lunes, 20 de agosto de 2018

CAPITULO 49 (QUINTA HISTORIA)





-Creo que te sientes cómoda aquí. Pedro ha estado aquí antes, así que él sabe dónde está todo. Asegúrate de estar bien hidratada y toma con calma esta noche. Estamos un poco más de ocho mil pies aquí. Puedes sentir los efectos de la altitud por un tiempo - dijo Gustavo a Paula con una sonrisa carismática -Estoy contento de que estés aquí, Pau. Espero que tengan un buen momento.


Gustavo Colter era probablemente lo que Pedro llamaría su mejor amigo a un lado de su hermano Kevin, pero todavía quería darle un puñetazo cada vez que le sonreía a Paula.


-Estamos bien. Puedes salir ahora - Pedro le dijo con voz ronca, mirando alrededor de la casa de
huéspedes. Había estado aquí muchas veces antes, y era un lugar agradable. Pero lo único que quería era que el culo de Gustavo salga. Un peón había traído sus bolsas más temprano, antes de que se hubieran sentado y conversaron con Gustavo durante la cena. Ahora todo lo que Pedro quería era estar a solas con Paula.


-Me alegra saber que me extrañaste mucho, amigo.- Gustavo dio una palmada en la espalda Pedro con una sonrisa.


Pedro le devolvió la mirada, sabiendo que Gustavo sólo estaba tratando de empujar sus botones. No había tomado mucho tiempo a Gustavo darse cuenta de que Pedro estaba sintiendo territorial acerca de Paula, e inmediatamente había empezado a prestarle tanta atención sólo para irritar a Pedro. Bastardo!


Paula dio un paso adelante y le ofreció su mano a Gustavo.


-Muchas gracias por invitarme. Aquí es hermoso.


-Estoy muy feliz de tenerte - respondió Gustavo, poniendo su énfasis en la palabra "tenerte"
intencionalmente mientras estrechaba la mano de Paula mucho más tiempo de lo necesario.


-Si no te vas, voy a matarte, maldita sea -gruñó Pedro.


Gustavo soltó la mano de Pau y dejó escapar una risa ahogada.


-Bien bien. Voy.- Gustavo, obviamente, señaló que Pedro se estaba acercando a su punto de inflexión.


Pedro le dio un fuerte empujón, moviendo a Gustavo más cerca de la puerta, no es una tarea fácil, ya que él y Gustavo eran aproximadamente
del mismo tamaño. Pero Pedro tenía la irritación de su lado. Al abrir la puerta, le hizo una seña a
Gustavo de impaciencia por la puerta, y la cerró de golpe detrás de él. Podía oír la risa en pleno auge de Gustavo mientras se alejaba de la casa de huéspedes.


-¡Hijo de puta!


-Pedro. Eso fue un mal rato. Él no está interesado en mí - dijo con dulzura Paula detrás de él.-Muéstrame la casa. Es espectacular.


-Yo sé lo que estaba tratando de hacer. Juro devolverle el favor algún día.-No podía esperar hasta que Gustavo tuviera un serio amor ahora.


El hostal era un rancho expansivo, todo en una planta. Tomó a Paula de la mano y la condujo por las distintas habitaciones, deteniéndose cuando finalmente llegó al dormitorio principal y abrió la puerta corredera de la terraza de la habitación.


-Mi parte favorita de esta casa.


Paula salió y suspiró, un sonido que tenía fuerza y el pene de Pedro tenía espasmos, con ganas de escuchar ese sonido cuando se enterraba en su interior.


-Es encantador. Y el cielo es tan claro aquí. Las estrellas se ven increíble - dijo con asombro.  -¿Qué es esto? - Ella señaló hacia una pequeña piscina con una cascada que caía por varias repisas de rocas.


-Son los manantiales de agua caliente. Tienen un flujo increíble en esta tierra que les permite desviar a varios lugares. El más grande se
encuentra en el complejo y spa.


Paula olfateó ruidosamente.


-Tiene un olor diferente.


-Son los minerales. Este es un producto natural de aguas termales. Tiene como catorce o quince diferentes minerales naturales.


-Es bonito. ¿Esta calientito?


-Lo es - dijo Pedro casualmente al tiempo que cogía el borde de su camisa y se la pasó por la cabeza -Y relajante.


