jueves, 9 de agosto de 2018

CAPITULO 13 (QUINTA HISTORIA)




Paula parecía más estable mientras la ayudaba a salir del coche. Pasó la mano amorosamente sobre el capó de su Ferrari.


-Bueno, es lo menos que se llevó a montar en uno de sus coches caros - dijo en tono de broma -Éste es hermoso.


-No es tan caro comparado con algunos de los otras que están en la pista - admitió - Pero me gusta para una conducción ocasional.


La risa encantada de Paula fluyó sobre Pedro como un bálsamo para su alma.


-Mataría para conducir este F12, y ya está hablando de ello como si fuera un barato coche de la familia - Resopló Paula.


Pedro sintió los bordes de la boca que comienzan a tirar.


-Acabo de recibir una Hennessey hoy. Lo estaba poniendo a prueba antes de venir a verte.


Pedro realmente sonrió cuando escuchó de Paula un jadeo cuando ella dijo: -Un Venom GT?


-Sí - respondió él, sorprendido de que Paula sabía mucho sobre los coches.-Sabes de esos vehículos.


-Crecí en Daytona Beach. Trabajé las concesiones en la pista de rodado en la escuela secundaria. Hubiera sido difícil no aprender algo sobre los coches rápidos - respondió ella, divertida -Todavía presto atención.


-He conducido en esa pista más de una vez - Pedro le dijo mientras la acompañaba a la puerta.


-Lo sé - respondió a Paula, buscando las llaves de su bolso - ¿Alguna vez te arrepientes de renunciar a una carrera profesional como piloto?


Pedro negó con la cabeza. 


-No. Me gusta estar en Alfonso. Creo que si las carreras se habían convertido en mi profesión a tiempo completo, no sería divertido - Alfonso Corporation era quien era, y nunca lo dejaría en manos de otra persona para manejarlo mientras él corría.


Pedro tomó el llavero de la mano cuando ella tenía problemas para meter la llave en la puerta. 


Ella podría estar menos borracha, pero ella no estaba completamente sobria tampoco. Él abrió la puerta, dándole la espalda a sus llaves. Había encendió las luces, y la mirada codiciosa de Pedro se alimentaba de la vista de ella. 


Todavía tenía los ojos brillantes, pero ella lo miraba fijamente, como si nunca lo hubiera visto antes. Su mirada se movió por todo el cuerpo con valentía, aterrizando en los labios con una mirada de anhelo.


-¿Me besas? - Le preguntó vacilante, su mirada sigue siendo la intención de sus labios.


Pedro le devolvió la mirada, con ganas de decirle que ella era la mujer más besables, malditamente del planeta. Él quería devorar su boca más que cualquier otra cosa que quería en el mundo justo en ese momento. Pero él se deslizo al marco de la puerta para mantener a sí mismo de tocarla.


-No estás en tu sano juicio, Paula. No sabe lo que quieres en este momento. Toma un par de aspirinas y ve a la cama.- Mierda... eso duele. Pedro casi había amordazado las palabras, queriendo algo más completo, pero él no estaba dispuesto a tomar ventaja de Paula cuando había bebido un par de copas. Esta situación le hizo aún más difícil que cuando ella le había ofrecido un trabajo. Ella se preguntaba por él.


Su mirada se salió de su boca y ella negó con la cabeza.


-Lo siento. No sé por qué lo pregunté.


Seguro esperaba que fuera porque ella lo quería, aunque fuera sólo un poco.


-Cierra la puerta y bloquéala. - No iba a moverse hasta que oyó el cerrojo puesto en marcha.


Necesitaba salir, llegar lo más lejos posible de ella antes de que cambiara de opinión.


Ella asintió con la cabeza, empezando a hacer pivotar la puerta cerrada, con los ojos en los suyos.


- Paula? - Dijo rápidamente antes de cerrar la puerta.


Ella hizo una pausa. 


-¿Sí?


No la beses. No te aproveches de ella.


Pedro se agarró a la madera un poco más difícil.


-Te voy a recoger alrededor de las ocho de la mañana y enviar a alguien para conseguir tu coche - Se apartó del marco de la puerta para que pudiera cerrar la puerta -Y si te sientes bien, te dejaré conducir el F12 a la mañana.


-Lo harás? - Preguntó ella, sonando sorprendida.


Pedro se encogió de hombros. Era sólo un coche. Y no había nada que no haría si pudiera llevarla a sonreírle.


-Es tu cumpleaños - utiliza como una explicación de sus actos, sabiendo que la dejaría hacerlo de
todos modos sólo porque ella quería - Ahora enciérrate - exigió.


Paula cerró la puerta, obediente, y el paso en el cerrojo volcó inmediatamente.


Buena niña.


El corazón de Pedro todavía estaba corriendo mientras caminaba hacia su coche, entró, y comenzó la ignición. Apoyó la cabeza contra el volante por un momento, tratando de recuperar el aliento. ¡Jesús! 


No tocar Paula esta noche había sido lo más difícil que jamás había hecho. La deseaba mal, pero no de esa manera. La necesitaba cálida y dispuesta, al tanto de todo lo que sucedía. Y tal vez había una pequeña parte de él que no quiere que tenga ningún remordimiento, no quería que lo odie porque él se aprovechó. Su instinto de protegerla era tan fuerte como su deseo de cogerla, y que estaba siendo un infierno, porque ese anhelo era maldito, cerca de matarlo.


Ya sabía lo que en sus sueños se verían como esta noche. No había manera de que no iba a estar soñando vívidamente acerca de Paula preguntándole si quería una mamada, lamiendo los labios deliciosos al pronunciar las palabras de cada hombre en el mundo quería saber de una mujer que quería. Y en sus sueños, Pedro no se negaría a besarla. 


Demonios, probablemente tendría un ataque al corazón maldito y muere en su sueño cuando él le respondió de manera diferente, hizo exactamente lo que había querido hacer antes, cuando ella pronunció esas peticiones en sus sueños esta noche.


Pedro esperó hasta que se encendieron las luces de arriba antes de que él salió de la calzada y se alejó, preguntándose cuándo demonios se había desarrollado realmente una conciencia, y odiándose a sí mismo, porque cuando se trataba de Paula... en realidad tenía una.



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