miércoles, 19 de septiembre de 2018

CAPITULO 32 (SEPTIMA HISTORIA)




—Creo que ahora entiendo lo básico, pero ¿crees que podríamos seguir practicando? —le preguntó Chloe a Paula mientras caminaba a paso tranquilo en la cinta.


Paula estaba corriendo, pero aún no le faltaba el aliento.


—Sí, claro. Podemos repasarlo hasta que tenga que irme.


Habían practicado autodefensa básica durante bastante rato antes de terminar y Paula se montó en la cinta para hacer su rutina diaria. Le había visto unos cuantos moratones más a Chloe y le saltaron todas las alarmas, muy alto—. Chloe, ¿está haciéndote daño Javier? —tenía que preguntárselo. Su conciencia no le permitía mantenerse en silencio.


Chloe miró hacia delante mientras respondía.


—No. Claro que no. Lo de las artes marciales fue un accidente. Se impacientó y ahora mismo está muy estresado.


—Tienes moratones nuevos —discutió Paula.


—Soy una torpe —dijo Chloe a toda prisa—. Me tropiezo mucho y hago cosas estúpidas. Me salen moratones fácilmente.


Paula sabía que estaba poniendo a la defensiva a la hermana de Pedro, así que respondió sencillamente.


—Si alguna vez necesitas hablar, estoy aquí para escuchar. —A veces era más fácil hablarle a una mujer que a un hombre. A Paula no se le había escapado que Chloe nunca había recurrido a Pedro cuando lo necesitaba, y durante aquella crisis familiar sería bueno que estuviera cerca para tranquilizarla.


—Gracias —dijo Chloe en tono informal—. Pero estoy bien. Todas las relaciones se encuentran con baches, creo. —Hizo una pausa—. Dios, ¿te torturas así todos los días?


Paula pensaba que probablemente la mayor parte de las relaciones tenían sus más y sus menos, pero temía que Chloe estuviera topándose con montañas en lugar de baches en su relación.


—Sí. No me queda más elección que entrenar todos los días. Tengo que estar en buena forma física para mi trabajo, y me gusta comer.


—A mí también —respondió Chloe con un suspiro—. Pero gano peso aunque huela chocolate o algo que engorde.


—No estás gorda, Chloe —le dijo Paula con severidad, enfadada porque algún hombre hubiera hecho que se sintiera poco atractiva cuando en realidad era guapísima.


—A Javier no le gustan mucho las mujeres con curvas.


—Entonces déjalo y encuentra a alguien a quien sí le gusten —dijo Paula enfadada—. ¿Qué hay de ese vaquero guapo con el que estabas la otra noche?


—¿Gabriel? —Chloe se sonrojó—. Es un vaquero multimillonario y sólo es amigo de la familia, principalmente amigo de Benjamin. Y ni siquiera nos llevamos bien la mayor parte del tiempo.


—Yo creo que le gustas —contradijo Paula, reduciendo la velocidad para relajar su carrera.


—No le gusto. Solo le gusta bromear. A mí no me gusta eso.


Paula tenía la sensación de que a Chloe no le gustaba porque no creía a Gabriel cuando le lanzaba un cumplido.


—Parecía muy preocupado cuando Marcos fue arrestado y Pedro resultó herido.


—Fue bueno —admitió Chloe mientras detenía su cinta para bajarse—. Pero no duró mucho. —Con aspecto incómodo, Chloe cambió de tema—. ¿Le tienes cariño a Pedro?


Paula se sintió un poco incómoda cuando bajó el ritmo hasta caminar; no le gustaba estar en el punto de mira.


—Sí. Me ayudó mucho. Es un hombre muy valiente y lo admiro mucho. —«Y está tan bueno que quiero acostarme con él a cada minuto del día», pensó, pero decidió no compartir esa información con la hermana de Pedro.


Chloe la miró y puso los ojos en blanco.


