miércoles, 11 de julio de 2018

CAPITULO 41 (SEGUNDA HISTORIA)




Paula contuvo la respiración preguntándose si confiaría en ella o no. Considerando su pasado, sabía que no sería una elección fácil.


–Si me tocas, dudo que pueda quedarme quieto –le advirtió con fingido humor, retirando la mano y entrelazando las dos detrás de la cabeza–. Pero lo intentaré. Confío en ti, cielo.


Respiró aliviada, dando un suspiro. Dejó deslizar su mano un poco más dentro del calzoncillo hasta darse con su pene, duro como una piedra. 


Acarició con sus dedos la suavidad aterciopelada de la piel encapsulando su generoso miembro. Con el dedo índice extendió delicadamente una gota lubricante en la parte que la piel dejaba al descubierto. Paula sintió la tensión en el cuerpo de Pedro, así que mantuvo su toque ligero, cubriéndole de besos la sien y susurrándole en el oído.


–¡Qué bueno estás! Tan duro, tan masculino. ¡Hace tanto tiempo que quiero tocarte!


–¡Oh, Paula! –gritó Pedro con un bufido agónico.


–Sí –respiró ella en su oído, suavemente.


–¡Qué bien se siente! Tan distinto…Sin dolor


Pedro exhaló de forma estridente.


–Nunca –concurrió Paula–. Solo placer. 


Paula se bajó, agarrando el elástico de los calzoncillos.


Pedro levantó las caderas, permitiendo que ella los bajara cuidadosamente hasta el muslo.


–No te muevas mucho –le recordó mientras que su mano le agarraba el pene, moviéndose
sensualmente a lo largo de su eje.


–Se me olvidaba –suspiró resignado después de elevar la pelvis en respuesta a la mano de Paula.


Paula se bajó un poco más hasta que su cara estuvo a la altura del pene de Pedro.


–¿Puedo probarla? –preguntó–. Por favor.


No había nada que deseara más que saborear la esencia de Pedro, pero no quería hacerlo sin pedírselo.


No hasta que estuviera acostumbrado a ser tocado con amor en lugar de violencia y maldad.


–¿Vas a ser tan hábil como con los dedos? –preguntó, con la voz entrecortada.


–Aún mejor que con los dedos –respondió Paula sonriente.


–Entonces, ¿a qué esperas? –le exigió él.


Paula se relajó, acercó sus labios al pene de Pedro, decidida a que fuera una experiencia placentera para Pedro. No tenía mucha experiencia, pero era médico y conocía la anatomía humana y lo que era placentero o no. 


Suspiró y abrió la boca para finalmente saborear el pene de Pedro.





No hay comentarios:

Publicar un comentario