Pedro casi gimió cuando vio la expresión de anhelo en la cara de Paula mientras sus ojos vagaban sobre su pecho. 


-Voy a buscar un poco de agua. Gustavo tiene razón. Es necesario estar hidratado.


-Voy a hacerlo - respondió ella con rapidez, lamiéndose los labios mientras lo veía voltear el botón superior de sus pantalones vaqueros. Ella retrocedió lentamente y se dirigió a la cocina, como si ella no quisiera apartar los ojos de él.


Pedro se despojó rápidamente de sus pantalones y calzoncillos y se deslizó en la piscina, gimiendo cuando el agua mineral caliente se derramó sobre su cuerpo. Se sumergió, dejando que el calor lo calmara mientras sumergió la cabeza y luego se sentó en una de las rocas salientes inferiores, inclinándose hacia atrás para que el agua goteara sobre él, y relajara sus músculos.


¿Con qué frecuencia se había sentado en este lugar exacto, soñando con Paula? Había dejado el patio de luz, dejando sólo la luz de la habitación. Miró hacia el cielo, maravillado por el milagro que estaba finalmente aquí con él. Sin darse cuenta, él agarró su polla dura y palpitante, acariciándolo mientras miraba hacia el cielo, tanto júbilo y aterrado cómo Paula había
cambiado su vida. Seamos realistas, que no
era un hombre que había tenido una gran cantidad de felicidad en su vida, y era intoxicante. Pero aún tenía el temor de perder a Paula. Y sabía que ahora él nunca sobreviviría a la pérdida.


Un gemido necesitado vino del otro lado de la piscina, y Pedro miro a Paula que sostenia dos botellas de agua gigantes en la mano, mirándolo con tanto anhelo que su corazón se aceleró como un coche de carreras despegan de la línea de salida. Finalmente al darse cuenta de que seestaba acariciando su propio pene, se congeló.


-No te detengas - Pau le rogó en silencio.-Por favor. Te ves tan caliente.-Dejó las aguas al lado de la piscina y tiró de su camisa de manga corta delicada sobre su cabeza en un lento y seductor movimiento.


En ese momento, Pedro no se podría haber detenido si quería. Observó cómo se quitaba lentamente para él, su sostén con movimientos lánguidos, sensuales del cuerpo superior de Pau. La mano de Pedro moviendo hacia arriba y abajo de su eje, agarrándose firmemente mientras la miraba, sabiendo que cada movimiento estaba destinado a excitarlo, y lo hizo. Penosamente. Sus movimientos sensuales descaradamente lo volvió loco.


-Dios, eres hermosa - le dijo ella con voz ronca, sus miradas se encontraron el uno del otro.


Ella tomó sus pechos, pasando sus pulgares sobre sus pezones, jadeando mientras lo veía señalando con la mano hacia arriba y hacia abajo su pene.


-Dios, sí. Tócate, Pau - Verla darse su propio cuerpo casi lo rompió.


La vio morderse el labio inferior, tratando de contener sus gemidos de placer. Ella estaba de pie directamente en frente de la luz procedente de la habitación, y parecía una maldita diosa.


Movió sus manos y lentamente se deshizo el botón y la cremallera de sus pantalones vaqueros, salió de ellos, dejando al descubierto su cuerpo lentamente, teniendo sus bragas con ellos. Por último, se puso de pie delante de él con audacia y muy bien desnuda, ya no era tímida a la hora de revelarse a él por completo.


-Ven a mí  - Pedro ordenó, incapaz de soportar un segundo más sin tocarla.


Ella se deslizó en la piscina en silencio, el agua ondulante sobre sus pechos. Le colocó las manos sobre sus muslos mientras ella llegó delante de él, deslizó sus manos hacia arriba y hacia abajo los músculos, masajeándolo.


Pedro movió la mano de su polla y extendió la mano hacia ella.


-Ven a montarme, Pau. Convénceme de que estás realmente aquí conmigo - le dijo con voz suplicante, pero al mando.


Por una vez, no iba a darse prisa este momento. 


Era demasiado mágico, y quería saborear a Paula de la forma en que siempre había necesitado, pero nunca había sido capaz de lograr.


-Casi sólo quería verte acabar. Te veías tan increíble - le dijo ella sin aliento.


El corazón de Pedro dio un vuelco, su excitación creció aún más caliente. ¿Qué mujer le dijo algo por el estilo? La única, Paula. Y se le dio ganas de agradar aún más.


-Vas a venirte conmigo, bebé le- dijo con firmeza mientras la levantaba de la cornisa y la ponía
regazo. Ella a horcajadas sobre él, y él se
deleitaba en el resbaladizo calor de su vagina cuando ella empujó sus caderas en la entrepierna. Puso los brazos alrededor de su cintura, él puso sus labios en su cuello, pellizcando y acariciando su piel con su lengua. Se tomó su tiempo, saboreando cada toque, sintiendo su aljaba cuerpo entre sus brazos mientras él se pegó a uno de sus pezones y luego al otro con la misma atención. 


Levantando la cabeza, exigió:
-Bésame - Se puso una mano detrás de su cuello y guió su boca a la suya.


Asimismo, exploró su boca con su lengua lentamente, amante de la manera que ella siguió su ejemplo, enredando su lengua con la suya, acercándolos de lo que nunca habían estado antes. Moviendo su mano hacia su pene, gimió en su boca cuando él separó sus pliegues y sus dedos se encontraron nada más que con necesidad caliente, húmeda entre sus muslos. Él guió a su polla a su apretado canal, presionando sus caderas hacia arriba para entrar en ella. Ella se movió entonces, dirigiéndose hacia su polla hasta que fue completamente enterrado dentro de ella.


Ella gimió en su abrazo y le pasó las manos por el cabello, ninguno de los dos se movieron por un momento. Pedro disfrutó de la sensación de
sus labios sobre los de él, sus músculos internos presionando su polla con calidez. El agua mineral caliente fluyó sobre ellos, ya que se perdieron a la sensación.


Paula giró sus caderas lentamente mientras agarraba su cabello, rompiendo el beso y jadeando junto a su oído. Pedro agarró sus
caderas, empujando hacia arriba, queriendo llenar a Paula tan completamente que ella le había anhelado siempre. En ese momento,
Pedro se dio cuenta de que no estaba apenas follando; hacía el amor con la mujer que se fundió con él de manera tan perfecta que nunca quería que terminara. La verdad era que siempre había hecho el amor con Paula, y siempre había sido mucho más. Ella fue la maldita perfección.


-Hazme el amor, Pau. No puedo creer que estés aquí de verdad.


-Sí - gimió mientras giraba sus caderas más rápido.-Siempre he estado haciendo el amor. Y nunca quiero parar.


Pedro tiró de su cuerpo contra el suyo, sintió su corazón martillando en el mismo ritmo que sus cuerpos, sus dos sacudidas cada vez que se unen entre sí.


Les llegó a su clímax al mismo tiempo, ambos gimiendo mientras sus labios se juntaban entre sí, Pedro sintiendo su polla ser ordeñada
cuando explotó profundamente dentro de ella, meciendo su mundo total y completamente.


Se quedaron encerrados juntos, jadeando mientras se recuperaban del amor trascendental que acababa de experimentar juntos. Por último,
Pedro se deslizó hacia abajo en el agua, sentado en el borde más bajo, teniendo a Paula con él para sentarse entre las piernas. Ella apoyó la cabeza en su hombro y él apretó sus brazos alrededor de su cintura.


-Estabas destinada a ser el mía,Pau - susurró al oído con voz ronca.


-Lo sé - respondió simplemente, mirando hacia el cielo.-Mira, es una estrella fugaz. Pide un deseo, Pedro.


Él nunca había sido el tipo de persona de hacer algo tan tonto como pedirle un deseo a una estrella. Él fue pragmático. Que no creía que cualquier deseo a una estrella sería hecho realidad. Sin embargo, un deseo le vino de inmediato a la mente:
<Deseo que Paula se enamore de mí y se quede conmigo para siempre.> De acuerdo… tal vez él era un realista, pero podía utilizar toda la ayuda que pudiera conseguir.


-¿Lo hiciste? - Preguntó ella con entusiasmo. 


-Yo sí. Pero no se puede contar. Sólo me puedes decir si tu deseo se hace realidad.


-Lo hice-confirmó. -¿Y tú?


-Sí - respondió ella en voz baja.


Se preguntó lo que ella había deseado, y él fervientemente esperaba que algún día sería capaz de decirle que su deseo había sido concedido.





1 comentario:

  1. Ayyyyyyyyyy me encantan, están re enamorados, me aprece que Pedro más que Pau.

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