—Sabes a qué me refiero. ¿Te gusta?


Paula se puso colorada.


—Es atractivo, pero apenas lo conozco. —«Vale, quizás lo conozco íntimamente, pero no hace mucho tiempo».


—Ha estado tan distante y solitario desde el accidente. Ésa es una de las razones por las que quería que adoptara a Shep.


Pedro adora a ese cachorro —le dijo Paula a Chloe cuando dejó de andar y se bajó de la cinta—. No dejes que te diga lo contrario.


Chloe le sonrió.


—Lo sé. Gruñe y se queja de Shep, pero ahora no podría separarlo de ese cachorro aunque quisiera. —Se sentó en una silla junto a las cintas.


Pedro tenía razón: el gimnasio estaba vacío y ella y Chloe tenían todo la sala para ellas.


—¿Sabes?, está destrozado por Marcos aunque no lo demuestre —dijo Chloe entristecida—. Supongo que todos lo estamos. Mamá todavía se niega a creer que Marcos sea culpable siquiera de algo ilegal.


La culpa inundó a Paula irrevocablemente.


—Lo siento mucho, Chloe.


Ésta miró a Paula.


—No tienes razones para disculparte. Estabas haciendo tu trabajo.


«Dios, Chloe suena igual que Pedro».


—Gracias. —Paula tomó una toalla para secarse la cara empapada en sudor.


Ambas mujeres recogieron sus bolsas para ir a ducharse.


—Bueno, ¿tienes novio en Washington? —preguntó Chloe con picardía.


—No. Hace años que no tengo novio.


—¿Qué le pasó? —preguntó Chloe con curiosidad.


—Me engañó. —Resultaba extraño, pero Paula ya ni siquiera pensaba en lo que había hecho. Quizás por no se mereciera el tiempo ni el esfuerzo que requería estar enfadada por ello. El novio infiel había sido humillante, pero nunca había tocado sus emociones como Pedro.


—Vaya mierda. ¿Sabes?, Pedro es muy leal cuando alguien se ha ganado su cariño.


Paula sonrió a la astuta hermana de Pedro.


—Nada de hacer de celestina —le dijo a Chloe con una sonrisa—. Pedro vive en Colorado. Yo vivo en Washington, D. C. Eso presenta algunas problemas geográficos muy interesantes.


Chloe se encogió de hombros.


—Él es piloto.


—Como he dicho, apenas nos conocemos —repitió Paula ligeramente antes de dirigirse hacia el vestuario.


—Tienes que reconocer que es un guapo tremendo—dijo Chloe con orgullo.


Pensando en la forma en que Pedro lo hacía todo, incluyendo la manera en que había desarmado a tres hombres a la vez y disparado a su atacante, Paula tuvo que responder:
—De acuerdo. —Que Pedro era guapo era un eufemismo. Era absolutamente impresionante, especialmente cuando estaba desnudo, pero se guardó esa información para sí misma.


No podía quedarse allí, en Colorado, aunque Pedro quisiera continuar su relación durante un tiempo. Tenía una vida, una carrera en Washington. No quería que Chloe pensara siquiera en ir por ese camino.


—Espero que todos podamos mantenernos en contacto —añadió, tratando de hacer que sonara como si dejar Pedro no fuera a ser importante.


—Oh, creo que lo haremos —dijo Chloe con una sonrisa misteriosa mientras caminaba junto a ella—. ¿Cuánto tiempo te quedas?


—Al menos otra semana —respondió Paula, no muy segura de cuánto tiempo le permitiría quedarse allí su jefe. Pero debía tener por lo menos una semana más antes de que empezara a perseguirla para que volviera al trabajo.


Chloe asintió con la cabeza.


—Eso debería ser suficiente. —La morena bonita entró en el vestuario.


Paula negó con la cabeza, no muy segura de qué quería decir y siguió a la hermana de Pedro por la puerta.


No hay comentarios:

Publicar un comentario