miércoles, 22 de agosto de 2018

CAPITULO 54 (QUINTA HISTORIA)




Pedro estaba frenético, listo para convertir el salón de baile al revés, cuando Gustavo se acercó a él, haciendo un gesto con el pulgar hacia la puerta que daba al exterior mientras se acercaba.


-Ella está fuera de las aguas termales. Dijo que necesitaba unos pocos minutos.


¿Qué demonios? ¿Por qué había salido? Pedro frunció el ceño a Gustavo,
pero no dijo una palabra mientras caminaba a grandes zancadas hacia la puerta, pero él no lo estuvo muy lejos antes de que Gustavo lo enganchó de sus bíceps con mano de hierro.


-Es necesario que se calme, Pedro. Algo malo le ha pasado esta noche. Su casa fue destruida, quemada hasta los cimientos. Ella está molesta, -Gustavo dijo solemnemente.


Las palabras de Gustavo golpearon a Pedro como una tonelada de ladrillos.


-Eso realmente sucedió. A la mierda! - Su gran cuerpo se estremeció al darse cuenta de que su sueño había sido realmente pre cognitivo, y Paula lo más probable estaría muerta si no la hubiera traído a Colorado. No es que él habría tomado ningún riesgo de todos modos, pero era una extraña sensación y aterrador, que envió un escalofrío por la columna vertebral. Él tiró su brazo del agarre de Gustavo y corrió hacia la puerta, con el corazón tronando en su pecho.


Ella está bien. Ella está bien.


Racionalmente, sabía que estaba viva. Gustavo solo la había visto. Aún así, necesitaba ver su hermoso rostro con sus propios ojos. Y ella lo
necesitaba. Podía sentirlo.


Él la vio de pie junto a las aguas termales, simplemente con su teléfono en la mano y mirando al agua. ¡Jesús! Se veía tan perdida y sola, y tan malditamente vulnerable, con los brazos envueltos alrededor de su parte superior del cuerpo, con la cara manchada de líneas oscuras. Era evidente que había estado llorando y su maquillaje y el rímel esbozó las marcas de sus lágrimas. Pero nunca había parecido más bella porque ella estaba de pie allí, sigue viva y respirando.


Ella es mía. Se suponía que tenía que ser siempre mía.


Pedro nunca había estado más seguro de nada en toda su vida. No era el tipo de hombre que cree en el destino, siempre creyendo que todo el
mundo hace su propio destino. Ahora, él no creía eso. No cuando se trataba de Paula. Hoy casi se le había perdido.


-Paula - dijo con voz ronca mientras se dirigía a ella lentamente, abriendo los brazos cuando se volvió al oír el sonido de su voz. Ella arrojó todo su cuerpo hacia él, y él cerró los ojos mientras la envolvió apretadamente en su abrazo.


-Todo va a estar bien, corazón. Voy a hacer todo bien de nuevo.-Le acarició el pelo con la mano suavemente, sosteniendo su cabeza fuertemente contra su hombro -Lo único que importa es que estás bien. Todo lo demás, incluyendo la casa, se puede reemplazar


- Gustavo te lo dijo? - Gustavo preguntó en voz baja.


-Sí.


-Sabías que iba a pasar, ¿verdad? Es por eso que querías que venga contigo? No tenía nada que ver con evitar la subasta. Estabas tratando de salvarme.


-Yo tenía el mismo sueño cada vez, pero era tan jodidamente vago. Reconocí el complejo y el salón de baile cuando recibí una llamada en la que mor…- Paula tuvo que forzar la voz en un tono gutural cuando terminó - morías. No sabía cómo ni por qué. No sabía cuándo. Lo único que tenía sentido era que si algo iba a pasar, que iba a ocurrir mientras estaba en Colorado.


-¿Por qué no me lo dijiste? -Preguntó con una voz confusa.


-Cristo, Paula. Ni siquiera estaba seguro de que iba a suceder. Y yo no podía soportar pensar en ello, mucho menos hablar de ello. No quería
asustarte por ninguna razón. Pero yo iba a estar absolutamente seguro de que estabas en Colorado conmigo, incluso si tuviera que secuestrarte.


-No lo harías - exclamó ella, tirando hacia atrás para mirarlo a la cara - Y yo podría haber estado
casada.


Pedro agarró la mano sobre su espalda en puños apretados. Ya era hora de que se detuviera de tomarles el pelo a sí mismo y a todos los demás.


-No te habrías casado con él. Yo habría hecho lo que tenía que hacer para asegurarme de que no te casaras - Por fin lo había dicho, lo admitió a sí mismo. No importaba lo mucho que quería pensar que sería feliz con otro hombre. 


Simplemente no habría sucedido. La deseaba demasiado, la necesitaba demasiado. La habría arrojado sobre su hombro en la boda si hubiera sido necesario. 


-No podría haber esperado mucho más tiempo. Yo habría hecho todo lo posible para hacerte mía.- Su convicción de que ella pertenecía con él había sido demasiado fuerte, demasiado fuerte como para ignorarlo. Cuanto más cerca de su boda había estado, el más desesperado se había sentido. No había manera de dejarla decir "sí, quiero" a otro hombre sin antes luchar con todo lo que tenía que hacer para que le perteneciera. Tal vez habría luchado con él justo hasta el último momento, pero no tenía ninguna duda de cómo habría terminado las cosas, y ella no habría terminado casada con otra persona. Él habría luchado sucio si hubiera que hacerlo, y era perfectamente capaz de hacer precisamente eso - El infierno, y me pareció que era una locura lo de Sutherland para el plan que está haciendo con la ayuda de Gustavo. Yo habría hecho algo tan loco o algo peor.


-Nunca dijiste lo que estaban planeando. Acabas de decir que Joaquin iba a buscar la mujer que ama - murmuró Paula.


-Créeme, no quieres saber - Pedro le dijo enfáticamente, cambiando inmediatamente el tema - Dime lo que pasó con la casa.




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