miércoles, 29 de agosto de 2018
CAPITULO 20 (SEXTA HISTORIA)
«¡Maldita sea!».
La prensa tampoco la dejaría a ella. Sería el final de su carrera. No podía hacer lo que hacía con un jodido séquito. Su furia con Pedro explotó y su mano voló hacia el rostro de él llena de ira.
Él la capturó antes de que le tocara la mejilla.
—No vuelvas a intentarlo. Ninguna mujer ha tenido éxito antes que tú y no va a volver a ocurrir una segunda vez. —Una mano fuerte y firme le sostenía la muñeca junto al rostro de Pedro.
—Cabrón —siseó. Lo odiaba por lo que estaba haciendo.
—Por fin lo has entendido. —La mirada gélida de Pedro recorrió su rostro impasible—. ¿Hay trato o no?
Paula reflexionó sobre sus alternativas y no se le ocurrió nada.
—Nada de sexo —arrancó la muñeca de su mano de un tirón y volvió a dejarla caer al costado—. Te daré dos semanas, pero voy a hacerte la vida imposible entretanto. —Sufriría durante las dos semanas enteras; Paula era capaz de hacerlo sin siquiera intentarlo, siendo ella misma, la persona dañada que era.
Pedro estaba a punto de descubrir que no podía conseguir lo que quería de ella. Bien. Le daría sus puñeteras dos semanas y él se alegraría de librarse de ella cuando esos días hubieran pasado.
—Habrá sexo, y mucho —contradijo Pedro—. No estoy seguro de a qué estás jugando, pero deseas esto tanto como yo —dijo con voz seductora aunque su expresión seguía siendo fría. Tomó un mechón de pelo de Paula y jugueteó con él—. ¿Sigues siendo virgen, Paula? —Su tono era más amable.
Ella resopló y le apartó la mano de un golpe.
—¿Estás de broma? Eso me lo quitaron hace años.
—Obviamente, alguien hizo un trabajo bastante mediocre al respecto — comentó con indiferencia—. Deja de luchar contra esto. Deja de resistirte a nosotros. Va a ocurrir. Y no será involuntariamente. No me gusta tomar mujeres por la fuerza.
—Si me deseas, tendrás que hacerlo —replicó ella con aspereza.
—Ya lo veremos, melocotoncito. Dos semanas es mucho tiempo. Espero que hagas todo lo que quiero excepto acostarme contigo. Eso ocurrirá cuando estés lista para admitir que me deseas tanto como yo te deseo a ti.
Incluso enfurecida, Paula ya estaba dispuesta a admitirlo, pero no importaba.
—Quiero tu promesa de que me dejaras marcharme cuando terminen las dos semanas, que nunca me revelarás ni volverás a molestarme —le dijo bruscamente.
Vio que él se encogía brevemente. Una mirada herida cruzó su rostro antes de desaparecer.
Solo fue un instante, pero le había hecho daño y el corazón le dolía por ello. No importaba lo imbécil que fuera en ese momento, aquel no
era el Pedro con el que había crecido. No podía haber cambiado tanto. En algún lugar de ese complejo cerebro suyo, pensaba que estaba protegiéndola.
—De acuerdo —dijo con voz ronca.
—Me gustaría pasar un tiempo a solas. Voy a darme un baño. —Necesitaba relajarse, darle a su cuerpo y a su mente la oportunidad de calmarse sin la presencia de Pedro. Su cuerpo seguía temblando por la reacción y necesitaba espacio para respirar.
—Tengo una idea mejor. —Le dio la mano y tiró de ella con firmeza por el pasillo, hacia el dormitorio.
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Wowwwwwwww, qué buenos caps. Qué lío con todas las mentiras de Pau.
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