lunes, 13 de agosto de 2018

CAPITULO 26 (QUINTA HISTORIA)




Había dicho que quería leer su libro, pero la gente dice esas cosas todo el tiempo. Ello no
necesariamente significa que lo harán. 


Obviamente, él había leído la historia si sabía sobre el héroe y la princesa.


-Mi héroe es un poco joven para eso en este momento.- Ella tomó un pequeño sorbo de su café. -No me pareces el tipo de persona para leer jóvenes adultos de fantasía.


-Crecí leyendo fantasía - Pedro respondió pensativo.-Las Crónicas de Narnia, fue una de mis favoritas. Recuerdo que entraba en todos los armarios que teníamos, tratando de encontrar una puerta secreta para que pudiera tomar a Kevin y a Mia e irnos a otro lugar después de leer el primer libro.


El corazón de Paula empezó a sangrar por él, pensando en un joven Pedro tratando de escapar de su horrible infancia.


-Me encantaba esa serie - Había sido uno de sus favoritos también, el gusto por las mismas razones como Pedro: para escapar de su infancia miserable.


-Tienes que escribir, Paula. Terminar los libros. Tienes talento. No tengo ni idea de por qué el libro fue rechazado, pero los libros como el tuyo alegraran la vida de mucha gente joven. Ellos pueden escapar en un sueño cuando todo lo demás en su vida no es tan grande - Pedro la observó con una expresión pensativa antes de excavar en el bolsillo y sacando una caja de terciopelo - Me perdí tu cumpleaños, pero esto me hizo pensar en ti. Te lo iba a dar ayer…


Paula se quedó mirando la caja de lujo que Pedro tenía en la mano por un momento antes de llegar con una mano temblorosa para tomarla. No estaba acostumbrada a recibir regalos, y sobre todo no de los hombres.


-¿Por qué?- Preguntó con nerviosismo.


-Es un recordatorio para que realices tus sueños. Y un presente de cumpleaños tardío. No es nada realmente,- Pedro le dijo, tenso, como si se sintiera un poco incómodo.


Paula abrió la tapa, sin aliento al ver el contenido. Allí, enclavado en un lecho de terciopelo rojo, era el collar más exquisito que jamás había visto. Pero no fueron los diamantes o zafiros los que inmediatamente le llamó la atención, era el diseño. Era un pequeño unicornio, todo el cuerpo espumoso con diamantes blancos, el cuerno y los ojos hechos de pequeños zafiros azules.


-Mi unicornio - dijo sin aliento, teniendo en lo que fue casi una réplica exacta del pequeño unicornio de sus libros.


-No habla como el tuyo lo hace, pero espero que te recuerde escribir cada vez que lo uses - Pedro le dijo con voz ronca.


Las lágrimas rodaban por las mejillas de Paula cuando ella tocó la delicada y hermosa bestia, en la cadena de oro.


-No sé qué decir-  Y no lo hizo. Nadie le había dado nunca un regalo - Es la primera pieza de joyería que he recibido como un regalo- murmuró entre lágrimas - Es hermoso - Ella también sabía que era caro.- Pedro, es demasiado caro para un regalo para mí.


-Mierda. Te dije que no era nada - retumbó.-No voy a agarrarlo de nuevo a menos que no te guste.Entonces voy a conseguir algo más.


-Me encanta- gritó con ansiedad.-Pero yo no recibo regalos como este. Es demasiado. Pero es increíble…


-No es nada comparado con lo que yo quiero darte, Paula. Y todavía quiero ser el primero en leer el siguiente libro - exigió.


Paula levantó la vista del unicornio para mirarlo a los ojos, ojos que estaban turbulentos e incómodos, como si no estuviera muy seguro de cómo expresarse.


-Crees tanto en mi forma de escribir?


-No sólo tu escritura. Creo en ti - admitió, su tono era sincero.


Su corazón listo para golpear fuera de su pecho, Paula se levantó y fue a Pedro, poniendo sus brazos alrededor de él con suavidad y lo beso en la mejilla.


-Gracias - susurró, incapaz de expresar lo mucho que su fe significaba para ella. Ella quería decirle, quería hacerle saber lo mucho que su apoyo significaba para ella después de lo que había sido con su ex, pero el nudo en la garganta no le permitía decir nada más. Así que sólo lo abrazó, las lágrimas seguían rodando por sus mejillas - Me encanta esto, y me quedo con ello. Será el recordatorio que a una persona realmente le gusta mi libro - le dijo a él alegremente, sabiendo que la emoción no era algo que Pedro tratase fácilmente. -Y vamos a hablar de la devolución de las cuentas.- Ella lo dejó ir a regañadientes y se sentó en su silla.


-No, no vamos a- Pedro respondió con una voz grave.-Y ese abrazo fue bueno para un toda una semana de erección.


Ella se rió, divertida por la mirada contrariada en su rostro. Ella dudaba que Pedro se excitara con un simple abrazo, pero él era bueno para su ego maltratado. Pedro Alfonso podría conseguir a cualquier mujer que quisiera, cuando quisiera una. Pero el hecho de que él la encontraba atractiva calentaba su alma.




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