¿Qué estás haciendo? - Una suave voz de barítono le preguntó desde la puerta.


Paula se dio la vuelta, con el corazón saltando a la garganta cuando vio a Pedro, con una cadera apoyada contra la puerta, con los brazos cruzados, y una mirada de asombro en su rostro. Lo único que llevaba era un par de jeans que se montaron bajo sus caderas, dejando su increíble pecho desnudo. Parecía recién duchado, con el pelo mojado y atractivamente revuelto. 


-Nada... Estaba juntando mis cosas. Ya he terminado con tu casa. No hay paredes que queden para que pinte.-Ella apartó la mirada, incapaz de ver que se mueva a través del cuarto, sin querer arrojarse en sus brazos .


- Así que sólo estás pensando en irte. ¿Así? ¿Por qué? - Se preguntó, sus brazos rodeandole su cintura cuando se detuvo detrás de ella.


Porque Te amo, tanto que no puedo soportarlo.


Porque tengo miedo si no me voy ahora, voy a perder la pizca de dignidad que me queda después de mi pasado.


Porque necesito que me ames.


Paula se alejó de él, en dirección a la puerta. 


-Iba a hacer algo para desayunar- ella le dijo casualmente, ignorando su pregunta.


Pedro la atrapó cuando llegó a la puerta. En contra de su voluntad contra la pared, la inmovilizó allí con su cuerpo. 


-¿Por qué?- Gruñó con rabia.-¿Esto es por la infertilidad? Maldición... habla conmigo. Te voy a decir un secreto: nunca he estado seguro de que quería un hijo propio. Mi padre era jodidamente loco y mi reserva genética...Tan sólo pudiera fácilmente adoptar. Tener un hijo con mi ADN no es tan importante para mí. Diablos, nunca he pensado que realmente quisiera tener un niño, sin embargo. Dudo que incluso ser un buen padre.


Paula se congeló, aturdida. Su mirada plana por la feroz expresión de Pedrocon los ojos brillantes de fuego azul .No cambió nada, pero su vehemencia la sorprendió. Ella sabía que quería decir lo que dijo, que no necesitaba a un niño con su propio ADN, pero aún así la sorprendió. 


-Pedro... no estoy más indefensa. Y ya tengo plata. Puedo sobrevivir bien.


Él entrelazó sus dedos con los de ella y levantó las manos sobre su cabeza, presionando con fuerza su cuerpo en el de ella. Paula podía sentir su esfuerzo en contra de la dura longitud del dril de algodón de los vaqueros, ya que se puso en contacto con su pelvis. La idea de tenerlo dentro de ella la hizo tragar un gemido. La mantuvo cautiva por completo cuando su lengua se arrastró con vehemencia por la sensible piel de su cuello, pellizcando y acariciando su lóbulo de la oreja. 


-No quiero que estés en la quiebra o indefensa-  dijo entre dientes con dureza, su aliento caliente flotando por encima de su oreja, haciéndola temblar de deseo.-Sólo quiero que seas mía.


El cuerpo de Paula se derritió contra él, porque quería ser suya. Dios mío, no tenía defensas cuando se trataba de este hombre. Hizo que su cuerpo sienta exquisitos placeres que nunca había experimentado antes, y ella quería más avidez. Su cabeza cayó hacia atrás contra la pared, dándole libre acceso a todo lo que quisiera.


-Pedro - gimió ella, incapaz de pensar, incapaz de hacer nada excepto sentir.


-Eso es, bebé. Gime mi nombre. Recuerda cómo te sientes al venirte para mí - dijo Pedro con fuerza, enroscando los dedos en ella, de la camisa y trabajando el botón y la cremallera de sus pantalones vaqueros.-¡Mierda! No saldrás de mí. Jamás. ¿Estás tratando de matarme, Paula? Porque me matarás si te vas. Voy a estar tan condenadamente vacío que no me va a importa nada más.


Paula gimió cuando Pedro Le saco sus pantalones vaqueros y las bragas de las piernas y en seguida bajó las suyas, lo que deja su dura longitud a la vista. 


-No me jodas, Pedro. Te necesito - Paula necesitaba sentirlo dentro de ella en este momento.


Sólo una vez más. Lo necesito.


Llegó a sus muslos, sus dedos ásperos, avanzando a través de sus pliegues, su carne húmeda dándole a él facilidad. 


-Dime que no te irás - insistió, pellizcando su clítoris lo suficientemente fuerte como para enviar ondas de placer por todo su cuerpo. -Dime que me necesitas tanto como yo te necesito.


-No puedo. Tengo que irme. Esto es tan bueno. Pero tenemos que tener más que esto. Es confuso - Paula jadeó, sus brazos alrededor del cuello de Pedrotirando de su carne, tan juntos como sea posible, el conocimiento de que ella nunca este con él de nuevo hacia su deseo mucho más urgente. Su cuerpo fue preparado para él, necesitado.


Pedro acarició la sensible piel y sin su habitual delicadeza. Paula nunca lo había visto tan crudo e intenso. Por lo general se tomó su tiempo, avivó las llamas de su pasión hasta que estuvo sin sentido. Pero ahora, ella estaba ya sin funcionamiento de las células cerebrales, y ella estaba operando con el instinto primario, en respuesta a la necesidad de base de Pedro.


Desesperada, deslizó sus piernas alrededor de su cintura, pero sólo lo hizo más fácil para que él la torturara. Ella estaba abierta a él, y él se aprovechó de ella, moviendo sus dedos dentro y fuera de su vagina, abrasando su grueso clítoris.


-Dime - dijo con voz entrecortada, insistente.


Su contundencia fue en aumento gradual de su deseo a nuevas alturas. Pedro siempre había tenido más que su parte justa de testosterona, pero ahora era como un macho alfa completamente desatado. Pedro no iba a hacerle daño, pero esto era carnal y erótico, una nueva dimensión de su vida sexual que tuvo su querer aún más.


-No - exclamó, desafiándolo a propósito, a pesar de que sabía que todavía no podía decir que sí a quedarse con él.


-Esto es una advertencia, corazón. A veces me gusta a la intemperie y estás empujando mis botones - Su voz era un aviso bajo, gutural.


-Bueno - ella respondió, clavando las uñas en la espalda y flexionando las caderas contra su mano entre sus piernas.-Estoy asustada. Dame duro. Quiero que….


-Dime que te quedarás conmigo.- Él pellizcó su clítoris entre el pulgar y el índice, variando la presión sobre el haz palpitante de nervios, acariciándolo como un mini pene -Has sido mía desde el momento en que te vi. Hazlo oficial. Dime que me necesitas tanto como yo jodidamente te necesito.


-Oh, Dios - Paula gimió, bajando la boca hacia el hombro de Pedro y pellizcando su piel.- Sí- susurró dolorosamente. Era un murmullo de placer y no una afirmativa respuesta a la demanda de Pedro.


-Lo suficientemente bueno para mí - Pedro respondió bruscamente, dándole la presión que necesitaba, la caricia áspera que envió a su cadera sobre el borde.


Su boca tomó la de ella mientras la acercaba a sus brazos, tragando sus gritos de éxtasis, llevándolos a su propio cuerpo como si fuera suyo. Su lengua conquistando y devorando su boca mientras ella se estremecía en sus brazos.


Pedro le puso las manos debajo de su culo, posicionándose, y se sumergió profundamente en su interior. Tirando de los labios de los de ella, gimió - Abrázame, Paula. Llévame.


La tenía contra la pared, y su pene empezó a diseñar en ella con trazos volátiles. Paula apretó los puños en su pelo y montó las oleadas de placer que cursan a través de su cuerpo. Ella estaba fijada a la pared, su pene golpeando en su vagina tan rápido que podía apenas respirar. 


Fue un acoplamiento elemental y primitivo, una feroz unión de sus cuerpos que tenía su cuerpo en implosión y temblando de desesperada necesidad. 


-Sí, sí, sí- ella cantó con cada invasión magistral
de su pene, sintiendo que lo reclamaba. Esto era lo que quería, lo que necesitaba. Curiosamente, en esta posesión salvaje de ella, él estaba libre. 


Su salvaje deseo por ella la hacía sentirse querida, necesitada y era como un potente afrodisíaco para ella.


Audaz y de gran alcance, Pedro latía con su fuerza, gimiendo mientras Paula comenzó a convulsionar a su alrededor. Sin descanso, mantuvo el bombeo de sus caderas, dibujo el placer de un crescendo violento.


-Santo maldito!- Pedro dio un paso atrás, dejándose caer en la cama con Paula encima de él. Recuperaron el aliento en silencio, sólo el sonido de sus pantalones y jadeos llenaron la habitación durante varios minutos, antes de que él levantó la cabeza y la miró a los ojos. -Dime que vamos de la mano. Quiero escucharte decir que si crees que es… .


Paula casi se ahoga en sus ojos azules líquidos, incapaz de mentir. -No te lo puedo decir.


Honestamente, no sabía a ciencia cierta que pertenecía a Pedropero no estaba segura de sus sentimientos y confundida acerca de ella. ¿Era el sexo increíble que le hizo creer que ella realmente lo amaba?. Fue esto un loco amor nacido de la lujuria? Ella nunca había conocido el amor, y si el amor que sentía por Pedro era real? Y era de un solo lado? .Estaría destinada a estrellarse y arder cuando el resplandor del sexo se disipó.


-Entonces, ¿No puedes siquiera pensar en salir conmigo? - Preguntó Pedro guturalmente.


Desconectarse de Pedro, Paula se deslizó a su lado. 


-Nunca me pediste que me quedase - murmuró en voz baja. Y nunca ha dicho cuánto tiempo me querías aquí, o que me amabas.


Pedro se quitó los pantalones vaqueros y rodó, sujetándola por debajo de él. 


-Entonces te lo estoy pidiendo. Yo te lo pido en este momento. Quedate ahora porque quieres, no porque tienes que hacerlo. Sé que tienes los recursos para salir, pero permanece aquí de todos modos, porque es lo que quieres.




1 comentario:

  1. Wowwwwwwwwwwwww, qué intensos los caps. Me intriga si se va a quedar o no. Ojalá que sí.

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