lunes, 13 de agosto de 2018
CAPITULO 24 (QUINTA HISTORIA)
Cuando Paula despertó al día siguiente, que era casi mediodía. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que había dormido hasta tan tarde? Se
estiró, haciendo una mueca cuando su cuerpo protestó el movimiento repentino. Como de costumbre, Pedro estaba en lo cierto: las raspaduras en su piel duelen más ahora que el día anterior.
Él todavía está aquí?
Se levantó con cuidado de la cama, agarrando su bata para ponerlo por encima de su escaso camisón. Pedro le había enviado a la cama, diciéndole que estaría allí si necesitaba algo.
¿Realmente se quedó sólo para asegurarse de que iba a estar bien? En realidad, el hombre exasperante fue confundiéndola. En un momento era el mismo grano en el culo, y un momento más tarde él estaba haciéndole sacudir la cabeza confundida. Le molestó que se hubiera entrometido en su vida. Sin embargo, lo que había hecho era también una de las mejores cosas que nadie había hecho por ella, incluso si era prepotente y arrogante. Por extraño que parezca, ella le creyó cuando dijo que no lo había hecho por él mismo. Pero las acciones no egoístas simplemente no eran compatibles con el Pedro que ella conocía.
Ciertamente, que veía algunas cosas increíbles que hacía para su familia, cosas que probablemente ni siquiera estaban al tanto que había hecho por ellos. Sin embargo, apenas era familiar, sólo tiene un empleado valioso.
Curioso, deambulaba en la planta baja, pasando todos los baños y dormitorios cuando se fue, cada habitación abierta y vacía. La bolsa de Pedro estaba en la cama en el dormitorio principal, la misma habitación que ella se negó a usar porque Ricardo había follado a su novia en la cama. La prueba de la presencia de Pedro en ese cuarto le dio una especie de sensación de satisfacción trastornada, el pensamiento de él
despeinado y durmiendo en la cama de alguna manera exorcizaba algunas de las imágenes fantasmales del pasado.
Paula se detuvo bruscamente al entrar en la cocina, mirando las pilas de papeles en su mesa, Pedro sentado en una de las sillas, moviendo los papeles de una pila a la siguiente. Él se quejó, y luego arrojó una hoja de papel en una de las pilas, pasa a la siguiente con la intensa concentración que vio en la cara todos los días en el trabajo.
-¿Qué estás haciendo? - Preguntó, perpleja, notando su caja donde ella presentó todos sus papeles al lado de su codo.
Pedro alzó la vista hacia ella, sus ojos oscuros recorriendo su cuerpo y descansando en su cara.
-Contemplando lo mucho que me gustaría poner a tu ex en el hospital por una estancia prolongada. Que estaría allí en este momento si no pensara que sólo te causaría más problemas.
Paula abrió la boca y la cerró de nuevo, teniendo en la mirada de frustración en el rostro de Pedro.
Por una vez, no se veía impecable. Lo miró, Estaba peligrosamente desaliñado, con el pelo revuelto, como si hubiera estado pasando la mano a través de él una y otra vez.
-Son esos mis documentos personales?-
Pedro se encogió de hombros.
-¿Cómo personales son cuentas?
-¿Por qué vas a ver mis cuentas? ¿Cómo te atreves?-Su indignación y curiosidad guerreaban entre sí lo que le pedía.
-Has dicho que tenías que limpiar el desorden que tu ex hizo de tu vida para que puedas seguir
adelante. Así que estoy de limpieza.- Pedro declaró el hecho con una calma absoluta, dándole una mirada de
interrogación como si no entendiera por qué había que protestar. -Has hecho que sea muy fácil encontrar todo, por cierto. Estás muy bien organizada. Todo estaba en orden alfabético. Aunque no estoy muy seguro de que 'idiota ex śea bastante la forma en que se supone etiquetar y presentar ciertos proyectos de ley.
Paula respiró hondo y soltó el aire, sin saber si reír o estrangular a Pedro
-Te dije que necesito para resolverlo todo. No puedo creer que estás repasando mis cuentas.
-Estoy acabado, en realidad - Pedro declaró con calma, recogiendo las pilas y sustituyendo en su
caja de presentación.-Y si estaban comprometidos, ¿por qué es que el maldito le nunca te compró un anillo? ¿O simplemente no lo usas?
-No lo hizo. Dijo que no podíamos permitirlo.
-Él compró uno. Lo cargó él - Pedro le dio una mirada de preocupación.-Después de separarse. ¿Por qué demonios no lo despegaste de tus cuentas?
-Lo compró para ella - dijo rotundamente Paula, las náuseas empezando a levantarse de su estómago a la garganta, horrorizada, una vez más, porque ella había sido tan estúpida - Yo sólo miraba los saldos. Nunca me compró una
sola pieza de joyería todo el tiempo que estuvimos juntos. Sin embargo, él usó mis tarjetas de crédito para cargar miles de cosas para ella? - Paula se detuvo un segundo para
poner sus emociones bajo control.-Yo era ingenua. Supongo que nunca se me ocurrió que un hombre que pasó cinco años conmigo volvería a contraer deudas en mi nombre después de que él ya me había traicionado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario